LA CORUÑA / OSG: rutas opuestas
La Coruña. Palacio de la Ópera. 20-V-2022. Orquesta Sinfónica de Galicia. Viktoria Mullova, violín. Director: Dima Slobodeniouk. Obras de Prokofiev y Suk.
El 1 de diciembre de 1935 se estrenaba en Madrid el Concierto para violín nº 2 de Prokofiev en sesión memorable. Desde entonces figura entre los más tocados de los escritos en el pasado siglo. Esta vez la protagonista era nada menos que Viktoria Mullova. Con un sonido pequeño y mate fue la suya una lectura sin relieve, nunca dispuesta a ser protagonista de lo que corresponde al violín en pieza como esta. Una versión gris, al mismo tiempo precavida y nerviosa —con el prolongado episodio de la afinación entre el primer y el segundo movimiento haciendo de pausa un tanto embarazosa—, sin dejarse llevar en ningún momento por la música, sin agudeza en los dos tiempos extremos ni lirismo en el lento. El acompañamiento de la OSG y su titular estuvo a la altura de las circunstancias, sin chispa ni luminosidad, demasiado empastada la masa sonora. Decepcionante inicio, en suma.
La segunda parte del programa hizo que cambiaran las tornas de manera radical. La Sinfonía “Asrael” de Josef Suk —que moriría precisamente en 1935— no es pieza fácil ni para la orquesta, ni para el director, ni para la audiencia. Es larga, es intensa e, injustamente, casi desconocida en las salas de conciertos. Lo más lógico es que el público habitual no la haya escuchado nunca, aunque sepa de la relación de su autor con Dvorák —con quien sí comparte el planteamiento de los poemas sinfónicos Op. 107 a Op. 110 de este, su suegro— y piense en una afinidad estética que a fin de cuentas es menor de lo que se esperaba.
Exige mucho a algunos de los primeros atriles y su adecuada puesta en pie pide un maestro que al mismo tiempo posea una clara visión global de la misma y un sentido muy especial de la narrativa que propone, de ese recorrido por el dolor que la hace tan especial y que se plantea episodio a episodio y en su conjunto. Dima Slobodeniouk fue ese maestro, diseñó muy bien el mapa de ruta de la obra y supo perfectamente dónde había que detenerse, dónde enfatizar, dónde ir a la médula del sentimiento o a la nunca gratuita, en partitura así, retórica de su insistencia. La Sinfónica respondió como ella sabe hacerlo.
Luis Suñén