LA CORUÑA / El feliz encuentro de SIGMA Project y el Festival RESIS

A Coruña. Domus. 21-V-2022. Festival RESIS. SIGMA Project. Obras de Alberto Posadas, Helga Arias, Raphaël Cendo, José María Sánchez-Verdú y Víctor Ibarra.
Ya alcanzado el ecuador del Festival RESIS; tras tres conciertos que hicieron dialogar a los clásicos del siglo XX con la creación actual, desde Alban Berg a Bernhard Lang, la llegada a Coruña de SIGMA Project supuso una apabullante inmersión en la música de hoy, con cinco partituras para cuarteto de saxofones escritas en los últimos ocho años por algunos de los compositores europeos más importantes del momento.
En su tercera visita a Galicia, SIGMA comenzó con un guiño a su estupendo concierto del año 2017 en Santiago de Compostela, donde habían tocado Knossos (2016), cuarteto de Alberto Posadas que abre Poética del Laberinto (2016-17), ciclo grabado por SIGMA en 2018 para el sello Wergo. Una de las grandes ventajas del directo frente al disco es que en la Domus herculina sí pudimos experimentar la espacialización del cuarteto concebida por Posadas en su entrada al escenario: una de las formas de laberinto musical que nos tiende Knossos, partitura que, así escuchada en su comienzo, descentra la topología al uso del cuarteto, haciendo más compleja nuestra orientación acústica durante el deambulatorio que va reagrupando a Josetxo Silguero, Alberto Chaves y Alejandro Oliván junto a un Andrés Gomis que ya esperaba a sus compañeros en el rectángulo de luz en el que SIGMA Project ha tocado en la Domus.
Es el movimiento de los músicos por el espacio el primero de los muchos laberintos que, evocando al cretense que da título a Knossos, escuchamos en este cuarteto inicialmente confiado a cuatro saxofones sopranos que expanden la célula germinal expuesta por Gomis, desde una vibrátil y tensa microtonalidad creada con el habitual refinamiento armónico de Alberto Posadas, un compositor de cuyo dominio del multifónico en el saxofón son buena muestra tanto Poética del Laberinto como el ciclo Veredas (2014-18) y New perspectives on the saxophone. From sonic exploration to composition, uno de los manuales más completos del saxofón contemporáneo.
Pero la construcción del sonido llevada a cabo por Posadas no sólo comprende lo más espacial y arquitectónico, sino los más nimios resquicios, en los que se lleva a cabo todo un entrecruzamiento de técnicas y sonoridades que hacen del cuarteto un laberinto en sí mismo, además de un modelo estructural que parece marcado por lo fractal, al ir transportándose patrones de sonido y movimiento de unos saxofones a otros. Sumada a dicha construcción, se da en Knossos una progresiva transformación armónica y tímbrica del cuarteto, pues tres de los sopranos se cambiarán por saxofones alto, tenor y barítono, hasta completar el cuarteto tradicional. Ello genera un oscurecimiento paralelo al aquietamiento de su pulsátil vibración, que sólo en los compases finales conoce cierto estatismo, al alcanzar el final del laberinto y enfrentar cara a cara al Minotauro: momento de paralización, asombro y aniquilación sonora, en el que sólo restan unos mínimos haces de luz emanados desde los vestigios del cuarteto.
Al igual que Knossos, SIGMA Project también fue el conjunto encargado de estrenar Milk Spilt on a Stone (2017), cuarteto de Helga Arias que utiliza la plantilla a la que finalmente había arribado la partitura de Posadas para explorar, como es habitual en la compositora bilbaína, un universo muy refinado en el que los instrumentos acústicos parecen remedar sonoridades electrónicas, aquí entrelazadas como un fluido en color metal, a pesar de las albares connotaciones que pinta en el título de esta partitura el poema de William Butler Yeats en el que Milk Spilt on a Stone se basa.
Como en el caso de la primera pieza del programa, estamos ante una obra que se refiere al movimiento y a sus múltiples posibilidades, aunque el laberinto es, aquí, la propia vida y las decisiones que en ella tomamos, sin posible vuelta atrás. Helga Arias habla de su cuarteto como de un camino de desintegración hacia la nada, seguido, como nuestra existencia, a través de la intuición: convertida en sonido por los saxofones. Ese proceso muestra una fuerte coherencia interna, marcada por la densidad y lo entrelazado de sus materiales desde la serie de multifónicos que entre los músicos se hilvana; unos multifónicos armónicamente muy sugerentes, así como vivificados por ese pulso rítmico tan característico de SIGMA Project, lo que confiere un dinamismo y una direccionalidad a Milk Spilt on a Stone que hacen que, como la propia vida o esa leche derramada, no deje de fluir, aunque en sus compases conclusivos se alcancen paisajes previamente imprevisibles, en los que todo se estanca y enrarece texturalmente.
Si la partitura de Helga Arias procede a retirar capas de sonido para hacer evidentes los estratos armónicos camuflados en la prolija red de multifónicos a través de los cuales, en sospeso, el cuarteto veladamente resplandece, un proceso visualmente antitético pudimos ver durante la interpretación de SIGMA en la enorme pantalla de la Domus, en la que contemplamos al artista César Barrio en una creación con tintas de colores derramadas sobre un proyector de transparencias. Sumergidos en esas dos formas de liquidez artístico-musical, el final de Milk Spilt on a Stone conquista un nuevo territorio tímbrico, al retirar los cuatro músicos las boquillas y trascender lo armónico para alcanzar unos paisajes ruidistas de denso aire sin tono que nos transportan a otra dimensión, de perturbadora y radical belleza, como la creada por César Barrio.
