GRANADA / Tres maneras de sonido español

Granada. Palacio de Carlos V. 29-VI-2022. 71º Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Tabea Zimmermann, viola. Jean-Guihen Queyras, violonchelo. Orquesta Ciudad de Granada. Joven Academia de la Orquesta Ciudad de Granada. Director: Lucas Macías. Obras de Albéniz/Guerrero, Sotelo y R. Strauss.
Hay muchas maneras de acercarse a lo español en música. Tres de ellas han sido hermosamente expuestas en este concierto sinfónico del festival granadino. Por un lado, una música del nacionalismo que, representando lo mejor de un momento creativo en el piano español, siempre se ha discutido sobre su posible vocación orquestal. De la monumental Iberia de Albéniz el propio autor orquestó El puerto, que no se suele tocar, puesto que también es una de las cinco orquestadas por Arbós, que son las que más se hacen, ya que el complemento del resto emprendido después por Carlos Suriñach apenas se toca.
El empeño parcial de Arbós impidió que Ravel acometiera esta tarea (una verdadera lástima) y otras orquestaciones, como la de El Corpus Christi en Sevilla de Stokowski o la total de Peter Breiner, tampoco se han difundido mucho. A finales de los 90, Francisco Guerrero se atrevió con ello, pero a su muerte solo había completado seis de los doce números. Y, aunque Jesús Rueda ha trabajado en el resto, no son dos personalidades iguales. Guerrero más que orquestar, versionó de manera moderna esta música y lo hizo muy bien, pero su trabajo ha sido más alabado que tocado, quizá por su extrema dificultad instrumental. En este concierto su propuesta para El Albaicín muestra las muchas virtudes de esa labor, pero también los frenos que tiene para circular adecuadamente. Difícil, brillante y personal, cuya programación en el 25º aniversario de su muerte honra al festival, pues es una conmemoración que debiera tener mayor extensión nacional.
A finales del siglo XIX, Richard Strauss iba culminando sus excepcionales poemas sinfónicos y produjo una obra de inspiración literaria española: Don Quijote op. 35, que evoca y hasta describe la novela de Cervantes, pero que yo diría que es mejor escucharla independientemente de su base, al menos por españoles, y tomarla como una grandiosa obra orquestal en la que la forma poemática se funde con la concertante por la presencia virtuosa de un violonchelo solista que representa al protagonista. Una introducción, el tema, diez variaciones y un final que consiguen una obra maestra indiscutible, necesitada de un gran violonchelista como lo fue el francés —nacido en Canadá— Jean-Guihen Queyras, brillante, cálido y dúctil en una actuación estelar. La viola Tabea Zimmermann le acompañó también perfectamente en un papel más secundario pero esencial. Y tuvo la profesionalidad y el gusto de no asumir únicamente los solos sino de sentarse como primera de la fila de violas transportándolas hacia un nivel excepcional.
Pero Zimmermann tuvo su mayor expresión magistral en la forma en que asumió el estreno de la obra nueva, Cantes antiguos del flamenco, que el festival había encargado a Mauricio Sotelo con motivo del I Centenario del Concurso de Cante Jondo de Granada. Sotelo ha tratado muchas veces el flamenco en el contexto de la creación sonora contemporánea. Aquí continúa su interesante labor con el flamenco más antiguo y un concepto tímbrico que cruza los terrenos melódicos, rítmicos y armónicos para lograr obra singular de indudable raíz flamenca pero insobornable voluntad experimental. La viola asume sin duda el papel que en otros momentos tiene un cantaor, pero los ritmos intuitivos de este se convierten en medidas musicales complejísimas que Zimmerman dominó soberanamente muchas veces secundada por un percusionista de cajón flamenco ampliado. La orquestación es tímbricamente elaborada y necesita de un equilibrio que solista director buscaron y encontraron.
El festival acertó al encargar una obra sinfónica en el centenario del Certamen de Cante Jondo a un autor como Sotelo, que es el que más ha trabajado el tema modernamente. Eso, como programar a Guerrero en su aniversario, demuestra que la dirección apunta mucho más allá que solo a hacer buenos conciertos. Los hace, y con un plus de atención, actualidad e interés que se agradece.
La labor solista fue superior, pero también la orquestal. Hay que proclamar que la Orquesta Ciudad de Granada, ampliada por su Joven Academia, dio una lección de profesionalidad y categoría musical al enfrentarse con las tres obras, nada fáciles, y ofrecérselas al público de manera irreprochable. Al frente de la formación granadina, su titular, el onubense Lucas Macías, se planteó todas las obras como un verdadero mediador entre la escritura compositiva, la entrega de su orquesta y la necesaria conducción de los mensajes musicales hacia un público que era el feliz receptor de una jornada que resultó, por todos los conceptos, absolutamente emotiva.
Tomás Marco
(Foto: Fermín Rodríguez – Festival Internacional de Música y Danza de Granada)
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