José Hernández Pastor: “Trato de ver las ‘no fronteras’ entre las diferentes culturas”
Al contratenor valenciano José Hernández Pastor sus amigos lo conocen como Pepe. Tiene un hablar pausado que transmite paz. Alto, apuesto y de pelo largo, con una barba regia que a más de una persona le evocaría la figura de un Cristo amable del siglo XXI. La mirada de sus ojos es profunda; su presencia, espiritual. En la noche del día en que me entrevisté con él, Pepe presentaba en el Festival Abvlensis En alas del espíritu, un singular “concierto ceremonial” con melodías del canto llano de la tradición occidental. El altar de la Iglesia de San Andrés había sido iluminado para la ocasión con una tenue luz azulada que causaba un extraño y cautivador efecto en el pequeño crucifijo que colgaba de la bóveda, era como si levitase. Pepe Hernández Pastor viste completamente de blanco para el “espectáculo”. Su instrumento, la voz; la sensualidad, su presencia.
¿Cómo se definiría usted a sí mismo?
Me viene un ser apacible…
Eso lo dice quizás como persona…
Sí.
¿Y cómo músico?
Como músico diría que cada vez más está transmitiéndose ese ser apacible. Me gusta mucho cuando siento que la música sirve de instrumento para generar ánimos positivos, equilibrio.
Para alguien que no le haya escuchado nunca, ¿cómo se come eso de que un hombre cante canto llano con voz de mujer y encima a cappella?
Esto surgió de un retiro de meditación. Diez días en silencio sin absolutamente ningún estímulo externo. Silencio y ni siquiera gestos. La idea es estar contigo mismo. De ese silencio es más fácil que surjan ideas. Es como si hubiera algo debajo de un lago y el nivel va bajando conforme hay más calma y afloran cosas. Por algún motivo, me vino la idea de poder estar yo solo en una iglesia interpretando algún repertorio… Y entonces vino el gregoriano. Pero esa idea quedó aparcada cuando acabé el retiro. Después seguí practicando meditación, empecé a cantar mantras, a sentir los efectos que tenían sobre mí y sobre el público (por lo que me contaban). Entonces, me acordé del gregoriano y de que en la cultura occidental también tenemos cantos que han sido generados, pensados, cuya volición era también conectar con la divinidad, con la luz o con tu interior. Por esas dos vías llegó este programa, En alas del espíritu. Me puse en contacto con mi catedrático de musicología, Ángel Medina. Yo estudié musicología en la Universidad de Oviedo. Ángel es experto en gregoriano y todo un personaje, un erudito. Me ayudó con mis ideas de plasmar, por ejemplo, los elementos como el agua, la luz, el fuego, que están presentes en muchas culturas, y buscarlos en el canto gregoriano para también ver que desde este canto se dirige la voluntad para conectar con la divinidad. De alguna manera, se trata de ver las “no fronteras” entre las diferentes culturas, es decir, ver las similitudes entre diferentes culturas.
En el ámbito profesional, ¿le resulta muy difícil que le incluyan en los programas? Porque usted entiende la música como algo espiritual…
Llevo unos años en que, después de una crisis emocional y vocal… Hará unos seis años, tuve una afonía y estuve un año como que la voz no acaba de funcionar. La voz era lo que nunca me había fallado. Era como si la vida me dijera “bueno, ni siquiera esto es seguro ni es tuyo”. Así que digamos que tuve que hablar con la voz. Me di cuenta de ciertas cosas, de cuándo funcionaba y cuándo no. Sobre todo funcionaba muy bien cuando se alineaba con la intención de la música, cuando no cantaba por interpretar, plasmar o reflejar unas frases o una cantata, sino cuando conectaba con la intención con la que se había escrito. Y eso es más fácil cuando es espiritual.
Retomando la pregunta que le he hecho antes, ¿es fácil que le incluyan en los programas?
Lo que me está pasando es que soy yo el que está buscando programas que me lo faciliten. A raíz de En alas del espíritu y del éxito que está teniendo, me han pasado cosas que no me han pasado en toda mi vida como, por ejemplo, que me llamen organizadores sin haber yo siquiera presentado el material. Eso es muy raro. Normalmente lo envías, te contestan… En este caso, me han llamado en varias ocasiones. Eso es una señal. Otra señal es el retorno del público. Cuando llevas tantos años, aprendes a calibrar cómo te viene la gente después del concierto. A los que no les gusta es muy difícil que vengan a decírtelo, pero a los que les gusta o tienen algo que decirte, hay intensidades, hay registros que me hicieron ver que la cosa estaba funcionando. Dado este éxito, estoy buscando programas que me permitan hacer lo mismo.
¿Qué diferencia hay entre el Pepe de hace quince años y el Pepe de ahora?
