El ‘Don Carlo’ cancelado como ‘prima’ se estrenará hoy en Nápoles
La pandemia nos ha recordado insistentemente la fragilidad de las artes performativas. Por esa razón, no fue difícil digerir la noticia de la cancelación del evento que había ido a cubrir hasta Nápoles para el diario El País tan sólo un par de horas antes de su inicio: la prima del San Carlo. Me refiero al estreno de la ópera que debía inaugurar oficialmente la nueva temporada 2022-23 en ese histórico teatro. Una nueva producción de Claus Guth, de Don Carlo de Verdi, en su versión italiana en cinco actos, con un excelente reparto y la dirección musical de Juraj Valčuha, que dejará a finales de este año la titularidad musical del foso napolitano.
Vaya por delante la consternación ante la catástrofe natural que provocó esa cancelación. Una tragedia relacionada con las intensas lluvias que azotaron la costa napolitana desde la madrugada del sábado, 26 de noviembre. Y que provocaron un corrimiento de tierra con un centenar de familias afectadas en la isla de Ischia y ocho víctimas mortales, hasta el momento, entre ellas un recién nacido y dos niños pequeños, aunque todavía se busca a cuatro desaparecidos más entre el fango y los escombros.
No es fácil medir la magnitud que debe tener una tragedia para la cancelación de un evento cultural de trascendencia nacional e internacional, pues el estreno iba a ser retransmitido por RAI 5 y Medici.tv; la cadena italiana lo sustituyó con la famosa filmación, de 1967, del Réquiem de Verdi dirigido por Karajan en La Scala. En todo caso, el domingo todos los medios italianos señalaban el acierto de la Fondazione Teatro di San Carlo al cancelar el evento. Una decisión que fue impulsada por el nuevo Ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, que no sólo es napolitano sino que además asistía, en el San Carlo, a su primer acto oficial en el cargo dentro del gobierno de Giorgia Meloni.
El mismo sábado por la noche, durante una cena que nos ofreció la Fondazione del teatro napolitano, pude hablar con la directora general del mismo, Emmanuela Spedaliere. Me aclaró que no habría sido suficiente con un simple recuerdo de la catástrofe durante la representación o con un minuto de silencio por la víctima, que en ese momento tan sólo era una mujer de 31 años. De hecho, insistió en que habría más muertos. Y así ha sido. Pero sorprende, no obstante, que el único luto en la ciudad se limitase a la ópera, que se cerró en señal de duelo, mientras todo lo demás seguía abierto y plagado de hordas de turistas. Ese menosprecio a la cultura, que parece superflua en un país donde debería ser capital, lo expresaba con claridad el crítico musical del Corriere de la Sera, Enrico Girardi, en su perfil de Twitter.
La lluvia que provocó la catástrofe en Ischia siguió azotando la ciudad de Nápoles durante buena parte del pasado sábado. Ante la sorpresa de una cancelación in extremis, se nos citó a los medios acreditados a un breve encuentro en el Teatro di San Carlo, a través de su amable y eficiente responsable de prensa, Giulia Romito. Allí nos encontramos varios colegas de medios alemanes e italianos, que acabábamos de llegar a Nápoles para el evento, pero también con algunos cantantes, como el barítono francés Ludovic Tézier, que la cancelación le pilló en el teatro preparándose para salir a escena. Nos atendió Ilias Tzempetonidis, coordinador artístico y mano derecha de Stéphane Lissner en el San Carlo. Y aprovechó para contarnos el proyecto artístico que está desarrollando el teatro napolitano durante las dos últimas temporadas.
Una de las ambiciones de Lissner ha sido, según Tzempetonidis, impulsar el esplendor de la prima del San Carlo con la intención de volver a competir con la legendaria prima de La Scala. Ya la temporada pasada lo hicieron con una nueva producción de Otello, dirigida escénicamente por Mario Martone y protagonizada por el tenor Jonas Kaufmann. Además, otro de sus proyectos ha sido crear la primera plataforma de ópera en línea vinculada a un teatro italiano. Se trataba de un proyecto previo a la pandemia y que se ha materializado hace pocos meses en el portal www.on.teatrosancarlo.it, donde ya puede verse la referida producción de Otello con varios extras y entrevistas con los protagonistas. Para las próximas inauguraciones de la temporada del San Carlo ya se prepara una nueva producción de Turandot protagonizada por Sondra Radvanovsky, en 2023, y el estreno de otra régie de Dmitri Tcherniakov para un teatro italiano, en 2024, tras La traviata de la prima de La Scala de hace nueve años.
