GRANADA / Europa Galante y Fabio Biondi: del desengaño al placer
Granada. Palacio de Carlos V. 24-VI-2022. Haendel: Il trionfo del Tempo e del Disinganno. Marie Lys, soprano; Vivica Genaux, mezzosoprano; Sonia Prina, contralto; Francesco Marsiglia, tenor. Europa Galante. Violín y director: Fabio Biondi. • Colegio Mayor Santa Cruz la Real. 25-VI-2022. Europa Galante. Violín y director: Fabio Biondi. Obras de Geminiani y Vivaldi.
El conjunto Europa Galante, con su director, el violinista Fabio Biondi, ha dado en esta edición del Festival de Granada dos conciertos de muy distinta naturaleza, y también con un resultado desigual. El primero de ellos, interpretado el viernes, llevaba en el programa el extenso oratorio profano de Haendel, escrito en su juventud romana, Il trionfo del Tempo e del Disinganno; el segundo, al día siguiente, el Concerto grosso nº 12 en Re menor, “La Follia”, y las celebérrimas Cuatro estaciones de Vivaldi.
Como decimos, el resultado resultó desigual. En el caso del oratorio, si se nos permite utilizar la propia alegoría moral de este, aparte del tiempo (la representación terminó pasada la una y media de la madrugada), primó el desengaño sobre la belleza y el placer, si bien también hubo muestras de estos elementos a lo largo de la interpretación. Lo mejor de todo fue el propio conjunto instrumental que, bajo la dirección de Biondi, realizó una interpretación elegante y matizada en general (por momentos muy ‘vivaldiana’, sobre todo en inicio mismo de la sonata de la obertura), con unos pianissimi bellísimos, si bien adoleció de algún desmayo puntual, o incluso problemas de afinación (los oboes) y, sobre todo, de ciertos momentos de descoordinación con los cantantes —que se sumaron a los de los propios cantantes entre sí en algunos de los números conjuntos, si bien solían aprovechar el da capo para resarcirse, como en una segunda oportunidad—; sí cabe destacar, aparte de al propio Biondi al violín, el papel de la clavecinista/organista (quien alternó ambos instrumentos, colocados uno frente a otro).
Por lo que respecta a los solistas, resultaron el principal problema de la interpretación. El tenor Francesco Marsiglia tenía un timbre muy bello, pero su ejecución resultó plana y poco lucida. La emisión de voz de la mezzosoprano Vivica Genaux resultaba peculiar, oscilaba entre el vibrato y la agilidad entrecortada, seca, de muy difícil empaste con el resto de sus compañeros en los números conjuntos; ni siquiera en la famosísima Lascia la spina, magníficamente acompañada por la orquesta, su mejor momento de la noche, contenida, musical, consiguió remontar del todo el vuelo. La contralto Sonia Prina suplió con dramatismo y expresividad —fue la más actriz de los cuatro— una voz de timbre metálico en la que el vibrato se volvía casi trémolo, también de muy difícil encaje con el resto. La voz más destacada de la noche fue sin duda la de soprano Marie Lys, alada, con muy buen gusto en los adornos de las partes da capo, especialmente brillante en las arias lentas: Io sperai trovar nel vero, o el aria final, Tu del ciel ministro eletto, que consiguió que el concierto terminara con buen sabor de boca. Una interpretación por tanto algo decepcionante, mejor en la segunda parte que en la primera, donde se vio a los músicos más concentrados y a Biondi muy implicado en la dirección. Tampoco ayudó la decisión técnica de proyectar los subtítulos sólo de las arias y no de los recitativos, donde radica la acción, de forma que el público que no fue prevenido con el texto se enteró de poco de la alambicada y larguísima alegoría.
En el concierto del sábado, sin embargo, las expectativas se cumplieron y volvió la belleza y, sobre todo, el placer. No sabemos si relacionado de algún modo con el concierto anterior, Biondi estuvo especialmente atento a sus músicos, tocando en los tutti de cara a ellos y muy cerca, de espaldas al público, para girarse solo en los momentos solistas; les daba indicaciones muy concretas y aun llegó a decirles algo entre alguno de los movimientos. La interpretación, sobre todo la de Las cuatro estaciones, resultó literalmente espectacular, en concreto por lo que respecta al propio Biondi como solista, extremando, tremendista incluso, a veces al límite, no exento de algunos problemas producto del arrebato pero siempre seguro y musical en sus decisiones.
Como ya viene siendo habitual en la interpretación de Las cuatro estaciones (y, en particular, las de esta formación), esta parecía destinada a desautomatizar una partitura consabida, y resultó peculiar, plena por momentos de detalles y giros sorprendentes, adornos y cambios bruscos de tempo, con momentos sobrecogedores, como el adagio molto del otoño, pianissimo y tenso, que por momentos parecía música contemporánea. En este sentido, fue una interpretación en el sentido genuino de la palabra, interesante, viva, lúdica y efímera, que concluyó con bis de la tormenta veraniega y que Biondi dedicó de forma expresa y ecologista al agua, con una mención a los problemas de sequía que atraviesa Italia.
José Manuel Ruiz Martínez
(Fotos: Fermín Rodríguez)