LA CORUÑA / La Camerata OSG clausura el Festival RESIS 2022
A Coruña. Teatro Colón. 4-VI-2022. Festival RESIS. Dasha Rosinskij, piano. Ruslana Prokopenko, violonchelo. Camerata OSG. Director: Wladimir Rosinskij. Obras de Giacinto Scelsi, Wladimir Rosinskij, Iannis Xenakis y Wolfgang Rihm.
Tras mes y medio de intensa programación musical, con siete conciertos y un importante número de actividades que, en paralelo, han ido de mesas redondas a instalaciones y talleres inclusivos, el pasado 4 de junio se clausuró la quinta edición del Festival de Música Contemporánea y Artes Vivas de A Coruña RESIS, una cita que en 2022 ha dado un importantísimo salto de calidad, situándose entre los festivales de música actual más relevantes de España.
De perfil mayoritariamente camerístico, RESIS tiene pendiente incorporar la música orquestal a su programación para, así, dotar de una nueva dimensión y colores a un festival que es un ejemplo de diálogo entre el repertorio clásico de la contemporaneidad y la música del siglo XXI: esa cuenta pendiente en la programación de la mayor parte de nuestras orquestas, incluida una Sinfónica de Galicia que recientemente ha presentado una temporada, la 2022-2023, bajo cuyo título, Imprescindibles, no sabemos si se cifra algún tipo de broma o una utilización retórico-esperpéntica del prefijo “im-” digna de Valle Inclán, pues esos supuestos ‘imprescindibles’ son, precisamente, de los que no se ha dejado de prescindir década tras década, hasta el sopor y el hastío.
Uno de los últimos programas en los que la Orquesta Sinfónica de Galicia se había atrevido con una partitura contemporánea que rehuía las estéticas acomodaticias de las que tanto se abusa, acompañada en aquella ocasión Clamores y alegorías (1995), de Enrique X. Macías, por sendas obras de la Segunda Escuela de Viena, había sido el concierto que la OSG protagonizó en las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago de Compostela del año 2015: un concierto dirigido por un Arturo Tamayo que nos demostró la crucial importancia de que al frente de una orquesta se sitúe un director especializado que comprenda en profundidad dicho repertorio contemporáneo.
Si la Sinfónica de Galicia tiene clara esta cuestión cuando en su temporada dirigen el repertorio barroco maestros de prestigio como Ton Koopman o Richard Egarr, parece que en su participación en RESIS no ha calibrado la importancia que tendría el haber contado, sin mover ficha, con el propio Arturo Tamayo para defender un programa en el que se encontraba, sin ir más lejos, un Iannis Xenakis en el que el madrileño es una autoridad mundial; además de un compositor, Giacinto Scelsi, con el cual Tamayo no sólo trabajó en un par de ocasiones, sino que es de los pocos directores en activo que haya colaborado personalmente con el misterioso y genial conde de Ayala Valva.
De no haber sido Arturo Tamayo, bien hubiesen podido tomar la batuta al frente de la Camerata OSG directores afincados en España como Nacho de Paz (otro reconocido especialista en Xenakis) o Baldur Brönnimann; pero, en ningún caso, un director con tan poca empatía con esta música como el compositor y viola (de la propia OSG) Wladimir Rosinskij, cuya lectura de la primera obra del programa, la scelsiana Natura Renovatur (1967), resultó desastrosa, al carecer de los mínimos niveles de fraseo, atención a la articulación microtonal y regulación de las dinámicas para hacer, precisamente de unos materiales armónicos tan parcos como los que despliega Scelsi, todo un organismo de sutilezas en los que se densifica y congela un largo trazo de la tradición orquestal italiana y centroeuropea, al tiempo que se expone la sutil elegancia y decadencia con la que, como había hecho Richard Strauss en otras rutas estéticas dos décadas antes, se extingue todo un capítulo del pasado.
Ninguna de estas claves históricas y musicales ha estado presente en la interpretación de la Camerata OSG, formación derivada de una orquesta, la Sinfónica de Galicia, que jamás ha programado en A Coruña una partitura de Scelsi, como tampoco del propio Iannis Xenakis o de tantos otros de los genios que han reinventado la música en las últimas décadas. Siendo esto así, por calidad que atesoren los instrumentistas de la orquesta herculina, difícil es que su afinación, su ataque, su articulación y la actitud de conjunto sean las propicias para una música que, en el fondo, les resulta extraña. En todo caso, la versión que en RESIS hemos escuchado de Natura Renovatur fue mejorando tímidamente, después de un comienzo desangelado y carente de toda lógica scelsiana, para, en los compases finales, encontrar un poco más de sonido; de modo que el conjunto se tendió como un largo crescendo en el que se acumularon materiales en mezzoforte en exceso horizontales, sin perfilar la interioridad del sonido y la implosión armónica que esta partitura representa, con su síntesis de arcaísmo y modernidad.
La segunda obra del programa vino de la mano del propio Rosinskij, compositor de quien la OSG estrena partituras con frecuencia, ocupando un espacio en las programaciones orquestales que debería estar dedicado a los grandes genios de la composición contemporánea (como el caso ha sido en RESIS), rubricando una dinámica endémica en tantas temporadas orquestales, consistente en dejar el grueso del repertorio histórico confiado a los mejores compositores del pasado, mientras que la música de nuestro tiempo es dejada en manos de autores con tendencia a lo naíf y a lo complaciente.
