Kristian Bezuidenhout
No se deja ver —y escuchar— mucho Kristian Bezuidenhout por Madrid, pero en menos de dos meses ha dado un recital con piezas de Schubert y Mozart en la Fundación Juan March (17 de octubre) y ahora va a tocar el Quinteto para piano y cuerdas en Mi bemol mayor op. 44 de Schumann, junto al Chiaroscuro Quartet, en la sala de cámara del Auditorio Nacional (11 de diciembre). El fortepianista —y clavecinista— surafricano ya tocó aquí en 2009 y dice tener un recuerdo imborrable de la “maravillosa” acústica de este escenario.
Usted nació en Suráfrica, creció en Australia, estudió en Estados Unidos, vive en Londres y trabaja sobre todo en Alemania… Le podemos poner la etiqueta de ‘ciudadano del mundo’, ¿no?
Más o menos he pasado una media de diez años en cada sitio. Lo máximo que he vivido en el mismo lugar ha sido diez años y medio, en Nueva York. Pero el próximo año Londres se convertirá en la ciudad en la que he vivido más tiempo.
Con tanto viaje, ¿en realidad vive en Londres?
Para ser exactos, podríamos decir que mi lavadora está en Londres y que voy a allí para hacer la colada. Oficialmente vivo en Londres, pero paso más tiempo fuera que en ella.
Y para centrar otra cuestión: usted toca sobre todo e fortepiano, pero también toca el clave y el piano. ¿Qué se considera a sí mismo?
Es una buena pregunta. No lo sé, realmente no lo sé… Creo que me considero un intérprete de teclado, en el sentido de que me eduqué en el piano moderno y de que mi primer contacto con los teclados históricos fue con el clave, no con el fortepiano, que llegaría algo más tarde. Me gusta pensar que soy alguien que tiene delante de sí un instrumento y que intenta darle sentido a ese instrumento según lo que le dice la música, y no que soy un fortepianista o un artista Steinway… No me gusta imponerme esas barreras, sino ser flexible.
Sin embargo, lo que más toca es fortepiano. De hecho, todas sus grabaciones discográficas están hechas con fortepiano, salvo las Sonatas para clave y violín que recientemente grabó con Isabelle Faust.
Sí, es lógico que la gente me asocie más con el fortepiano que con los otros dos instrumentos. Pero estoy intentando acabar con esa idea. La grabación de las sonatas de Bach fue la primera que he hecho con clave, pero próximamente van a llegar otras.
Otra cosa que me llama la atención en sus grabaciones es que no hay, por el momento, ningún recital a solo.
Pronto lo va a haber. Mis próximos proyectos son conciertos para clave de Bach y, dentro de un par de años, un disco en solitario con piezas de este mismo compositor. (…)
El día 11 toca en Madrid con el Chiaroscuro Quartet. Estamos hablando de uno de los grandes cuartetos historicistas del momento, pero en España es poco conocido. Y ello a pesar de que uno de sus miembros, el violinista Pablo Hernán Benedí, es madrileño.
Es un cuarteto soberbio. Tiene un sonido, un nuevo sonido, que es único. En el actual panorama de los cuartetos, su manera de tocar es completamente inusual. Me lo imagino ya tocando en la sala de cámara del Auditorio Nacional, cuya acústica es maravillosa. La adoro, es uno de mis sitios favoritos para tocar. Creo, con sinceridad, que el Chiaroscuro Quartet es el digno heredero del histórico Quatuor Mosaïques. Hoy en día hay grandes cuartetos, pero la inmensa mayoría toca con cuerdas metálicas. Con cuerdas de tripa, hay pocos que alcancen el nivel del Chiaroscuro. (…)
Eduardo Torrico
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 346 de Scherzo, de diciembre de 2018)