Gloria en el cielo y en la tierra paz: clausura de la temporada de la ORCAM

Madrid. Auditorio Nacional. 2-VII-2019. Marta Matheu, Pilar Vázquez, Gustavo Peña, David Menéndez. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Coro RTVE. Director del coro de RTVE: Juan Pablo de Juan. Maestro de coros: Bo Wannefors. Director: Victor Pablo Pérez. Obras de Fernando Velázquez y Beethoven.
El ciclo de las nueves sinfonías de Beethoven, encaradas por la ORCAM y Victor Pablo Pérez a lo largo de este curso, llegó a su fin alegre, libre (Freude, Frei) y solemne con el último concierto de su temporada. En primer lugar, una bella obra de Fernando Velázquez, una Cantata de estío en la que el coro calentaba motores para lo que venía a continuación, y en la que Velázquez le conducía hacia ese final lleno de explícito sentido: “Laetus sum vivendi”. Velázquez es compositor de obras en las que la atmósfera se define con trazos sugerentes, y no solo en sus partituras para el cine, como la de El orfanato.
No sé cuántas veces he visto a Victor Pablo Pérez dirigir la Novena de Beethoven. Recuerdo una, en el Teatro Real, allá por los años ochenta, primera mitad (qué jóvenes éramos todos todavía, y él más aún), y desde luego tengo presente la dirigida a la Sinfónica y al Coro Nacional en el ciclo de las nueve novenas del CNDM, en 2017.
Una vez más, importa lo artístico, el resultado de ese enfoque particular de Victor Pablo Pérez ante Beethoven. E importa, además, el propio fenómeno. Una temporada ambiciosa toca a su fin con este concierto de cierre que diríamos que ha atraído más público que cualquier otro. La ORCAM y su ciclo, junto con el Coro juvenil y la Camerata infantil (bello, singular experimento, insistimos), se han consolidado. Por su propio mérito y esfuerzo, por la categoría de titulares como Encinar o Victor Pablo, por sus invitados, por sus propios músicos, por los apoyos recibidos. Pero ha sido una temporada que ha tenido sus aristas y hasta sus dramatismos. Intra portas, por decirlo así.
Victor Pablo Pérez enfoca la Novena de Beethoven con ese criterio que en tiempos se llamó objetivista, lo que no le resta planteamiento dramático, pero sí le niega excesos de calor teatral. Sea como sea, el Finale pone un punto de emoción no solo inevitable, sino que no hay que evitarlo. No caigamos en el kitsch, pero no enfriemos la bebida que ha de servirse con su justa medida de fuego. Y así fue. Se dice que el Allegro ma non troppo inicial es el más difícil de los movimientos de esta enorme sinfonía, y lo cierto es que el desarrollo de la misma partió de una acaso más tímida propuesta, pero lo que vino a continuación fue un crecimiento que alcanzó su cima precisamente en el Adagio, no en los fortes del Vivace-presto; el Adagio es un movimiento sublime que es preciso dar de manera sublime (o no hay perdón), y aquí se consiguió ese momento bello de canto y de introspección, de lirismo y emoción. Para, después, encarar el temible pero muy agradecido Finale (agradecido, si lo has trabajado previamente con dos elementos siempre citados en las artes no sé si por invento de Jardiel o de Edison: inspiración y transpiración). Esos veinticinco minutos de sinfonismo entonces inédito (por amplitud, por desarrollo, por vocalidad, por coro) son la prueba de una conjunción de grupos artísticos y una voluntad con criterio: la de un director de una vez más que de una pieza, como Victor Pablo, la de dos coros en colaboración (el titular y el de RTVE, excelentes cooperaciones), la de cuatro solistas de muy alto nivel; y, en fin, la de una orquesta de menos de setenta músicos que parecía algo disminuida frente a los amplios efectivos corales, pero que sonó con un criterio más cercano a lo histórico que a los hábitos acumulados por tantos años de gigantismo en los conjuntos.
La ORCAM goza de buena salud. Una salud tal vez superior a la de las instituciones y los miembros. No es que la unión haga la fuerza (que, sin duda, es así), sino que la unidad de la institución cobra sentido por sí misma, y eso es suficiente para lo que importa, y lo que importa es el objetivo artístico y de público, doble y en realidad uno solo. A eso, algunos lo llaman estrategia. Por eso (algunos) dicen que hay veces en que lo que falla es tan solo la táctica.
Y para concluir, de la cantata de Velázquez entresacamos una cita: Omnia tempus habent, et suis spatiis transeunt universa sub caelo.