LA CORUÑA / Nuno Coelho, cada vez mejor

La Coruña. Palacio de la Ópera. 18-XI-2021. Dennis Kozhukhin, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Nuno Coelho. Obras de Zimmermann, Saint-Saëns y Haydn.
Era esta la tercera visita del portugués Nuno Coelho (1989) al podio de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Tras la magnífica impresión causada en la primera de ellas, el joven maestro ha ido dando muestras de su progresión más que evidente. En su segunda aparición firmó una estupenda Pastoral beethoveniana y esta vez ha hecho lo propio con una cuidadísima Sinfonía nº 60 de Haydn, excelentemente equilibrada en el concepto, en el espacio justo en el que las aportaciones del historicismo —contrastes dinámicos más evidentes de lo habitual en otras versiones— y la expresividad clásica se reúnen sin que quepa discusión acerca de si estamos o no en el lugar correcto porque es la música la que fluye con naturalidad y sin corsés ni libertades impropios.
Coelho controló en todo momento el sentido que la pieza tiene como procedente de una música incidental, cuyo contenido él mismo se encargó de explicar al inicio del concierto, pero sin que su condición definitiva de música autónoma —una más, y de las mejores, de un corpus gigantesco— dejara de aparecer en ningún momento. La OSG atendió con concentración las indicaciones de su rector y respondió con la clase que le conocemos. Hubo momentos de verdadera excelencia, por ejemplo, en el Adagio-Allegro di molto y, sobre todo, en los dos movimientos suplementarios que le dan a la pieza un carácter tan especial.
Abrió sesión Giostra Genovese, una paráfrasis sui generis de Bernd Aloys Zimmermann sobre temas de Susato, Gibbons, Byrd y Fischer que es una suerte de lectura, entre provocadora y amantísima, de obras del pasado desde un presente que tiene que ver con el del propio compositor, pero uno diría que poco respecto de un neoclasicismo todavía más retrospectivo que el que se había puesto de moda mucho antes de ese 1962 en que firma su partitura. Quizá podría verse como una aparente etapa previa a su ballet Musique pour les soupers du Roi Ubu, que es de 1968. La obra fue estupendamente expuesta por Coelho y la Sinfónica, que la abordaba por vez primera.
Últimamente se programan con frecuencia los conciertos para piano y orquesta de Saint-Saëns, y el Segundo responde muy bien a los porqués de ello. Repleto de pequeños detalles, está muy bien escrito, solicita un solista de muchos quilates e incluye un segundo movimiento que está entre lo mejor de su autor. Es obra que requiere poderío y el ruso, formado en la Escuela Reina Sofía, Denis Kozhukhin, lo tiene por arrobas. Quizá, y sin fallar una nota, lo lució demasiado en una pieza que requiere también cierto reposo, que sugiere sutileza entre tanta fuerza como salía de un piano desatado por momentos y hasta un punto atosigante. Nuno Coelho supo poner orden en tan tempestuosa propuesta a base de embridar la velocidad de un solista que, por momentos —el vertiginoso Presto, algo demagógico en su traducción— pareciera querer imponer su criterio con demasiada vehemencia. Ahí se vio también de lo que, técnicamente, es capaz el maestro luso. Por su parte, Kozhukhin respondió al éxito apoteósico con A la primavera de las Piezas líricas de Edvard Grieg.
Luis Suñén
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