INNSBRUCK / ‘Cesare in Egitto’ de Giacomelli: amor en tiempos de guerra
Innsbruck. 7-VIII-2024. Arianna Vendittelli, Emőke Baráth, Filippo Mineccia, Margherita Maria Sala, Valerio Contaldo, Federico Fiorio. Accademia Bizantina. Director musical: Ottavio Dantone. Director de escena: Leo Muscato. Geminiano Giacomelli: Cesare in Egitto.
Durante tres siglos, la ópera barroca Cesare in Egitto del italiano Geminiano Giacomelli (1692 – 1740) ha permanecido en el oscuro olvido. Se dice que el libreto lleva la firma de los jóvenes Carlo Goldoni y Domenico Lilli, libretistas del próspero Teatro Giovanni Grisostomo en Venecia. Representada por primera vez en noviembre de 1735, esta obra fue conocida y querida más allá de las fronteras italianas y, aunque comparte título con el Giulio Cesare in Egitto de Georg Friedrich Haendel, estrenado en Londres en 1724, la ópera de Giacomelli enfoca la célebre historia de amor entre Cleopatra y Julio César desde una perspectiva diferente, proponiendo una caracterización más matizada de los personajes.
Al alzarse el telón, 25 arias se suceden ante nuestros ojos y oídos, adornadas con virtuosos trinos y salpicadas de frenéticas coloraturas. Sin embargo, no logran conmovernos. Quizá porque el universo de Haendel, con arias que perfilan el carácter de los personajes, plenas de complejos giros y disonancias, y con la brillante capacidad de retratar musicalmente a las personas, nos resulta más cercano que el veneciano carácter ligero de Giacomelli, cuyas exageradas emociones se acercan más al mundo exterior de los personajes que a su vida interior, haciendo eco del estilo operístico predominante en la Venecia de 1735. La vibrante obertura en tres partes, que Ottavio Dantone —maestro del clave y del podio— lideró con precisión en el Teatro Estatal del Tirol durante la inauguración del 48º Festival de Música Antigua de Innsbruck, prometió un refinado espectáculo. Dantone, con su inconfundible y prodigioso carácter inquisitivo, creó una atmósfera músico-dramática que emanó delicadeza desde el foso, en un estilo gozoso y juguetón, propenso a los comedidos arrebatos vocales. Su Accademia Bizantina fascinó e inspiró sin reservas. ¡Dantone es un golpe de suerte para el futuro del prestigioso Festival de Innsbruck!
Sobre el escenario, nos encontramos con los seis protagonistas en un espacio dominado por enormes soldados romanos, ataviados con las armaduras de color escarlata que en su día vistieron Julio César y sus hombres. Para evocar el Antiguo Egipto conquistado por César, el escenógrafo Andrea Belli ha creado un laberinto circular de muros tallados con jeroglíficos, entre los cuales los personajes parecen esconderse y perderse. César aparece armado hasta los dientes: metralletas, cuchillos y botas de combate. Las mujeres, en cambio, lucen mayor elegancia: Cleopatra evoca a Elizabeth Taylor con su turbante, mientras que la afligida Cornelia viste de terciopelo negro, acorde con su luto.
El Cesare de Giacomelli se interpretó con un nivel artístico admirable. Arianna Vendittelli (Cesare) deslumbró con la elegancia y distinción de su delicada y bien controlada voz de soprano. La verdadera artífice del argumento es la enlutada Cornelia que, tras el asesinato violento de su esposo, recibe su cabeza en un cofre azul. Margherita Maria Sala encarnó a esta Cornelia bellamente, con una coloratura apropiada, equilibrada entre la furia y el dolor. Tolomeo, el independiente guerrero interpretado valerosamente por el tenor Valerio Contaldo, no resultó del todo convincente. Emőke Baráth (Cleopatra) triunfó con su brillante y virtuosa interpretación. Tanto Filippo Mineccia (Achilla) como Federico Fiorio (Lepido) convencieron con sendas voces de contratenor, nobles y precisas.
El público ovacionó generosamente a todo el elenco, especialmente a Arianna Vendittelli y Emőke Baráth. La delicada voz de Federico Fiorio, que irradia sensibilidad, es un auténtico descubrimiento. ¡Un solista excepcional! En contraste, la acogida al equipo de producción dirigido por Leo Muscato fue más bien tibia, ya que su decepcionante puesta en escena careció de imaginación y sus personajes, de profundidad. Sin embargo, la velada fue musicalmente vibrante y exitosa. El público que llenó por completo el Großes Haus del Teatro Estatal de Innsbruck celebró con entusiasmo el genio artístico de Ottavio Dantone y su brillante Accademia Bizantina que, como orquesta residente durante los próximos cinco años, consolidará la reputación y la proyección internacional del Festival de Innsbruck.
Barbara Röder
(fotos: Birgit Gufler)