La presente temporada del teatro napolitano, titulada “Oper Mind”, contará con no pocos atractivos, a pesar de que los primeros meses de 2023 toda su actividad deberá trasladarse al Teatro Politeama por unas obras de restauración. En abril subirá a escena la reposición de la producción de Federico Tiezzi, de 2005, de La valquiria de Wagner, protagonizada por Jonas Kaufmann, que será la primera producción de Dan Ettinger como nuevo director musical del teatro napolitano. Después llegará la nueva producción de Jetske Mijnssen, de Anna Bolena, que se estrenó la pasada temporada en la Ópera Nacional de Holanda e inauguró este año la del Palau de les Arts, con un atractivo reparto liderado por Maria Agresta, Elīna Garanča y Xabier Anduaga, bajo la dirección de Riccardo Frizza. Y la temporada culminará con otro de sus mayores atractivos: el estreno absoluto de la primera producción de una ópera seria de Rossini dirigida por Calixto Bieito, a finales de octubre, que debutará en el San Carlo. Será Maometto II en el mismo teatro donde se estrenó en 1820 y con un excelente reparto dirigido musicalmente por Michele Mariotti.
Pero no quiero terminar sin dedicar unas palabras a la producción de Don Carlo que hoy se estrenará, al fin, en Nápoles y que podrá verse en directo tanto en RAI 5 como en la plataforma Medici.tv. Tuve la oportunidad de intercambiar unas palabras con Claus Guth durante la referida cena en la Fondazione Teatro di San Carlo, aunque sus respuestas a mis preguntas las he podido completar con algunos extractos de una conversación con Yvonne Gebauer en el excelente programa de mano, coordinado por el responsable científico del teatro napolitano, el musicólogo Dinko Fabris. Aquí puede leerse, además, un magnífico ensayo sobre la ópera, del especialista verdiano Paolo Gallarati, y otro más centrado en el uso que hizo la literatura y la música de la vida del príncipe Carlos de Austria, del historiador Giovanni Muto.
Guth y yo hablamos de la versión elegida de la ópera, que para él debe tener necesariamente el acto inicial de Fontainebleau para comprender la evolución psicológica de Don Carlo y Elisabetta de Valois. Por ello, se ha optado por la versión en cinco actos en italiano y, más concretamente, por la última de la siete opciones que existen de la ópera: la estrenada en Módena, el 29 de diciembre de 1886, que no incluye el ballet, pero sí recupera el acto de Fontainebleau y todos los demás cortes de la versión en cuatro actos de 1884, la más habitual en esta ópera. El director de escena alemán me indicó, además, que él hubiera preferido la versión original francesa donde el personaje de Don Carlos se muestra más soñador y visionario, pues en la italiana adopta un perfil más heroico. De hecho, toda su propuesta escénica gira en torno a la psicología del protagonista, que ve como un joven traumatizado, depresivo y agresivo, que creció sin madre, ya que falleció en el parto, y con un padre distante y autoritario. De ahí su búsqueda constante del reconocimiento y el amor. Lo representa con una frase que me encanta: “Don Carlo fue una flor sin luz”.
La ambientación de Olaf Freese busca ese tono lúgubre que el propio Verdi reconoció en El Escorial, durante su única visita al lugar, en 1863. Esa idea también preside la escenografía de Etienne Pluss con espacios muy variados y una cierta sensación de violencia y claustrofobia, que se subraya por un opresivo contorno decorativo eclesiástico. Y también el vestuario de Petra Reinhardt parece combinar algún guiño histórico, a pesar de que la corona sobre la cabeza nunca fue un atributo de poder de los Habsburgo españoles. En todo caso, Guth no pretende ninguna veracidad histórica, tal como me dijo. De hecho, apuesta por una propuesta muy flexible donde utiliza el retrato colectivo La familia de Carlos IV, pintado por Goya en 1800, como una especie de leitmotiv escénico, para representar a una familia real aplastada por sus propias tensiones internas y el entorno. Y a todo ello se añade, como suele ser a veces habitual en este director alemán, un figurante que vertebra casi cada escena. En este caso se trata de una especie de bufón velazqueño que adopta múltiples caracteres a lo largo de la ópera y que está representado por el actor español Fabián Augusto Gómez, por quien Guth siente verdadera pasión, y que ya vimos en su producción de Rodelinda de Handel, tanto en 2017, en el Teatro Real, como dos años después, en el Liceu de Barcelona.
En cuanto al reparto, la producción cuenta con un quinteto de lujo. Para empezar, se podrá ver el debut absoluto de la soprano norteamericana Ailyn Pérez como Elisabetta, el tenor estadounidense Matthew Polenzani cantará su primer Don Carlo en italiano. Lo mismo puede decirse de la Eboli de la mezzo letona Elīna Garanča, que siempre había cantado este personaje en francés. Y el cast se completa con uno de los mejores barítonos verdianos del momento como Rodrigo, el francés Ludovic Tézier, y el experto Filippo II del italiano Michele Pertusi.
La premier de esta producción se podrá ver en directo por Medici.tv, hoy martes a partir de las 19 horas, pinchando en este enlace. Así será como lo verá un servidor, ante la imposibilidad de regresar a la bella ciudad italiana para verlo en directo.
Pablo L. Rodríguez
(Fotos: Luciano Romano)