Esto me encantaría contestarlo bien. Digamos que el Pepe de ahora se hace más caso a sí mismo. Esta sería una diferencia grande. Trata de ser fiel a sí mismo, de confiar en sí mismo…
¿Significa eso que antes no confiaba en sí mismo?
Antes yo creo que me influían más los parámetros, clichés y la vara de medir de otras personas. Ahora me importa más como me sienta yo por dentro.
Probablemente, las personas que se acerquen motu proprio al tipo de música que usted hace lo harán porque tienen algún tipo de interés, pero ¿qué pasas con esas personas que no escuchan ese tipo de música? ¿Tiene algún mensaje para ellas?
La música es un lenguaje abstracto. En ese sentido, les diría lo mismo que si entran en un museo de arte contemporáneo. Veo mucha gente preocupada por si entiende o no entiende este o aquel cuadro, ¿no? Y he coincidido con bastantes artistas en que lo que quisiera el pintor es que sientas el cuadro. Lo que sea. ¡Da igual! Un artista no puede determinar la recepción de lo que propone o emite. Él tiene su intención y el público, simplemente, ha de resonar o no con lo que se le propone. A mí lo que me fascina es la belleza de estas melodías. Tienen una interválica y comportamientos que sugieren mucha belleza en sí mismos. Desde el punto de vista sensual, me resulta cautivador. Lo busco.
¿Se vería haciendo otro tipo de repertorio que escape al canto llano, al Renacimiento, al Barroco?
He hecho bastante música contemporánea. Incluso he hecho alguna incursión en música que llaman ambient techno, pero con la misma intención de generar energía positiva. He actuado un par de veces y ha sido también muy satisfactorio.
Habiendo estudiado piano, ¿canta acompañándose usted mismo al piano?
Sí, alguna vez sí. Para mí requiere más esfuerzo y mucha práctica, porque no estoy acostumbrado y se me va la atención al uno o a la otra. Si me grabara, seguro que notaría que me he despistado, que la voz se ha despistado. Aunque cuando es muy sencillo, alguna vez me he grabado haciendo bordones gregorianos, experimentos que hago en la escuela de yoga que tengo. Y también lo disfruto, pero prefiero estar a cantar.
Practicando el yoga como usted hace, ¿hablar del futuro es relevante? Lo digo por lo del aquí y el ahora…
Siento que todo es presente. Incluso si pienso en el enero que viene, pues lo veo en este momento. Eso sí que me sucede.
Se lo preguntaba porque quisiera saber cómo ve usted su carrera como músico en el futuro…
La veo con felicidad. Con felicidad y con confianza. Con una sonrisa.
Dentro de unas horas, cantará usted en la Iglesia de San Andrés, en Ávila, presentando En alas del espíritu al público del Festival Abvlensis. ¿Tiene usted algún mensaje para esas personas?
Que todo está bien.
¿A qué se refiere con eso de que todo está bien?
Aquí entramos en el terreno de lo inefable. Cuando uno practica meditación, a veces puede confiar en lo que el maestro le está transmitiendo, pero sobre todo va adquiriendo certezas por sí mismo. Esta es mi experiencia. Cuando consigues un nivel de consciencia determinado, te das cuenta de que, en realidad, todo está bien. La mente tiene preocupaciones, ansiedades, incertidumbre, pero todo está bien.
¿Es lo mismo “todo está bien” que aceptar?
Aceptar en el sentido de poder mirar con claridad lo que hay. No en el sentido de resignarse, porque no tomamos como bueno o malo lo que hay. Es lo que hay. Nunca sabemos qué es lo que nos puede traer. Hay verdaderas calamidades que han provocado verdaderas felicidades también.
¿Qué le gustaría hacer dentro de, por ejemplo, diez años?
Seguir viviendo, seguir disfrutando. Y desde luego me veo siempre vinculado a la música. Veo la espiritualidad también muy presente, pero también soy muy consciente de que nunca se sabe qué ocurrirá dentro de diez años.
Habla de que todo está bien, de disfrutar, de ser feliz, ¿qué les diría a todas esas personas que piensan que no todo está tan bien o que todo está mal?
Eso es difícil, pero les diría que las entiendo. Por mi propia experiencia, sé que hay momentos, etapas, que nos hacen mirar más al lado triste. Sin embargo, hay personas que mirando ese mismo paisaje ven lo alegre.
¿Cuál ha sido entonces el momento más feliz de su vida?
La verdad es que me veo viviéndome a mí mismo en diversas situaciones. Cantando. Eso me ha venido enseguida: los focos, la voz, el público. Cuando conocí a mi pareja. Enseguida me ha venido la cara de mi actual pareja. ¡Y mi niño! Ahí tengo la foto con él. Esas tres cosas. Viviéndome a mí mismo en esas tres situaciones.
Michael Thallium