FESTIVAL TERRAS SEM SOMBRA / Performance gregoriana

Mértola, Portugal. Festival Terras Sem Sombra. Iglesia Matriz de Nuestra Señora de Entre las Viñas. 16-II-2020. En las alas del Espíritu: Voz y Silencio. José Hernández Pastor, contratenor.
La Cultura se construye a manera de palimpsesto, como un libro bajo cuyas letras aparentes se esconden numerosos textos anteriores que se superponen en una serie de mensajes que se sustentan los unos a los otros y que acaban por adquirir sentido sólo cuando se los considera de manera global. Pocos sitios hay donde esto se haga verdad material como en Mértola, en el Alentejo portugués. Allí, como en un libro de páginas escritas las unas sobre las otras, se suceden vestigios de la Edad del Hierro, romanos, paleocristianos e islámicos. Pero en su necrópolis se pueden contemplar lápidas en griego y hasta una con la menorá hebraica. Y todo en un conjunto armónico lleno de belleza imbricada en una naturaleza agreste domesticada por la mano humana desde hace tres milenios cuanto menos. Restos romanos sirven de basamento a una mezquita que acabó por transformarse en templo cristiano, pero que conserva restos de su mihrab en un todo armónico sustentado por un bosque de columnas que articulan un espacio singularmente diáfano.
Apropiado espacio, pues, para la inusual pero subyugante propuesta de José Hernández Pastor. Gregoriano a voz sola. Lo que hoy llamamos canto gregoriano es también, a su manera, un palimpsesto sonoro configurado durante siglos a base de la superposición de diversas tradiciones musicales, desde las orientales a las romanas. El cantante valenciano construye un discurso cimentado sobre los principios de la espiritualidad y adaptado al espacio concreto, moviéndose a lo largo del templo y entre el público, deteniéndose en el altar y encendiendo las velas cuando canta el introito Lux fulgebit, situándose junto a la pila bautismal al entonar Aqua sapientiae o empezando y terminando desde la oculta sacristía. La voz es espléndida, de enorme belleza tímbrica, con el vibrato justo en los momentos necesarios, de amplio fiato y con un muy expresivo uso de los reguladores. Diseñó largos dibujos melismáticos hilados con gran cantidad de matices, jugó con los silencios y hasta se permitió enfatizar y acentuar ciertas palabras en un sutil juego de referencias retóricas. El silencio del público, sólo roto por los entusiastas aplausos finales, es la mejor prueba de que voz y auditorio habían alcanzado una plena comunión espiritual.
[Foto: Elisabet Rodrigues-Sul]