Dentro de un programa tan rico y bien construido, los ecos a nivel técnico y estilístico entre las cinco partituras no han dejado de sucederse. Así, y aunque Raphaël Cendo nos presente en su cuarteto con electrónica Homeless Carrera (2020) unos principios estéticos totalmente diferentes, esos ataques sin boquilla han vuelto a aparecer; en el caso del compositor francés, en una clave que diría post-saturada, pues el ruidismo no tiene aquí un peso tan importante, mientras que la reformulación de los constructos melódicos y armónicos tradicionales nos habla de nueva etapa en el catálogo de Raphaël Cendo, por el compositor galo denominada “Saturación histórica”.
Compuesta durante el confinamiento, la electrónica integra acordes tonales que expanden la sonoridad del cuarteto, tan tramada en multifónicos, técnicas extendidas y texturas saturadas, hasta convertirlo en un quinteto, siendo interpretada dicha parte en vivo (en A Coruña, lanzada por el percusionista Noè Rodrigo). Sonidos de ordenador y teléfono móvil, que el propio Cendo califica como “pobres”, integran una electrónica más simplificada que la impresionante parte acústica del cuarteto, con pasajes abrumadores de furibunda expresividad que Cendo deriva de la violencia de nuestro tiempo y sus sucesivas crisis, hasta un final “nihilista” que nos vuelve a hablar del francés como uno de los compositores más potentes e interesantes del siglo XXI.
Tercera parte del ciclo para cuarteto de saxofones y acordeón microtonal KHÔRA (2013-19), Khôra II (2014) nos dejó unas excelentes sensaciones, convirtiéndose en la partitura más aplaudida en la Domus, y no fue para menos, ya no sólo por la excelencia con la que SIGMA la ha interpretado, sino por las muchas virtudes que aquilata la pieza de José María Sánchez-Verdú, una obra que juega con dos parejas de saxofones sopranos y dos saxofones bajos; estos últimos, al fondo del escenario, y enfrentados los sopranos a ambos lados del mismo. Es, éste, uno de los usos del espacio que Verdú explora en Khôra II, junto con los giros que, cual derviches (en sentidos opuestos) realizan los sopranos, en un movimiento tan característico del compositor andaluz.
Y es que las relaciones entre “movimiento en el espacio, gesto y quiromancia” están entre las referencias de un cuarteto que nos remite al Timeo de Platón y a su relectura por Jacques Derrida, analizando las matrices en las que se enfrentan el mito y el logos, lo irracional y lo racional, como en ese parlato que proyectan a los saxofones bajos Alberto Chaves y Josetxo Silguero, convocando un lenguaje no sabemos si perdido o utópico. Entramados de fonéticos se suman, así, a unas texturas tímbricas en los saxofones bajo las que subyacen melodías y armonías arcaicas: palimpsesto y ágora de civilizaciones que es seña de identidad de Sánchez-Verdú. Resonancias culturales, literarias, históricas y filosóficas se superponen a las musicales para reformular el cuarteto de saxofones, con una paralela reinvención de las melodías mediterráneas que se intuyen en su canto, tensando la armonía. Todo un lujo de obra e interpretación.
Cerró el concierto el mexicano Víctor Ibarra, otro compositor muy vinculado tanto a SIGMA Project como a Galicia, donde hace ocho años estrenó su Homenaje a Francisco Toledo (2014). Como dicho concierto para saxofón y ensemble, Grande Équerre: ensayo sobre la negación (2014) nos remite al mundo de la pintura, tan querido por Ibarra; en este caso, a Antoni Tàpies y a su cuadro de denso informalismo matérico Grande Équerre (1962), una obra cuyos campos monocromáticos son convertidos en tensiones terrosas y simbolistas, revisitando Ibarra el trabajo del pintor catalán a través de un ensayo de Juan José Lahuerta sobre dicho cuadro.
Gran símbolo de la negación, Ibarra toma de Grande Équerre su violenta imposición de final de un camino, llevando al cuarteto a unas tensiones extremas que hacen que el saxofón barítono suene en sobreagudos, cual soprano, gracias al descomunal trabajo de Alberto Chaves en este cuarto estreno de la noche en Galicia. En los compases finales destaca la acongojante labor de Josetxo Silguero en el saxofón bajo, sin boquilla y acumulando rugosidades en brochazos como un Tàpies del saxofón, demostrando por qué SIGMA Project es, en la actualidad, el mejor cuarteto europeo de saxofones.
Es, por ello, que el encuentro de SIGMA con el Festival RESIS se antojaba necesario, y así lo demostró el concierto del pasado 21 de mayo, estupendamente presentado por Chus Álvarez y acompañado por una soberbia serie de proyecciones a cargo del Colectivo MOM, en las que, con ecos de Gerhard Richter, la música, la pintura y el cinematógrafo han sumado, como la decimoctava letra griega tomada por Leonhard Euler en el ámbito de las matemáticas, nuevas cotas de excelencia artística en Galicia.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao)