GETAFE / Concentus König, sin complejos
Getafe. Catedral de Santa María Magdalena. 14-III-2021. Concentus König. Director: Jorge Suárez-Muñoz. Obras de Buxtehude.
Concentus König inauguró el pasado año el FIAS con un ambicioso programa que contenía obras de compositores germanos del XVII como Heinrich Schütz o Michael Praetorius (entre ellas, las Musikalische Exequien del primero). Ambicioso programa y… arriesgada propuesta, tratándose de un grupo español y, además, novel. Aunque poco a poco se le va perdiendo el respeto, su complejo tejido y, sobre todo, la falta de identificación con este repertorio hace que esta música se escuche muy poco por estos pagos. Ya solo por eso fue digno de encomio aquel envite de Concentus König, que ahora, en el Festival de Música Antigua y Sacra Ciudad Getafe, insiste en ese Barroco intermedio alemán cuyo principal exponente es Dietrich Buxtehude, del que ya en la edición de 2018 ofreció en este mismo festival los Membra Jesu Nostri.
El mundo es de los valientes y Jorge Suárez-Muñoz, director del grupo, sin duda lo es. Bajo el título de Abenmusiken (título que rememora aquellos conciertos gratuitos que Buxtehude organizaba y a veces interpretaba en la Marienkirche de Lübeck los días de mercado), Concentus König ofreció cinco obras corales (Der Herr ist mein mir Bux 15, Walts Gott, mein Werk ich lasse Bux 103, Jesu, meine Freude Bux 271 y Du Friedefürst, Herr Jesu Christ Bux 20 y Gott, Hilf mir Bux 34), así como otras dos instrumentales: la Sonata en Sol mayor para dos violines, violone y bajo continuo Bux 271 y la Sonata en Do mayor para dos violines, violone y bajo continuo Bux 266. ¡Casi nada! Más o menos como encerrarse en una plaza de toros para lidiar siete miuras en solitario…
En esta ocasión, el grupo estaba integrado por las sopranos Margarita Rodríguez y Manon Chauvin, el contratenor Jorge Enrique García, el tenor Diego Blázquez y el bajo Joseba Carril, más Miriam Hontana y Sònia Benavent como violines, Ismael Campanero con el violone (teniendo que cubrir con este la parte original para viola de gamba en algunas obras), la tiorba de Lerlys Morales y el órgano positivo de Daniel Oyarzabal. Supieron bregar con el inconveniente de la reverberante acústica de la Catedral de Santa María Magdalena y cuajaron una notable actuación, que en algunos momentos rayó lo sobresaliente. Sobre todo, en la última obra del programa, Gott, Hilf mir, puede que por haberse hecho ya completamente al espacio, por haber liberado por ese entonces toda la tensión o, tal vez, por haber sido la pieza mejor preparada de todas.
Las dos sopranos tuvieron mucho que cantar a lo largo de la velada y lo hicieron espléndidamente. A pesar de no diferir demasiado sus timbres, se complementaron y empastaron a la perfección. En el aspecto instrumental, las dos violinistas mostraron una asombrosa garra en las dos sonatas, que suplió cualquier deficiencia que pudiera observarse en su labor. El mérito de ambas, más allá de su sólida técnica y de esa garra a la que me refiero, radica en su juventud: Hontana tiene 23 años y Benavent 27. Apunten sus nombres, porque pronto tendrán la ocasión de escucharlas en no pocos conciertos.
Eduardo Torrico