FESTIVAL VERDI DE PARMA / Verdi, una corriente continua
Parma, Teatro Regio. 26-IX-2019. Verdi, I due Foscari. Vladomir Stoyanov, Stefan Pop, Maria Katzarava, Giacomo Prestia. Filarmonica Arturo Toscanini y Coro del Teatro Regio de Parma. Dirección musical: Paolo Arrivabeni. Dirección escénica: Leo Muscato.
Un festival siempre debe tener un carácter especial, algo de extraordinario, de no habitual. Esto resulta difícil con las óperas de Verdi, que están presentes de contínuo en todos los teatros del mundo. No se puede nadar contracorriente, sobre todo cuando la corriente es tan fuerte, ya que los esfuerzos resultan baldíos y no se llega a ningún sitio. De este modo la única forma de avanzar es unirse a ella buscando nuevos ángulos, nuevas maneras en el camino. El Festival Verdi de este año ha realizado su inauguración con un título poco frecuente, I due Foscari. Verdi comentó que esta ópera tenía una “tinta” demasiado triste, como un funeral, y es que el trágico destino del trío protagonista preside su música desde el inicio. Tres personajes (los dos Foscari, padre e hijo, y la mujer de este último) nos ofrecen todas las claves del melodrama verdiano, con el conflicto del padre en el centro. ¿Quién es el verdadero protagonista? En los últimos años nos hemos acostumbrado a que sea una ópera de barítono, gracias a las aportaciones de Leo Nucci y Plácido Domingo, pero en realidad los tres tienen la misma presencia. No en vano fue uno de los papeles que lanzó la carrera del gran tenor Carlo Bergonzi, quien fundó en Busseto un hotel de recargada decoración neoveneciana con el nombre de I due Foscari.
La nueva producción, a cargo de Leo Muscato resulta hermosa, simple, efectiva. Ciertamente una imagen directa de la tópica Venecia en que se desarrolla I due Foscari hubiese resultado peligrosa en estos tiempos de Instagram en el que se ha banalizado tanto la ciudad de los canales, asediada de turistas que cuelgan sus repetitivas fotos por la red. Una gran mampara semicircular se transforma ligeramente para convertirse en la Sala del Consejo de los Diez, los barrotes de una cárcel o la zona doméstica del Palacio Ducal de Venecia. Todo sutilmente conducido por una cuidada iluminación y un vestuario neutro de resonancias decimonónicas. Las referencias al Palacio Ducal donde se desarrolla la ópera están presentes desde un plano secundario abriendo así la acción hacia una cierta abstracción. Muscato consigue así crear un ambiente no del todo definido que apoya bien la trágica historia de los Foscari. Verdi poco dado a ambientaciones externas y más pendiente de las profundidades psicoanalíticas de sus personajes se lo hubiese agradecido.
El gran triunfador de la noche ha sido el barítono Vladimir Stoyanov, una de las grandes voces verdianas de su cuerda. Su voz amplia, rica en timbres, recoge todos los complejos matices del personaje, desde el intenso lirismo hasta la desesperada introspección. No en vano la interpretación de la dramática gran escena final fue muy aplaudida, lo que resulta muy meritorio ya que los antecedentes en este teatro nos remiten a voces míticas como Leo Nucci, Renato Bruson o Piero Cappucilli. El barítono búlgaro tal vez no se una a tan excelsa nómina, pero mantiene una llama sobre la escena lejos de nostalgias idealizadas.
El resto de los papeles protagonistas han estado encomendados a voces jóvenes, emergentes. El tenor rumano Stefan Pop comenzó con problemas en su aria inicial, especialmente en la cabaletta, un momento peligroso donde resulta difícil conjugar el lirismo romántico con la coloratura. Posee una voz lírica algo desigual que luce en muchos momentos. Mayor riesgo tiene el papel femenino, que encarnó la soprano mexicana Maria Katzavara. Su voz oscura no le impide mantener una línea ligera muy adecuada en otros momentos, aunque la ausencia de graves resulta un hándicap para los casi imposibles papeles del primer Verdi. El término de drammatica d’agilità refleja bien esta complejidad, compuestos para voces todoterreno que deberían aunar un extenso registro (de mezzo hasta soprano), un color dramático y la capacidad de afrontar la coloratura de las voces ligeras.
Los dos son jóvenes cantantes que están adentrándose en papeles que requieren una mayor madurez vocal y escénica. Pese a las dificultades pudieron en muchos momentos lucir una buena capacidad vocal. Quizás para ellos sea el momento de probarse en retos como estos complejos papeles del primer Verdi. Curiosamente el impulso inicial de sus carreras surgió de los concursos de Operalia (que ganaron Maria Katazarava en 2008 y Stefan Pop en 2010), tan importantes en la promoción de jóvenes cantantes. Uno de los grandes logros de Plácido Domingo, que ni mucho menos pasó por los teatros de ópera provocando el terror, como pretende insinuar la dura campaña de la prensa norteamericana. Al contrario, su herencia permanece por todo el mundo operístico en una larga generación, que podemos considerar como sus nietos.
Las formaciones del teatro Regio de Parma demostraron su buen oficio y su conocimiento del mundo verdiano. Magnífico el coro, con emocionantes contrastes como los susurros del inicio de la ópera. La dirección musical de Paolo Arrivabeni fue precisa y rítmica, apoyando la tensión del drama, efectiva sin buscar mayor profundidad. Al final numerosos aplausos para una buena función de un título poco frecuente, que merece conocerse mejor ya que contiene hermosas páginas de música y un sentido dramático que abrió el camino de Verdi hacia su obra de madurez.
Víctor Sánchez Sánchez