Jean Rondeau: “Las ‘Goldberg’ requieren una gran concentración, y esta cada día escasea más”
No es habitual que un músico dedique un año entero de su vida a interpretar una única obra. Jean Rondeau (París, 1991) está inmerso en una gira de casi cincuenta conciertos por Europa y América, en la cual toca exclusivamente las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach. La gira transcurre por carretera, en una furgoneta donde transporta su propio clave, conducida por él mismo y por su afinador. Por si no tuviera suficiente con ello, Rondeau acaba de publicar en CD (Erato) su versión de las Goldberg, que no deja indiferente a nadie. Charlamos con Rondeau entre el concierto que ofreció en el Palau de la Música de Barcelona el pasado 28 de abril y el de la Fundación Juan March de Madrid, del día 30. El clavecinista francés, de apariencia tímida, gana mucho en las distancias cortas, en las que deja que aflore su arrolladora personalidad.
¿Cómo lleva su Año Goldberg?
Me encuentro, más o menos, en la mitad de la gira. La empecé en febrero y la acabaré en diciembre, en Alemania, tras haber tocado en noviembre en Canadá y Estados Unidos. Al margen del número de conciertos, lo que la hace especial es que todos, salvo el de Madrid y, obviamente, los de América, los voy a hacer con el mismo instrumento. Podríamos, por tanto, decir que es una inmersión absoluta en esta obra… y en este clave, que es de mi propiedad.
Se trata un clave construido por Jonte Knif y Jukka Ollikka, que no es el que ha empleado en la grabación ni tampoco en la que realizó antes con sonatas de Domenico Scarlatti.
No, ese es un instrumento construido por Jonte Knif y Arno Pelto. Es casi el mismo modelo, basado en diversos claves alemanes, pero cambia uno de los constructores. Su sonido me parece fascinante y por eso lo he utilizado para estas dos grabaciones en solitario. Sin embargo, para el CD con los conciertos de la familia Bach utilicé el mío. (…)
Usted ya había grabado antes las Variaciones Goldberg. Lo hizo en el 2017, en el Concertgebouw de Brujas, y se plasmó en un vídeo que está disponible en YouTube. Aquellas Goldberg duraban 94 minutos y estas que ha grabado ahora duran 107. ¿Cómo se puede explicar tanta diferencia?
Sinceramente, no lo sabría explicar. Yo fui el primer sorprendido cuando acabamos todo el proceso de edición y comprobé lo que duraban. Fue un shock. No sé los motivos, pues no me gusta comparar. Por eso, ni siquiera he visto el vídeo de la grabación de 2017.
Porque la partitura es la misma, la de la Biblioteca Nacional de París de 1740, en la que aparecen varias correcciones hechas de puño y letra por el propio Bach, ¿no?
Sí, es la única que utilizo. Cada vez que trabajo en una obra, procuro acudir a la fuente más auténtica. Si se me plantean preguntas a la hora de afrontar la interpretación, el que sin duda mejor me las puede responder es el propio autor. Si estás trabajando en partituras revisadas por otros, corres el riesgo de cometer los mismos errores que cometieron los que hicieron las revisiones y los que utilizaron esas partituras revisadas. Como no han sobrevivido manuscritos originales de las Goldberg, al menos aquí dispongo del facsímil de una copia que consultó Bach y sobre la que él mismo hizo correcciones. Eso quiere decir que Bach debía de estar bastante de acuerdo con lo que figuraba en dicha partitura. Como músico, quiero ser yo mismo el que tome las decisiones, no dejar las decisiones en manos de editores. (…)
Eduardo Torrico
[Foto: Clement Vayssieres]
(Comienzo de la entrevista publicada en el nº 385 de SCHERZO, de junio de 2022)