Fahmi Alqhai: “En esta profesión no se puede ser débil”
De aquí a que finalice el estado de alarma decretado por el Gobierno y en tanto que dure la cuarentena, intentaremos que algunos músicos nos expliquen qué ha supuesto para ellos esta crisis y cómo están llevando el confinamiento domiciliario. Aunque, claro, que alguien te venga hablar de su cuarentena cuando somos 47 millones los ciudadanos que la estamos sufriendo en este país, me trae a la memoria una frase genial a la que recurría frecuentemente el inefable empresario José María Ruiz Mateos: “¡A Noé le vas a hablar tú de la lluvia!”. Emperezamos esta sección con el viologambista sevillano Fahmi Alqhai, en su doble faceta de director de Accademia del Piacere (uno de los grupos españoles más activos dentro y fuera de nuestras fronteras) y de director artístico del Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS), el cual tendría que haberse celebrado en estas fechas y ha quedado aplazado sine die.
¿Cuántas cancelaciones ha sufrido su grupo?
A día de hoy, vamos por diez conciertos cancelados, que obviamente no vamos a poder hacer, porque ya han pasado las fechas en que estaban previstos. Además, tenemos otros cuatro conciertos cercanos que nos están pidiendo dejar para más adelante. Imagino que, por decencia y buena voluntad, la mayor parte de los organizadores intentarán que los conciertos cancelados se hagan en cuanto las circunstancias lo permitan. El problema es que habrá programadores que intentarán incluir en la próxima temporada lo no se ha podido hacer ahora por culpa del coronavirus, y tal vez habrá músicos que ya tendrán cerradas esas mismas fechas, porque en esta profesión, salvo en España, no se trabaja de un día para otro, sino con meses y hasta años de antelación.
¿Cómo cree que va a afectar la crisis a la música en el aspecto económico?
Cuando empiecen los latigazos a las arcas públicas, vamos a ver qué pasa realmente, porque ya tenemos experiencias previas alentadoras de cómo afectan las crisis económicas a la Cultura. Sufriremos recortes, seguro, como pasó tras la crisis de 2008. Recortes que no sabemos hasta dónde pueden llegar, pero que igual son del cincuenta por ciento. Como ya hay quien augura que esta crisis va a ser mucho peor que la anterior, me temo que habrá festivales que acaben desapareciendo. Habrá que ver cómo queda la integridad de la Cultura después de este terremoto.
Como director del FeMÀS, ¿qué está proponiendo para salvar el festival este año?
La idea es trasladarlo al mes diciembre, pero nos estamos encontrando con dos grandes problemas: los músicos que iban a tocar ahora ya tenían conciertos comprometidos en ese mismo mes y, por otro lado, las salas que iban a acoger los conciertos del FeMÀS también tienen cubierta su programación. Si nos vemos obligados a trasladarlo a 2021, corremos el grave riesgo de que el presupuesto no sea el que teníamos en mente.
O sea, que usted no tiene uno, sino dos quebraderos de cabeza: como director de grupo y como director de festival.
Sí, pero también tengo otra cosa: una gran capacidad de resistencia. Así que creo que seré capaz de sobrellevarlo.
¿Qué hace durante la cuarentena?
Mi suerte es que el estudio está a doscientos metros de casa, así que voy allí a trabajar todas las mañanas. Me refiero a hacer labores de oficina, aunque también aprovecho para tocar y ensayar los programas que todavía no se han caído, por muy consciente que sea de que finalmente se acabarán cayendo. En fin, es un trabajo que queda hecho y que quizá sirva para el futuro. No me puedo quedar en casa y pasarme la cuarentena jugando a la Play Station, porque después, cuando se supere esto, va a llegar todo de golpe. Lo que más temo es que nos pidan hacer en cuatro meses (septiembre, octubre, noviembre y diciembre) lo que no se ha podido hacer ahora. Y eso va a ser una locura, porque nosotros, en esos cuatro meses, ya tenemos cerrados treinta y cinco conciertos. Por ello, aprovecho ahora para dejarlo todo editado y ensayado. En algunos casos nos va a ocurrir que nos enteraremos el día antes de lo que hay que tocar al día siguiente en un concierto, no me extrañaría.
Se lo toma con filosofía…
Lo llevo con buen humor, no me queda otra. En esta profesión no se puede ser débil. Y mucho más, si vives en España. Siempre he dicho que traes aquí a un músico alemán, acostumbrado a la forma que tienen de trabajar los artistas en Alemania, y… ¡se come una m… como un castillo! Pero, en cambio, llevas a Alemania a un músico español, que está acostumbrado a pelear a diario con las administraciones, y ese tío acaba convirtiéndose en capitán general con mando en plaza.
Eduardo Torrico