LA CORUÑA / Diálogos con la tradición, en clave plural
La Coruña. Museo de Bellas Artes. 29-IV-2023. Laia Falcón, soprano. PluralEnsemble. Director: Fabián Panisello. Obras de Fabián Panisello, Dan Yuhas y Arnold Schoenberg.
Dentro del progresivo crecimiento que, desde su fundacional 2018 y hasta 2023, ha experimentado el Festival RESIS, el concierto al que hoy nos asomamos ponía sobre el escenario del Museo de Bellas Artes herculino dos de las apuestas más firmes del director artístico de este festival, Hugo Gómez-Chao: la presencia en La Coruña de las agrupaciones nacionales e internacionales de referencia en el repertorio contemporáneo, así como el diálogo de la música de nuestro tiempo con la gran tradición del siglo XX.
De entre los conjuntos españoles especializados en dicho repertorio, pocos presentan la solera, la discografía y la solvencia del PluralEnsemble, agrupación que se presentó por primera vez en RESIS el sábado 29 de abril, con su fundador, el compositor y director hispano-argentino Fabián Panisello, al frente.
En un auditorio nuevamente abarrotado (pues las entradas se habían agotado semanas antes del concierto), fue precisamente una partitura de Fabián Panisello la que abrió el programa, À 5 (2017), obra que da título al último compacto del propio Panisello en el sello IBS, en el que se reúnen cinco obras registradas en 2020 por el PluralEnsemble (un disco con notas de Jesús Castañer y ya reseñado por Tomás Marco para Scherzo).
Dividida en tres movimientos, À 5 es, como su título explicita, un quinteto para violín, violonchelo, flauta(s), clarinete(s) y piano marcado por su sólida construcción (entramada en hexacordos), su motilidad incesante y una capacidad para construir masas de sonido que van de lo huidizo a un peso muy físico, de rotunda sensualidad, en lo más asible y matérico de sus entramados armónicos. Estamos ante una partitura derivada de la pieza de teatro musical Les Rois Mages (2017-18), de donde le llega esa incansable movilidad, así como los elementos mágicos e imaginativos que fertilizan À 5 por doquier, ya desde un primer movimiento, Asymmetrical butterflies, que, lanzado por un Duncan Gifford soberbio durante todo el concierto en el piano, va insuflando al quinteto ritmos entrecortados y fuertes contrastes tímbricos entre los pares de instrumentos que remedan a esas mariposas cuyas asimetrías se citan en el título: violín/violonchelo y piccolo/clarinete bajo; instrumento, este último, en el que Antonio Lapaz ha estado realmente brillante, con un sonido muy redondo y repleto de infiltraciones entre la rugosidad sin tono —de corte más ruidista— y su crucial apoyo armónico para el quinteto desde el registro grave, en directo diálogo con el piano.
Los ritmos sincopados, las sorprendentes cesuras en el discurso poético y los requiebros de Asymmetrical butterflies nos hablan de un compositor, Fabián Panisello, que domina la materia sonora con maestría: fruto de su larga experiencia como director, lo que redunda en que, incluso en los momentos de mayor abigarramiento y densidad de À 5, todas las líneas instrumentales resulten cristalinas; claro que aquí ayuda, y mucho, el hecho de escuchar la pieza en vivo por el PluralEnsemble y el propio Panisello al frente.
Mientras, y a pesar de su título, el segundo movimiento, Free, impulsive, se escucha como un proceso de meditación, con su pulso suspendido y un bello diálogo de resonancias tímbricas entre los instrumentos. Es un movimiento que exige una respiración pausada, dejar que el silencio empaste al quinteto, algo que en el Museo de Bellas Artes se benefició de una recogida acústica, convirtiéndose Free, impulsive en un momento de acumulación de reverberaciones e impulsos pretéritos para lanzar el conclusivo Fluent: movimiento final de À 5 que es una joya de las direccionalidades armónicas, las micropulsaciones rítmicas y la respiración de/con lo histórico en la música actual, a través de una serie de citas —como no podía ser de otro modo en una partitura de temática epifánica— provenientes del Weihnachtsoratorium BWV 248 (1734) de Johann Sebastian Bach.
La febrilidad de Fluent, con su cascada armónica desde el registro agudo en progresivo descenso —cual gran glissando estructurado en muescas entre los cinco instrumentos—, da lugar, con sus sucesivas paradas y cesuras, a que sobre el silencio subsiguiente no sólo recaiga (por inercia y resonancia) toda la materia armónica previa, sino a que la propia historia de la música se precipite, agolpe y habite esos espacios silentes entre las vertiginosas arquitecturas rítmicas: intersticios en los que los temas bachianos resuenan, deconstruidos de forma microtonal, en lo que parece un homenaje, por parte de Panisello, ya no sólo al Kantor, sino al piano en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono de compositores como Charles Ives, Ivan Wyschnegradsky, Julián Carrillo o Alois Hába. Con ellos comparte Panisello una concepción armónica basada en un refinadísimo trabajo de los microintervalos, lo que le permite manejar células y pulsos rítmicos más proliferantes y enrevesados, a lo que suma un cuerpo y una rugosidad, en los compases más densos y rotundos de À 5, totalmente del siglo XXI.
