LA CORUÑA / Primera vez

La Coruña. Coliseum. 26-II-2021. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Marc Albrecht. Strauss, Sinfonía doméstica op. 53, TrV 209.
El viernes por fin salió el sol y con él los coruñeses a la calle y con ellos las ganas de rematar la tarde en el concierto de la OSG, cortito pero intenso y que acababa a una hora razonable hasta para el toque de queda reinante. Así que el Coliseum llenó su aforo permitido con ocasión, además, de la primera vez que la orquesta tocaba la Sinfonía doméstica de Richard Strauss, hermana aparentemente menos aparatosa que la Alpina, menos espectacular pero quizá más llena de esos detalles que muestran en lo aparentemente menor, casi casual, en la más mínima transición, en tal o cual guiño de color unido a lo que expresa, una maestría simplemente apabullante, un dominio de la materia y de su puesta en la partitura verdaderamente prodigioso. Por eso es tan difícil de poner en pie, porque hay muchos menos rincones donde guarecerse de los que ofrecen otras obras monumentales, porque hay que ser además muy sutil en cada paso y, naturalmente, porque pide mucho a la orquesta que debe dibujar algo más que el retrato, se supone que el alma, de la familia Strauss, padre, madre e hijo, de su peripecia diaria. Eso que, gracias a la música —y a que su autor no daba puntada sin hilo— se hace tan patente para la posteridad como sucedía en la pintura —lo explicaba, con muchas más cosas, en sus magníficas notas nuestro compañero y sin embargo amigo David Rodríguez Cerdán.
Con un maestro tan fiable como Marc Albrecht —procedente por familia de la gran tradición germana, elegante y claro en sus maneras— el resultado solo podía ser muy bueno. Decimos fiable, y dominador, pero también artista. Porque si no lo fuera no hubiera expuesto con tanta claridad los temas principales o negociado con semejante lirismo el tan hermoso Adagio. O mantenido sin descenso alguno una línea narrativa —y analítica a la vez— que pide atención al oyente que proceda de la Alpina tanto como dispone al conocedor de la obra straussiana a ir descubriendo lo que hay en la Doméstica de evocación y de futuro al mismo tiempo. Toda la OSG —Albrecht colocó las cuerdas a la antigua— respondió con excelencia, solista a solista y en conjunto —nos permitiremos una mención especial a las trompas en su difícil papel en los episodios finales— a las exigencias straussianas.
Luis Suñén
(Foto: Lucía Sández)