En estas últimas categorías se encuentra Elegía y baile (2022), partitura para piano, violonchelo y cuerdas de Wladimir Rosinskij repleta de manierismos y clichés schnittkeanos, así como salpicada por puntuales técnicas extendidas sin mayor coherencia, que parecían impostadas para quedar a la altura de un festival como RESIS. Marcada por la actual conflagración entre Rusia y Ucrania, en Elegía sobraron artificiosidad y recursos en exceso demodés que hacen difícil engancharse a esta obra, tras las excelencias de Giacinto Scelsi, por lo que no fue hasta el segundo movimiento de este concierto cuando nos pudimos subir algo más a sus mecanismos e ímpetu en la construcción de las velocidades, con momentos de jovial frenesí, en los que habitualmente Rosinskij da lo mejor de sí, tratando al ensemble de forma más unificada y torrencial, donde los apuntes de modernidad en Elegía sonaban tan metidos con calzador que incluso sus buenas intenciones (la creación de oscuras y desasosegantes resonancias asociadas al actual momento bélico) se perdían por contraste con los restantes materiales.
Lo que resulta obvio es que en Elegía y baile la Camerata OSG sí se encontró en su medio, por lo que fue ésta la versión más satisfactoria de la noche, contando con la presencia de una impresionante Ruslana Prokopenko en el violonchelo solista, con su habitual fuerza y perfección al desplegar armónicos; mientras que Dasha Rosinskij nos ha dado muestras de un pianismo cerebral, de gran control y ajustado sentido del ritmo, aunque le haya faltado algo de sonido, quizás solapada por lo pasajes más a tutti de la partitura de su padre. En todo caso, se trata de una pianista, de escuela netamente rusa, a la que seguir la pista, pues ha dejado buenas sensaciones en su combinación de virtuosismo en el teclado y activación del arpa de su instrumento.
La tercera partitura del programa constituía la última entrega del homenaje a Iannis Xenakis que RESIS ha tributado al compositor greco-francés en este 2022 en que se cumplen los cien años de su nacimiento. Tristemente, Aroura (1971) vuelve a ser una total desconocida para la OSG, así como otra pieza alejada de los credos estéticos de Wladimir Rosinskij, aunque hay que decir que resultó mejor tratada por las cuerdas herculinas que la partitura de Scelsi, a pesar de que se trata de una obra de nada fácil interpretación, al compartir el mundo de prolijos detalles y refinamiento de los cuartetos xenakianos con el planteamiento de grandes masas de sus obras orquestales. En dicho término medio, un Rosinskij nuevamente superado por la partitura (algunos de sus gestos en la dirección así lo demostraban) ha incidido en la visceralidad y en el bruitismo de la misma, en sus dejes arcaicos, destacando algunos de los músicos por su ímpetu y sentido individual, dentro del conjunto, como el viola Jeffrey Johnson, estupendo; o el contrabajista Douglas Gwynn: dos de los intérpretes que mejor han comprendido que, además de técnica y ferocidad, en Iannis Xenakis también se destila no poco lirismo y poesía.
Se cerró el concierto con Nature Morte (1979-80), obra de un Wolfgang Rihm de nuevo más cercano al universo estilístico de la OSG, por lo cual su Camerata sí dio con la clave de esta reinterpretación del Romanticismo en un sentido tan distinto al de Scelsi. Así, en Nature Morte se han filtrado ecos brahmsianos y un tratamiento del contrapunto de estirpe schonberguiana, tendiendo un recorrido histórico por las formas canónicas que en Rihm encuentra una expresividad algo impersonal en esta partitura para trece cuerdas a la que se ha incorporado una Ruslana Prokopenko que ha dejado algunos de los mejores detalles instrumentales, rubricando un concierto enormemente aplaudido por las casi doscientas personas que se reunieron en el Teatro Colón para despedir a un festival, RESIS, que ha vuelto a demostrar que la gran música de los maestros de nuestro tiempo no sólo es muy bien recibida por el público, sino que sitúa a los intérpretes ante retos técnicos y estéticos que podrían hacer crecer la calidad de nuestras agrupaciones, a nada que se adentren en un universo de verdaderos imprescindibles de la contemporaneidad: universo para el cual los profesores de la OSG tienen suficiente calidad, si bien pocas ocasiones de trabajar estas partituras con directores que dispongan de herramientas técnicas para defenderlas. Al menos, hoy nos congratulamos de haberlos visto en semejante programa, que es toda una esperanza de cara al futuro.
En su poemario Guarida de un animal que no existe (1998), Leopoldo María Panero afirma que “El silencio no es el fin: es el comienzo”. En el silencio que sucedió a los últimos aplausos del Festival RESIS no finalizaba su quinta edición, sino que ha dado comienzo la sexta. Largo y exigente trabajo, el que espera a su director artístico, Hugo Gómez-Chao; y altísimo listón, el que él mismo se ha puesto. En menos de un año, sabremos a qué cotas asciende RESIS en 2023.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao)
1 comentarios para “LA CORUÑA / La Camerata OSG clausura el Festival RESIS 2022”
<strong>… [Trackback]</strong>
[…] Find More here on that Topic: scherzo.es/la-coruna-la-camerata-osg-clausura-el-festival-resis-2022/ […]
Los comentarios están cerrados.