Tras haber escuchado una obra tan lograda como À 5, la segunda partitura del programa, el cuarteto Flashes (2017), del compositor israelí Dan Yuhas, se nos ha hecho algo pesada, con su estructura tan autorrecurrente y su falta de desarrollo. Y no es que le hayan faltado, puntualmente, materiales interesantes a esta partitura para clarinete y trío de cuerda, sino que la reiteración en los mismos y el abuso de la oposición de viento y cuerdas la ha privado de un recorrido más imaginativo, abundando en lugares comunes estructurales y en ecos de una tradición armónica un tanto manida.
De hecho, más que los flashes a los que el título del cuarteto nos remite, diría que la denominación más apropiada hubiese sido circles, pues la música parecía no salir de un forzado y claustrofóbico empecinamiento en bucle: sensación que compartió buena parte del público, ya no sólo por las conversaciones habidas al final del concierto, sino por esos tan sintomáticos movimientos que manifiestan el aburrimiento en las butacas. La interpretación, por descontado, no ha sido esta tarde la causante de ello, pues el PluralEnsemble ha vuelto a bordar una partitura que concede un enorme protagonismo a un Antonio Lapaz soberbio al clarinete; pero, cuando el material se agota, ni un Ligeti podría convertir en oro el cobre (y ya que citamos al genio húngaro, es una pena que, estando el Plural sobre el escenario, no se hubiese aprovechado su visita a La Coruña con Fabián Panisello —dado su excelente registro ligetiano en el sello NEOS— para añadir una nueva partitura a una dedicatoria de RESIS 2023 a un György Ligeti cuya presencia ha quedado muy diluida, con sólo dos obras en el conjunto del festival).
Cerró el concierto todo un clásico del siglo XX, así como un verdadero epítome de eso que Juan Goytisolo decía “modernidad atemporal de las obras llamadas a perdurar”. Nos referimos al Pierrot Lunaire (1912) de Arnold Schoenberg, partitura sobre la que huelgan las presentaciones, si bien es interesante ponerla en contexto, pues en el propio Museo de Bellas Artes el Pierrot ya había sido tocado el 17 de junio del 2007, como parte del extinto Festival Mozart, en una versión con sopranista, Flavio Oliver, entonces acompañado por el Grupo Instrumental Siglo XX con dirección de José Luis Temes.
Fabián Panisello también ha dirigido Pierrot Lunaire con voz de sopranista, Lucas Rößner, junto al Ensemble Phoenix de Basilea, a lo que le sumamos sus repetidas experiencias con Salome Kammer como solista. En RESIS, la voz ha estado a cargo de la soprano madrileña Laia Falcón, aunque lo de «soprano» representa un pequeño rango de la enorme tesitura abarcada por una cantante que ha sido capaz de sintetizar, en su magistral interpretación herculina, algunas de las voces con más registros y perfiles en Pierrot, como las de Helga Pilarczyk (Adès, 1961), Barbara Sukowa (Koch Schwann, 1988), Phyllis Bryn-Julson (RCA, 1991) o Christine Schäfer (DG, 1997).
Laia Falcón ha dado una auténtica lección de canto, tanto en técnica como a la hora de convertir los poemas de Albert Giraud en toda una paleta de registros emocionales: de lo infantil e ingenuo a lo diabólico e insinuante, acompañadas las mil y una inflexiones de su fonación por una sobria gestualidad que nos remite tanto al cabaret de comienzos del siglo XX como a la concepción del Pierrot como un verdadero crisol en el que resuenan muy distintos estilos musicales: piedra angular para (y no creo esto que sea casualidad), un año después de la muerte de Gustav Mahler, crear un mundo nuevo, aunque no exento de raíces y cristalizaciones de la tradición romántica germánica: y aquí radica una de las grandes virtudes de la versión dirigida en RESIS por Fabián Panisello, en el hecho de no estilizar de forma exagerada lo dramático ni en forzar la articulación como si estuviésemos ya en la segunda posguerra mundial.
En absoluto: el PluralEnsemble ha estado en el punto justo de lo que sería una lectura contenidamente expresionista en la segunda década del siglo XX, dejando a Laia Falcón que expusiera lo más extremo por medio del canto y la torsión de su articulación, que pasa de implosionar arias cuasi líricas a un sprechgesang pleno de mordiente, que martillea sin rubor la estructura (a)tonal de cada canción, haciéndonos ya respirar plenamente —que decía el opus 10 del propio Schoenberg— “el aire de otros planetas”.
Desde luego, de otro planeta ha sido el canto de una Laia Falcón sobrecogedora y deslumbrante: gran protagonista de este Pierrot que, en RESIS, nos ha vuelto a mostrar la importancia de escuchar en directo estos grandes clásicos del siglo XX de forma frecuente. La vivencia, así, de los rizomas del estilo se hace, incluso, más acusada; máxime, cuando se percibe tal sabiduría como la desplegada por Fabián Panisello y los músicos del PluralEnsemble. Serenade, decimonovena pieza de Pierrot Lunaire, ha sido un estupendo ejemplo en La Coruña, pues el tan admirado (y estudiado), por parte de Schoenberg, Johannes Brahms pareció renacer en el dúo de violonchelo y piano, evidenciando ese trazo del siglo XIX que aún pervive en Pierrot, fertilizándolo.
Lo hace, también —y no tengo dudas al respecto (especialmente, tras mi conversación el pasado sábado con el director hispano-argentino)—, la concepción de la voz operística que Fabián Panisello tiene: presente en la articulación, en la dramatización de los intervalos y en el sentido prosódico que Laia Falcón ha desplegado en RESIS, rubricando el mejor Pierrot Lunaire que uno haya escuchado en tierras gallegas.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao / Festival RESIS)