El edén de Joyce y las disonancias de Asmik
JOYCE DI DONATO, mezzosoprano
Eden / Il Pomo D’Oro. Dir.: Maxim Emelyanchev / ERATO
ASMIK GRIGORIAN, soprano
Dissonance (canciones de Rachmaninov) /Lukas Geniusas, piano / ALPHA
Joyce DiDonato, la gran mezzo estadounidense, está realizando una gira con un programa compuesto por obras destinadas a reconectar a la humanidad con la naturaleza. En los últimos años, la voz de la diva americana se ha oscurecido, adquiriendo una cálida seguridad y una mayor presencia. Se trata de un tipo de canto que parece remedar una especie de conversación íntima entre ella y nosotros.
Acompañada por el conjunto Il Pomo D’Oro dirigido por Maxim Emelyanchev, el programa es muy variado, desde un aria barroca de Marini hasta una alborada de la compositora cinematográfica Rachel Portman. La presencia de Mahler y Wagner me desconcierta un poco, aunque innegablemente añaden condimento a la receta, y no habría puesto reparos si a este buen disco no le hubiera seguido el recital de canciones más denso que me ha llegado en una década o más.
Asmik Grigorian es una cantante lituana de ascendencia armenia que domina los papeles más dramáticos del repertorio operístico, desde Salomé hasta Jenufa. En el escenario es electrizante. La presente grabación, íntegramente dedicada a Rachmaninov, es su primer disco en solitario, y al recibirlo me preguntaba si la cantante sería capaz de exhibir el mismo grado de ferocidad y belleza. No tardé en descubrir que se trata de una intérprete irresistiblemente intuitiva que establece una gran sintonía con la esencia de la canción rusa. A diferencia de los flojos recitalistas de la generación anterior, Grigorian talla cada nota y cada palabra con una precisión casi patológica, envolviendo cada sílaba en una maravilla propia.
El programa está integrado mayormente por canciones de amor, y, pese a que el amor no es el fuerte de Rachmaninov, Grigorian sabe extraer el dramatismo y el patetismo de las canciones de un manera que sólo los mejores cantantes de ópera pueden hacer. Si pueden mantener los ojos secos durante la cuarta canción, “Oh, no te aflijas”, probablemente se hayan dejado ustedes el corazón en la parada del autobús de camino al trabajo.
El pianista ruso-lituano Lukas Geniusas es un compañero absolutamente a la altura de la cantante, a quien mantiene en la cúspide de la sorpresa y la evolución constantes. La grabación se realizó hace diez meses en París. Se trata, sencillamente, de un recital de categoría especial, de un calibre muy raramente escuchado en estos tiempos revueltos.
Norman Lebrecht