GINEBRA / Enérgico y fragil ‘Idomeneo’ por Leonardo García Alarcón y Sidi Larbi Cherkaoui
Ginebra. Grand Théâtre. 21-II-2024. Mozart, Idomeneo, re di Creta. Bernard Richter, Lea Desandre, Federica Lombardi, Giulia Semenzato, Omar Mancini, Luca Bernard, etc. Cappella Mediterranea, Orchestre de Chambre de Genève. Dirección musical: Leonardo García Alarcón. Puesta en escena y coreografía: Sidi Larbi Cherkaoui.
Tercera incursión de Mozart en la ópera seria tras Mitridate re di Ponto (1770) y Lucio Silla (1772), Idomeneo re di Creta es a la vez una culminación y un nacimiento. Compuesta en 1780-1781 sobre un libreto en tres actos del abate Giambattista Varesco en colaboración con el padre del compositor, Leopold Mozart, Idomeneo re di Creta KV 366 es una ópera basada en la mitología griega, que ya había inspirado al compositor francés André Campra para escribir su tragedia en cinco actos Idoménée sobre un libreto de Antoine Danchet, estrenada en París el 12 de enero de 1712. El libreto era una adaptación de la tragedia homónima (1705) de Crébillon père, rival de Voltaire. La ópera seria de Mozart se estrenó el 29 de enero de 1781 en el teatro Cuvilliés de Múnich, con coreografía de Claudius Le Grand. Para su reposición en Viena en 1786, Mozart escribió dos arias para sustituir dos números, uno en el segundo acto y otro en el tercero, y transcribió el papel de Idamante de soprano-castrato a tenor.
A pesar de haberse tomado la libertad de ir en contra del libreto, optando por el pesimista final del Idoménée de Campra, la nueva producción ofrecida por el Grand Théâtre de Genève resulta convincente. La puesta en escena del coreógrafo belga Sidi Larbi Cherkaoui cautiva por su claridad, su gracia, la interioridad expresiva de los sentimientos de los protagonistas, la flexibilidad de los cuerpos y la modestia de los personajes, enmarcados en una escenografía muy sencilla pero muy evocadora del escenógrafo japonés Chiharu Shiota, que despierta la imaginación del espectador, y un elegante vestuario japonés de la diseñadora japonesa Yuima Nakazato, con una gran variedad de texturas y colores, todo ello magníficamente realzado por la iluminación de Michael Bauer y, sobre todo, por los movimientos coreográficos del director. Pero los hilos rojo sangre –sin duda los del destino– son demasiado sistemáticos y omnipresentes, recordando el trágico destino de los troyanos y dibujando figuras geométricas de todas las formas que evocan los movimientos del mar y las tormentas en las que se enredan, desenredan y bambolean los bailarines y figurantes.
El reparto es homogéneo. Empezando por la magnífica Elettra de la soprano italiana Federica Lombardi, cuya noble estatura desmiente la tragedia de su situación, su voz es carnosa, flexible y ardiente. El tenor Bernard Richter, sustituto de Stanislas de Barbeyrac, es un Idomeneo sólido, seguro y brillantemente musical, a pesar de las dificultades que encuentra en las vocalizaciones, especialmente en el aria “Fuor del mar” del acto II. La mezzosoprano franco-italiana Lea Desandre es una Idamante conmovedora y benévola, la soprano italiana Giulia Semenzato es una Ilia de agudos incandescentes, y el tenor italiano Omar sobresale como Arbace, el tenor suizo Luca Bernard como el autócrata Sumo Sacerdote de Neptuno, mientras que la única voz grave de la obra, la del estadounidense William Meinert (el Oráculo), queda distorsionada por la cavernosa amplificación procedente de los altavoces. El Coro del Grand Théâtre de Ginebra brilla por su cohesión y su compromiso con la acción, al igual que el ballet que combina el del Grand Théâtre, dirigido por el director, y bailarines de la Eastman Company. En el foso, la dirección dinámica y fluida del director argentino Leonardo García Alarcón, al frente de su Cappella Mediterranea, reforzada para la ocasión por la Orquesta de Cámara de Ginebra, llevó la obra con valentía, apelando a su virtuosismo hasta los límites de lo posible, estando todos los instrumentos afinados “à l’ancienne” al tono de 430 Hz con cuerdas de tripa e instrumentos de viento históricos.
Bruno Serrou
(fotos: Dougados Magali)