Fallece a los 80 años el director de orquesta británico Andrew Davis
El gran director de orquesta británico Sir Andrew Davis falleció ayer en Chicago a la edad de 80 años, según ha confirmado su agente. El pasado año, Davis había sido diagnosticado de leucemia, enfermedad que se agudizó hace dos meses. Aparentemente lo estaba llevando bien; el desenlace, sin embargo, ha sido tan repentino como inesperado.
Andrew era un hombre jovial, amable, sin un enemigo en el mundo, siempre dispuesto a ayudar a un músico en apuros; un colega ejemplar.
Crecido en Hertfordshire, su carrera alcanzó el esplendor en la Orquesta Sinfónica de la BBC, de la que fue Director Titular entre 1989 y 2000, y en el Festival de Glyndebourne (del que fue Director Musical entre 1988 y 2000). Reconocible al instante por su barba y, sobre todo, por su eterna pajarita, Davis apareció en televisión en todas las temporadas de los Proms de la BBC y, de forma invariable, en la importante Last Night.
Fuera de Inglaterra, Andrew Davis fue director principal de la Sinfónica de Toronto (1975-88), de la Sinfónica de Melbourne (2013-2019) y de la Ópera Lírica de Chicago (2002-2021), estableciendo en todos los casos relaciones estables, jamás revoloteando de una quimera a otra. Sensible hacia los cantantes y a sus especiales necesidades, poseía el don de resolver los problemas antes de que surgieran.
Su repertorio era muy amplio, de Bach a Birtwistle, y su solvencia enorme. Recuerdo obras maestras ensayadas sin alharacas ni aspavientos que se saldaban en interpretaciones tan poderosas como discretas. Beethoven, Berg, Brahms, Britten o Elgar eran tratados bajo su batuta con respeto y meticulosa atención. Cualquier tensión que pudiera surgir durante los ensayos se disipaba con una broma.
Tras dejar la BBC, se trasladó a vivir a Chicago con su tercera esposa, Gianni Rolandi, una soprano estadounidense fallecida hace tres años.
La última vez que le vi dirigir fue en Liverpool, donde ostentaba el título de director emérito. Después del concierto, fuimos a tomar una copa al Hope Street Hotel. Una vez más, Andrew demostró su bonhomía, la de un tipo encantador, modesto y de fácil conversación, que en todo momento transmitía un amor ardiente por la música que hacía.
Sir Andrew Davis, descansa en paz. Hiciste bien tu trabajo.
Norman Lebrecht