LA CORUÑA / Dos clásicos y un joven maestro
LA CORUÑA. Coliseum. 9-X-2020. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Nuno Coelho. Obras de Harvey y Beethoven.
El último programa de la Orquesta Sinfónica de Galicia unía a un clásico de nuestros días con un clásico de todos los días. Tranquil Abiding (1999), de Jonathan Harvey (1939-2012), es una muestra perfecta de por dónde ha ido el lenguaje de esa música que ha sabido sentirse libre de influencias endogámicas, pero sin renunciar a lo que el devenir de su propia estética, y la del entorno, ha ido dando de sí, incluyendo ese espectralismo a que se refería Xoan Manuel Carreira en sus notas al programa. El título de la obra remite, según el propio autor a “un término budista que se refiere a un estado de concentración en un único foco… Una inhalación sobre una nota aguda, seguida de una exhalación sobre otra más grave”. El resultado es una suerte de pulso creciente, a modo de pedal con ramificaciones dinámicas y tímbricas que por momentos cobran una cierta autonomía sin dejar de pertenecer a un todo expresivo. El universo estético de la pieza tiene que ver con algunos compatriotas coetáneos de Harvey y con esas músicas nórdicas que hoy se escuchan con cierta frecuencia y con no menor ni menos merecido éxito. Es música bella, intensa, comunicativa y que invita a una escucha, por decirlo así, interiorizada, como corresponde también a un compositor que ha hecho de lo espiritual una de sus pautas creadoras. La versión de la Orquesta Sinfónica de Galicia al mando de Nuno Coelho fue impecable, cuidadosa, consciente del lenguaje y de su significado.
El joven (Oporto, 1989), premiado —en el Concurso de Cadaqués, por ejemplo— y suficientemente preparado maestro portugués firmó luego una magnífica versión de la Pastoral beethoveniana en la que mostró, junto a una orquesta muy concentrada, no sólo competencia técnica sino una idea muy clara de la partitura en la que, a mi entender, destacó el modo de tratar el segundo movimiento, con una delectación casi al límite, demorado pero clarísimo, definiendo muy bien cada plano sonoro —fue una excelente idea la de colocar primeros y segundos violines enfrentados—, cuidando enormemente cada mínimo detalle dinámico con naturalidad y sin aspavientos. Fue un Beethoven del que parecía pender como de un hilo el sinfonismo schubertiano. ¿Qué quiere decir eso? Pues probablemente que la Pastoral puede escucharse con un cierto sentido no sólo fundacional —el tópico del poema sinfónico— sino también aleccionador. O que hay relecturas que provocan, y de eso se trata. Estupendo maestro este Nuno Coelho —ya dio una muy buena impresión hace dos temporadas— que merece sin duda que se acabe esta pesadilla pandémica, se normalice la vida concertística en todas partes y pueda seguir dirigiendo las mejores orquestas. Por ejemplo esta Sinfónica de Galicia en sesión, afortunadamente, menos agobiada por ruidos externos que la primera del ciclo.
Luis Suñén