En el adiós de Francisco Ramos, guía musical del siglo XX

En la despedida de Francisco Ramos se producía una coincidencia singular. El jueves 24 del pasado marzo, el Teatro de la Maestranza de Sevilla levantaba el telón de la segunda función de Pelléas et Mélisande, ópera fundacional con la que comienza el siglo XX musical. Justo ese día quiso el destino que a poca distancia de allí se produjera el adiós de quien consagró su vida profesional a difundir la música de nuestros siglos, que ya son dos, el XX y el XXI.
Para quienes disfrutamos de sus conocimientos Francisco Ramos, nuestro Paco Ramos, ha sido un guía de la escucha. Esa y no otra fue siempre su dedicación. Renuente a clasificarse incluso en las solapas de los dos referenciales y plenamente vigentes libros que escribió (Guía de la Música Grabada 4. El Siglo XX. Diputación de Sevilla, 1996 y La música del siglo XX, una guía completa. Turner, 2013). ¿Periodista musical, musicólogo, musicógrafo? “Difusor de estas músicas”, afirmaba cerrando la disquisición.
Ramos también fue, durante largo tiempo, colaborador de esta revista, Scherzo, por supuesto siempre centrando su pluma en la música contemporánea. Proveniente del rock y, en menor medida, del jazz, a principios de los 70 su interés comenzó a virar hacia los terrenos más inestables y zigzagueantes de la modernidad. Empezó entonces a desarrollar una incesante e intensa actividad crítica y didáctica en favor de la difusión de la música de nueva de creación (en radio: La Voz del Guadalquivir y la antigua Radio 2 de RNE, y en diversas publicaciones como Nuevas Músicas, Diario de Sevilla, Sul Ponticello y, desde luego, bajo esta cabecera).
La voz de Paco, intensamente radiofónica, se extendió también en cursos, conferencias y sesiones de escucha. Fue uno de los más conspicuos participantes del desaparecido Ciclo de Estética y Apreciación de la Música Contemporánea de la Universidad de Sevilla. En este marco son recordadas sus larguísimas e intelectualmente excitantes inmersiones en la audición de la música de hoy en forma de sesiones matinales que, en ocasiones, se extendían durante horas.
Prácticamente huérfanos de la experiencia de la (gran) música contemporánea en concierto (desde luego en Andalucía, realidad extensible salvo puntuales ocasiones a toda España), Francisco Ramos erigió el disco en objeto santo y seña para el interesado en conocer esta práctica artística. Gracias a la fonografía, y a un militante coleccionismo, nos permitió abismarnos hacia todos los universos posibles de esa gran aventura estética que es la vanguardia.
En el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo desarrolló durante diversas temporadas extensísimas sesiones de audición en la que, quienes coincidíamos, compartimos durante incontables horas tardes de escucha ciega y conversaciones en torno a obras de todos, absolutamente todos: Nono, Xenakis, Polonio, Stockhausen, Cage, Kayn, Dhomont, Radigue y, siempre, siempre, su adorado Morton [Feldman]. Uno de sus últimos mensajes personales, coincidiendo con el primer día de este 2022, hacía precisamente referencia al impacto que sintió al escuchar la nueva formidable grabación de Alfonso Gómez centrada en el compositor de Búfalo.
Ojalá su inmenso archivo, probablemente la mayor fonoteca existente en España consagrada a la música de creación, encuentre acomodo en alguna institución que sepa valorarla y ponerla a disposición. Paco Ramos, siempre en una asumida segunda línea, sin afán alguno de protagonismo, tan volcado en la música de su tiempo como ajeno a las tecnologías comunicativas actuales, se ha marchado. Nos queda en quienes lo tratamos durante años el inmenso honor de haber sido receptores de su conocimiento y de su infinita, contagiosa, pasión por estas músicas. Gracias por tu amistad, por haber hecho parte del viaje juntos. No te olvidaremos.
Ismael G. Cabral