LA CORUÑA / OSG: Una tarde casi primaveral
La Coruña. Palacio de la Ópera. 19-III-2022. Steven Osborne, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Directora: Anja Bihlmaier. Obras de Ravel y Dvorák
No pudo la Sinfónica de Galicia, por la huelga de transportes, dar su concierto previsto en el Auditorio de Vilagarcía, así que, ya puestos, decidió darlo en La Coruña con entrada libre y en ese horror llamado Palexco, un ejemplo más de eso que Llàtzer Moix llamó “arquitectura milagrosa”, firmado por Ricardo Bofill y César Portela. La única ventaja, por ese lado, para los que nunca habíamos escuchado a la orquesta en el auditorio del susodicho tapón paisajístico es que podíamos tener un elemento de juicio a la hora de sopesar la posibilidad de que en algún momento pudiera ser su sede y dotar de contenido a un edificio que no lo tiene. Y la verdad es que, tal y como comentan los que saben del asunto, en efecto, el sonido no es bueno, entre otras cosas porque no se trata de una sala de conciertos. Es mejor el del Palacio de la Ópera, que tampoco es ideal y que es un local menos confortable. Con lo cual la conclusión no es otra sino que esta orquesta, que merece un auditorio decente, debe conformarse con lo que tiene. A no ser, claro, que, como esa clase de beneficios de las eléctricas, le caiga algo del cielo.
Con todo y los problemas con la acústica —añádanse a ellos un móvil que intervino, no faltaba más, en el tiempo lento del Concierto en sol mayor de Ravel y un bebé que estaba en su perfecto derecho—, el concierto estuvo muy bien. Steven Osborne es un excelente pianista a quien hemos visto madurar a través de una discografía muy inteligentemente planificada en la que figuran precisamente los dos conciertos de Ravel. Su prestación coruñesa respondió plenamente a su prestigio, a través, sobre todo, de su traducción del tiempo lento. Osborne supo adecuar el paso a la expresión en una suerte de discurso equilibradamente implacable y poético. En los movimientos extremos hubo luz y brillantez, esa agudeza raveliana que entendió también perfectamente Anja Bihlmaier en el podio. Como encore, el británico ofreció una improvisación de Keith Jarrett en su Vienna Concert.
La maestra alemana, que será titular de la Orquesta de la Residencia de La Haya a partir de agosto y es primera invitada en la Sinfónica de Lahti, parece entenderse muy bien con la OSG y con ella firmó, en su segunda presencia a su frente, una estupenda Séptima de Dvorák cuyo discurso se fue afianzando con solidez, enhebrando esas líneas que el autor comparte con alguno de sus contemporáneos —Brahms— con las alusiones a una música popular quintaesenciada. Facilitaba más la acústica, al menos en mi localidad, la suma de volúmenes que la diferenciación de planos —muy claramente en el Scherzo vivace—, restando energía a la cuerda como antes en Ravel había hecho que el corno inglés —magnífico en el fraseo— quedara escaso de proyección. Bihlmaier destacó al terminar, y con plena justicia, a todas y cada una de las familias de la orquesta
La estupenda tarde preprimaveral coruñesa remató así de la mejor manera para los que, después del paseo, se metieron en Palexco. Ojalá muchos de los que probaban por vez primera —el bebé quizá deba esperar a estar un poco más crecido y el del teléfono ponerlo en modo avión— se pasen por el Palacio de la Ópera aunque sea pagando.
Luis Suñén