ESTELLA / Comienzo excelente a cargo de Stile Antico

Estella. Iglesia de San Miguel Arcángel. 3-IX-2022. Stile Antico. Obras de Aleotti, Cesis, Casulana, De La Rue, Margarita de Austria, Leonora d’Este, Tallis, Sheppard, Taverner, Weelkes, Byrd y Marsh.
Con el esperado concierto a cargo de Stile Antico en la Iglesia de San Miguel dio comienzo a la 53ª Semana de Música Antigua de Estella-Lizarra (SMADE). Una hora antes de la cita, y a modo de inauguración, los campaneros de la Catedral de Pamplona hicieron repicar las campanas de todas las iglesias de la localidad, quedando así avisados todos los allí presentes, los que acudirían al primer concierto y el resto. Ya en la Iglesia de San Miguel, Raquel Andueza, directora artística de la SMADE, hizo la presentación, y a continuación el público pudo escuchar un programa dedicado a las mujeres compositoras, intérpretes y mecenas del Renacimiento, en una propuesta que entroncaba directamente con el tema de la presente edición. En ella se reivindica el papel de la mujer en la creación y divulgación musical, un aporte esencial obviado demasiado a menudo en la historia.
Llegó entonces la ocasión de escuchar las voces de Stile Antico, que lucieron su característico sonido y resuelto canto desde el inicio, con todos los cantores del conjunto intercalados en el escenario, sin agruparse por voces. Este número, lógicamente, variaría y se adaptaría al requerimiento de cada pieza, desde 3 a las 12 que completan la agrupación británica. Quedó así constancia de su calidad en los motetes Exaudi Deus orationem meam de Raffaella Aleotti, y Cantemus Domino de Sulpitia Cesis, en los que los ataques iniciales y las líneas polifónicas se escucharon con precisión y claridad, sólo enturbiados por levísimas desafinaciones en algunas respuestas que irían ajustándose al máximo a medida que el concierto avanzaba. En la misma línea, el madrigal O notte, o ciel, o mar de Maddalena Casulana, a 4 voces (SATB), aportó una gran expresividad y variedad en el carácter, apoyado en un destacable trabajo en la prosodia y la musicalidad, especialmente en el final.
El público pudo disfrutar a continuación de Absalon fili mi de Pierre de la Rue, magníficamente interpretado por 9 cantores en total. Fue sin duda uno de los momentos más sublimes de la noche, cuando las texturas y las tesituras más graves se cohesionaron de forma magistral, con una intachable afinación que permitió asimilar la riqueza armónica que esta pieza encierra. Todo su potencial expresivo se acrecentó en la tercera repetición de Non vivam ultra, cantado en pianísimo, logrando un efecto embelesador. El carácter lúgubre proseguiría con Se je souspire/Ecce iterum, a 3 partes (ATB), si bien en su desarrollo y dificultad se pudieron apreciar imperfecciones en la afinación y en algún ataque.
Sicut lilium inter spinas, atribuida a Leonora d’Este, aportó variedad sonora y espacial, ya que las 5 voces femeninas que la cantaron en círculo y en penumbra se colocaron en el ábside del templo, entre el altar y el retablo. Alguna indecisión en la afinación de un pasaje descendente no fue ningún demérito a la dificultad de la obra y a la exigencia en la línea de soprano, que fue solventada con gran elegancia y seguridad. De igual manera, el responsorio de Pentecostés Loquebantur variis linguis de Thomas Tallis fue interpretado por 7 voces con mucha nitidez y prestancia en todas sus líneas. Mostraron un depurado trabajo en la articulación, con musicalidad y buen gusto, en el íncipit, en la intervención del tenor en el canto llano desde el pasillo de la iglesia, en forma de variedad dinámica y en las falsas relaciones, destacadas en su justa medida. Todo ello, con la salvedad de que el canto llano corrió a cargo de 4 cantores y que en la obra intervino todo el ensemble, puede aplicarse al grandioso motete Gaude, gaude, gaude Maria de John Sheppard que cerró la primera parte, sin duda otro de los momentos más destacables del concierto.
Tras un descanso de 10 minutos, comenzó la segunda parte con una nueva intervención de las 5 voces de mujer, desde una nave lateral en esta ocasión y cantando Veni sponsa Christi, atribuida a Leonor de Este. Le siguieron el motete a doble coro Ascendo ad Patrem meum de Sulpitia Cesis, interpretado con gran calidad, con brillo y equilibrio en su juego responsorial, así como el madrigal a 4 voces (SATB) Vagh’ amorosi augelli de Casulana, en el que se escuchó un pequeño desliz al comienzo en la voz de soprano, el motete Christe Jesu pastor bone de John Taverner, cantado con gran convicción —como cada vez que participaban los 12 cantores juntos—, y el madrigal a 5 voces (SSATB) All Creatures now are Merry-minded de John Bennet. La sintonía del grupo con el repertorio profano quedó patente entonces y en la pieza siguiente, As Vesta was from Latmos Hill descending de Thomas Weelkes. Así, el disfrute y la complicidad entre los cantores resultó evidente, especialmente en las repeticiones y en la progresiva acumulación de tensión en Long live fair Oriana, a mayor gloria de Isabel I de Inglaterra. O Lord, make thy servant Elizabeth de William Byrd, en la misma línea laudatoria, supuso un bellísimo contraste de sonoridad, manteniendo la delicadeza y la levedad, también en las falsas relaciones. El cuidado fraseo se evidenció sobre todo en las cadencias.
Acabando el concierto, 5 mujeres interpretaron O salutaris hostia de Leonora d’Este, de nuevo desde el ábside, con un precioso y prístino sonido, a pesar de la dificultad en la tesitura. El final fue especialmente bello. Angelus ad pastores ait de Aleotti y Dialogo and Quodlibet (2019) de Joanna Marsh completaron el programa. Esta última ilustró a la perfección y en forma de parodia el carácter reivindicativo del concierto y del festival, ya que, en la pieza, las mujeres, alejadas de inicio de los hombres, cantan textos de Casulana, mientras que estos responden de forma satírica con textos del músico, escritor y editor Antonfrancesco Doni, en los que se critica la labor y procedimientos de las mujeres compositoras. Ellas se acercan a lo largo de la obra poco a poco y al final se entremezclan con el grupo masculino, imponiendo su unión y sus argumentos, como una metáfora, en el unísono final de la partitura. A modo de propina se ofreció O nata lux de Tallis, una culminación perfecta a un estupendo concierto, ya que en ella se resumió todo lo bueno que se había escuchado: un conjunto sin dirección en concierto perfectamente coordinado, muy equilibrado y empastado, de sonido claro y envolvente, cuya cuidada afinación y esmerado trabajo en las articulaciones permite discernir la polifonía más intrincada, en unas lecturas de gran calidad y con un fraseo natural, sin imposturas gratuitas. El público no hizo sino unirse al evidente disfrute que Stile Antico transmitió al cantar.
Urko Sangroniz
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