GRANADA / Los conjuntos nacionales, con la ‘Misa solemnis’ de Beethoven
Granada. Palacio de Carlos V. 73 Festival de Granada. 26-VI-2024. Orquesta y Coro Nacionales de España. Solistas: Sarah Wegener, soprano; Wiebke Lehmkuhl, contralto; Maximilian Schmitt, tenor; Ashley Riches, bajo-barítono. Director del coro: Miguel Ángel García Cañamero. Director: David Afkham. Beethoven: Missa solemnis en re mayor op 123.
La tradicional visita de los conjuntos nacionales al Festival de Granada se produjo, en esta edición, con la repetición de la interpretación de la Missa Solemnis de Beethoven que escuchamos en Madrid el pasado fin de semana. Mismos protagonistas, incluyendo el cuarteto solista. Evitaré a los lectores, en beneficio de la brevedad, las consideraciones sobre las tremendas dificultades, de escritura y concepto, que entraña la partitura beethoveniana. Las pueden encontrar en la reseña del concierto madrileño mencionado.
La comparecencia granadina contaba, a priori, con alguna ventaja sobre la madrileña: dos conciertos más tras el reseñado del día 21, y algún ensayo adicional. Pero también contaba con alguna desventaja, porque la acústica abierta del Carlos V es siempre un reto para el buen encaje, en tanto que dificulta considerablemente que los músicos se escuchen bien unos a otros. La dificultad se vuelve mayor cuando el contingente es importante (como es el caso) y cuando la obra es de por sí de complicado ajuste.
La sensación que dejó la interpretación de Afkham fue parecida a la apreciada en Madrid. Plausible intención, aún falta de madurar y profundizar en el desentrañamiento del complejo mundo expresivo de una misa que habla con devoción, pero también con fe a veces dubitativa, escéptica, atormentada. El resultado fue, en este sentido, un tanto corto de hondura. Con un empaste generalmente plausible, se apreciaron no obstante dudas en algunos ataques, que parecieron faltos de decisión (el inicial del Kyrie, o el del Credo), y hubo algunas fases de desajuste palpable (la fuga del Et vitam Venturi saeculi, el primer Hosanna). Quedó al firmante, quizá más que en Madrid, la sensación de que la orquesta era llevada, en lo que a volumen se refiere, a medio gas, quizá (aunque esto, naturalmente, es especulativo por mi parte) por no aumentar la ya de por sí inhumana exigencia de la partitura al coro. Exigencia que, además, hoy día, con el diapasón medio tono por encima del empleado en la época de Beethoven, se antoja aún más despiadada.
Cabe reiterar lo apreciado respecto al cuarteto solista en Madrid, aunque aquí, escuchado más cerca del escenario, la poca presencia vocal de Riches pareció menos evidente. Wegener y Schmitt confirmaron ser las voces más importantes del cuarteto, aunque Lehmkuhl lució un notable nivel en el Agnus Dei. La concertino Valerie Steenken lució su bello sonido, de no grande presencia, en el Benedictus, que posiblemente fue, de nuevo, el momento más acertado de la velada.
Sobre la prestación de orquesta y coro, cabe reiterar, además de las cuestiones apuntadas más arriba, lo dicho en la reseña mencionada, incluidos los esperables apuros de las sopranos en las ascensiones continuadas de Beethoven al La y Si agudos. Éxito, en todo caso, notable de Afkham, los solistas y los conjuntos nacionales. A la vuelta del verano, como ya dijimos el otro día, aguarda un inicio con otro miura beethoveniano: Fidelio.
Rafael Ortega Basagoiti
(foto: Fermín Rodríguez / Festival de Granada 2024)