LA CORUÑA / La banda: ese instrumento repleto de posibilidades
A Coruña. Teatro Colón. 2-VI-2022. Festival RESIS. Banda Municipal de Música de A Coruña. Director: Marcel Ortega i Martí. Obras de Miguel Matamoro, Iannis Xenakis, Voro García y Chen Yi.
Tal y como afirmaba nuestro compañero Justo Romero en su crítica del pasado 31 de mayo, “A pesar de su imagen devaluada en los círculos más elitistas, las bandas, las bandas de música, han sido y siguen siendo vivero, hábitat y proyección de incontables grandes músicos”. A lo que le podemos sumar el que éstas, en el fondo, son un gran instrumento, dependiendo la relevancia artístico-musical de lo que producen, en última instancia, de las partituras que aborden en sus programas.
Esta idea, junto con la de poner en valor, dentro del repertorio actual, a las principales formaciones musicales herculinas, es la que ha llevado al director artístico de RESIS, Hugo Gómez-Chao, a invitar en 2022 por primera vez a la Banda Municipal de A Coruña al que es el más destacado festival de música contemporánea de Galicia: feliz encuentro que tuvo su primer fruto el pasado jueves 2 de junio en el Teatro Colón.
Dentro de un concierto que viajó por muy diversos paisajes estilísticos a través de cuatro partituras de compositores de Asia y Europa, el primer paso en dicha travesía se efectuó desde la Ítaca del propio RESIS, desde Galicia, pues vigués es el compositor Miguel Matamoro, de quien escuchamos el estreno de Passacaglia (2022), obra encargada por la Banda Municipal de Castelló cuya primera audición fue pospuesta debido a la pandemia. Precisamente, al frente de la Banda de A Coruña ha estado el titular desde 2019 de la dirección castellonense, Marcel Ortega i Martí, batuta ágil, incisiva y eléctrica que insufló un aire y una precisión a este estreno dignos de señalar.
Primera partitura para banda de Miguel Matamoro, Passacaglia hace honor a su nombre, reinventando una fórmula musical tan exitosa desde el barroco, a la que añade lo que Chus Álvarez calificó en su presentación de “toques cómicos y circenses” desplegados desde un motivo de trompa que se va desarrollando al tiempo que incorpora temas habituales del repertorio de banda. Quizás por esa síntesis de modelos canónicos y disrupciones es por lo que Passacaglia ha conseguido dar con el punto exacto entre los elementos unificadores de su gran marcha central y las variaciones que abren sus timbres y cromatismos, demostrando la buena escritura del compositor gallego. Con un gran dinamismo en todas las familias instrumentales de la banda, los sucesivos clímax me han recordado, por su color, uso tan sutil del glissando y estratificación de las energías por medio de las dinámicas, al Bartók de El mandarín maravilloso (1918-24); un compositor, el húngaro, con el que Matamoro presenta no pocos vínculos, lo que ha redundado en la calidad de un estreno muy bien interpretado por la Banda Municipal de A Coruña y notablemente aplaudido por su público.
Más extrañeza despertó a ese púbico —por algunas expresiones que se escucharon durante la interpretación— Akrata (1964-65), partitura para dieciséis vientos de un Iannis Xenakis al que RESIS sigue homenajeando en este 2022 en el que se han cumplido los cien años de su nacimiento. Para la interpretación de una obra tan poderosa en sus reminiscencias arcaicas, cuya sonoridad se aparta tanto de las otras tres partituras y, en general, de lo habitual en una sala de conciertos en España (para vergüenza patria en este centenario del compositor greco-francés), Marcel Ortega i Martí decidió, con buen criterio —haciendo de esta lectura algo muy especial—, emplazar a los músicos en los palcos de la primera planta del Teatro Colón.
Con esta disposición, las permutaciones de sonido que Stéphan Schaub describe en su soberbio artículo Akrata, for 16 winds by Iannis Xenakis: analyses quedan expuestas de forma especialmente nítida, al convertirse el espacio sobre el público en todo un intercambio de señales, resonancias de acordes y síntesis tímbricas que descienden sobre el patio de butacas, cual llevadas por el viento. Esta ubicación de los músicos en los palcos conecta Akrata, asimismo, con otras piezas de gran formato coetáneas en el catálogo de Xenakis, como las monumentales Terretektorh (1965-66) y Nomos Gamma (1967-68), haciéndonos vivir otra forma de concebir la relación entre música, tiempo y espacio. Por otra parte, si pensamos que Akrata fue estrenada en el marco del English Bach Festival de Oxford, algo de bachiano hay, asimismo, en este uso de los coros para multiplicar las fuentes de sonido, creando una dramaturgia del espacio siempre tan densa y multiforme en Xenakis (ecos bachianos que, en este mismo Teatro Colón, nos remiten a la interpretación, en junio de 2008 y dentro del extinto Festival Mozart, de la Ekklesiastische Aktion (1970) de Bernd Alois Zimmermann a cargo de la Sinfónica de Galicia, partitura en cuyo final el coral bachiano había sonado, transubstanciado en los metales, girando en círculos desde los palcos superiores del Colón).
