GRANADA / De Bach a Kurtág: la extraordinaria exquisitez de Isabelle Faust
Granada. Patio de los Arrayanes. 28-VI-2022. 71º Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Isabelle Faust, violín. Obras de Bach y Kurtág.
Isabelle Faust es una gran violinista alemana acostumbrada a todos los géneros, que no por preferir la música de cámara deja de ser una virtuosa eterna como lo demuestra el haber sido lanzada como vencedora del Concurso Paganini de Génova de 1993 y habérsele facilitado desde 1996 por el Banco de Würtenberg el uso de un famoso Stradivarius, el llamado “Sleeping Beauty” de 1704, que volvió a los conciertos tras trescientos años en poder de aristocráticas familias. Faust posee una técnica refinada y un sentido interpretativo que la capacita para los repertorios mas variados, como así ha sido en su impecable recital en el Patio de los Arrayanes granadino con un programa que saltaba desde las esencias abstractas y barrocas de Bach a la modernidad de György Kurtág. ‘Bach Modern’ era el título.
Bach escribió su colección de sonatas y partitas para violín solo como una demostración de la capacidad armónica de un instrumento hasta entonces considerado monódico, culminando el proceso en la monumental Chacona de la Partita nº 2. Y de ese corpus Faust escogió como principio y final del recital dos de las sonatas. La Sonata para violín nº 2 en La menor BWV 1003 fue compuesta en 1720 en cuatro movimientos —Grave, Fuga, Andante y Allegro— durante su estancia en Cöthen y el título del primer movimiento no debe ocultar una pieza muy característica que se acerca rítmica y estructuralmente la Tocata. La Fuga es amplia y magistral, de resultado contundente. El Andante es una arioso melódico muy expresivo y el Allegro brillante y jubiloso. Por su lado, la Sonata para violín nº 3 en Do mayor BWV 1005, de la misma época, se abre con un Adagio que engloba un ostinato que generará toda la obra. La Fuga Alla breve se basa en un coral varias veces utilizado por Bach mientras el Largo es un conciso tempo lento. El Allegro assai final es amplio y de una contagiosa motricidad. Isabelle Faust hizo magistrales versiones de ambas obras que sonaron con rotundidad y belleza.
El húngaro György Kurtág ha desarrollado una carrera lenta pero profunda, con obras de culto muchas veces cercanas a un mundo de micropiezas que mira tanto a Webern cono a Bartók, a veces juntadas en colecciones de ‘juegos’ que en él tienen un sentido especial. Entre las violinísiticas, Isabelle Faust escogió siete de diversas épocas que se reúnen con otras de la colección Signs, Games and Messages. La más antigua era Kromatikus feleselös de 1987, posteriormente revisada. El título alude al cromatismo libre de la pieza que es también un juego como lo es también la breve The Carenza Jig de 1989 que la Faust dio como brillante final. Doloroso de 1992 es un sentido canto breve mientras Hommage à JSB de1998 es un lejano tributo a Bach. …für den, der heimlich lauschet (…para quien escucha en secreto) de 2001 es una especie de mensaje secreto y del mismo año es In nomine- all´ongherese, pieza algo mas amplia en el estilo del violín tzigane. La mas reciente era …féerie d´automne… de 2004, una pieza de sonoridad tenue, casi en los límites de la audición.
Isabelle Faust dio a cada pieza de Kurtág su justa medida como también se lo diera a las sonatas bachianas y logró un concierto de honda musicalidad y esplendor técnico. Todo con el mismo violín, solamente cambiando el arco barroco y el moderno. Un concierto de extraordinaria exquisitez, culminado por dos propinas también barrocas, que creó una magia especial en el crepúsculo del Patio de los Arrayanes, ambientes y programas que cuida con alquitarada experiencia Antonio Moral, director del Festival, en una edición particularmente brillante en este año de normalización.
Tomás Marco
(Foto: Fermín Rodríguez)