La atención del cliente
No es el presupuesto el recurso más limitado de los teatros de la ópera, sino la atención del público. A los programadores cada vez les resulta más difícil competir con el torrente de dopamina que generan las pantallas. Nos pasamos el día escrolleando, pero apenas procesamos lo que leemos y escuchamos. La fatiga informativa provoca estrés, ansiedad, insomnio y falta de concentración. El problema ya no es el cansancio, sino el estado de excitación del público antes de que se eleve el telón. Por eso la gente ya no se duerme en la ópera. Simplemente piensa en otra cosa. O se lleva la mano al bolsillo.
El sueño de la afición, lejos de producir monstruos, los ahuyenta. Al fin y al cabo, sólo quien acude a una función de ópera para liberarse del ritmo desbocado del presente puede permitirse el lujo de una discreta y reconfortante cabezada. Precisamente para estimular la atención de sus clientes, la Ópera de París alquila por una noche (la del 16 de julio) el Palco de Honor del Palais Garnier, que ha sido desguarnecido de butacas para alojar una cama de matrimonio a juego con el recargado estilo napoleónico de la sala. Lástima que la reserva sólo se pueda hacer a través de la app de Airbnb. ¶
Benjamín G. Rosado