A nivel interpretativo, este nuevo encuentro con Xenakis en el Festival RESIS vino marcado por un tempo lento que siempre dificulta el tenuto en las fases más estáticas de Akrata; en especial, la proyección de los sonidos horizontales en el tramo final de la partitura. A los pasajes más centelleantes y granulares se le podría pedir más definición a la hora de crear planos, grupos y afinar cada viento, pero teniendo en cuenta que no estamos ante una agrupación especializada en este tipo de repertorio, su voluntariosa ejecución siempre se agradece, creando una situación acústica novedosa a través de una lectura de las posibilidades espaciales de lo musical que en el Teatro Colón ha dado mucho juego. Pensando que en 2024 estaremos en pleno centenario Luigi Nono, parece obligado pedirle a RESIS que se acuerde para entonces del compositor veneciano (previo centenario, en 2023, de György Ligeti, por supuesto).
Tras ese mundo que, en sí mismo, es Akrata, por medio de Ressons del Xarq (2006) regresamos al repertorio compuesto específicamente para banda. Después de habernos dejado unas excelentes sensaciones en RESIS 2021 con su cuarteto Ombra di suono nella memoria (2007), Voro García nos ofrecía un buen ejemplo de la mejor composición valenciana para banda: un instrumento tan importante en la cultura musical del Levante. Precisamente, a esa zona de la antigua al-Ándalus que va desde Cataluña a Murcia se remite el título de Ressons del Xarq, y es por ello la presencia de ritmos y sonoridades árabes en una obra que comparte ecos con el gran representante de la presencia de lo árabe en la música española actual, José María Sánchez-Verdú.
Como las del compositor andaluz, las de Voro García son partituras que muestran una aquilatada unión de estructura y originalidad tímbrica, algo presente en Ressons del Xarq por medio de una estructura tripartita que nos remite a la tradición centroeuropea, si bien aderezada por un trabajo del ritmo y la sensualidad en los materiales de naturaleza netamente mediterránea, como el sentido del color en los metales y en una percusión de crucial importancia en esta pieza, ya no sólo en los instrumentos de dicha familia (con unas membranas repletas de ecos del Magreb), sino en la concepción percusiva de los metales, como muestran los palmeos al tubo de los instrumentos.
En lo armónico, hay que destacar el trabajo tan delicado que Voro García lleva a cabo de la microtonalidad, para así evocar las escalas árabes y la sensualidad antes citada, insuflando exotismo a Ressons del Xarq; exotismo, quizás, para quien estas líneas firma, desde el noroeste de una península ibérica cuyas raíces culturales tanto beben del mundo árabe. La forma en que Voro García arrastra la armonía de la mano del ritmo hace que, como en las miniaturas islámicas, proliferen por doquier los detalles: modo de huir de algo tan árabe como el hórror vacui. Para llenar, por tanto, el espacio acústico, Voro García tira de magisterio y dominio de los instrumentos, creando un halo mistérico en la despojada parte central, donde priman las resonancias percusivas y metálicas, sublimándose ecos del pasado en las polifonías a través de las que parecen multiplicarse antiguas antífonas: procedimiento de actualización de la música histórica española que tan bien conocemos en compositores como el citado Sánchez-Verdú o el propio Cristóbal Halffter; en ocasiones, tan cercano a esta pieza por la multiplicación de acordes históricos.
Ese desarrollo procesional del lento episodio central se va metamorfoseando a través de los citados acordes cromáticos, muy bellos y refulgentes, asaltados por súbitos ataques de la percusión que no llegan a interrumpir la suerte de salmodia en la que la banda se sumerge, con una fuerte carga de la oralidad y el canto. Frente a esa tan mistérica suspensión, los pasajes finales de Ressons del Xarq nos devuelven a la luz y a lo festivo, con nuevos episodios muy protagónicos de percusión, palmeos de los músicos de metal, pasajes de aire sin tono en las flautas que confieren modernidad al conjunto y un mayor frenesí que acaba arrastrando a toda una Banda Municipal de A Coruña que, tras las dificultades que le había supuesto Xenakis, pareció disfrutar enormemente de la vuelta a ese repertorio para ellos más natural, en la brillante escritura de Voro García.
Cerró el concierto la compositora china Chen Yi, de quien escuchamos Dragon Rhyme (2010). Dividida en dos movimientos de naturaleza contrapuesta en tempo y energías, en su primera parte prima el misterio, mostrando la fascinación por la figura mítica del dragón, con colores delicados y transparentes de gran vuelo lírico, primando el registro agudo y un trabajo del cromatismo que nos recuerda a compositores como Olivier Messiaen, Henri Dutilleux o Tōru Takemitsu: algunos de los maestros que mejor han hecho dialogar en música a Oriente y Occidente. Sin embargo, y a pesar de puntuales técnicas extendidas, bien expuestas por la Banda herculina, esa densificación del primer movimiento deja paso a un segundo netamente kitsch, con grandes tutti y crescendi que, desde un comienzo que hasta porta reminiscencias xenakianas en una polirrítmica percusión, acaba resultando efectista y naíf, aunque los músicos coruñeses lo hayan bordado, mostrando una gran sintonía con Marcel Ortega i Martí, así como consolidando su primer paso para futuros encuentros con el Festival RESIS.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao)