‘El cascanueces’ por la ROH y en cines: el violín y la celesta en la lucha entre el bien y el mal
Con toda probabilidad son Londres y, especialmente, la compañía titular británica los depositarios en Occidente de las más reputadas referencias de este título señero del gran repertorio universal del ballet. El Royal Ballet de Londres tiene El cascanueces en su repertorio desde hace casi un siglo, y esto fue durante mucho tiempo casi privativo del mundo anglosajón. El próximo jueves, día 8 de diciembre, será transmitido desde la Royal Opera House (ROH) en directo (20:15 horas) y podrá ser presenciado en cines de toda España.
Sería muy largo aquí contar esa cronología, que está llena de arte, anécdotas y aventuras, pero digamos que la primera producción completa en Londres la hizo el petersburgués Nicholas Sergeyev para el Sadler’s Wells Ballet en 1934, y que estuvo presente en el estreno de Ivanov, Chaikovski y Petipa en 1892 (era un joven y prometedor solista de 16 años), que luego dirigió el Teatro Mariinski y cuando escapó de Rusia por la Revolución de Octubre en 1918 se llevó consigo las anotaciones coreográficas de Stepanov de los ballets más importantes, entre los que estaba El cascanueces. ¡Es la línea más directa posible del original a la actualidad!
Cuando se refundó la compañía principal británica, El cascanueces siempre ha estado presente pasado por varias manos expertas. Y así llegamos a lo que vamos a ver en los cines el día 8, la versión reglada por Peter Wright, basado en el original de Lev Ivanov, el ayudante de Marius Petipa, que fue quien escribió el libreto basado en el cuento de Hoffmann El cascanueces y el Rey de los ratones y se lo mandó a Chaikovski usado de correo al muy influyente director de los Teatros Imperiales.
Chaikovski y Petipa tuvieron sus más y sus menos, y aunque nunca se llegaron a considerar amigos, la colaboración entre ambos produjo la gran trilogía de ballets: El lago de los cisnes, El cascanueces y La bella durmiente (hay que decir que el Lago de Petipa e Ivanov se regló una vez había ya muerto el compositor). Pues resulta que cuando tenía que empezar a crear la coreografía del Cascanueces, Petipa enfermó de gravedad y fue Ivanov quien cargó con todo el trabajo. Y ahí surgió su famoso Pas de Deux del segundo acto, para muchos especialistas el mejor y más equilibrado ejemplo de todo el ballet académico.
Habría mucho que contar sobre el trabajo de Chaikovski, la inspiración y origen de la variedad de sus danzas, el novedoso uso de la celesta, un instrumento recién llegado a Rusia, el trasfondo de la lucha entre el bien y el mal, que está en todos los ballets románticos y tardorrománticos, el contraste de un acto en ambiente realista y un segundo en atmósfera irreal y feérica. Hubo antes de la versión de Peter Wright (Londres, 1926) estrenada el 20 de diciembre de 1984 (con los muy singulares diseños de escenografía y vestuario de Julia Trevelyan Oman (Kensington, 1930-Herefordshire, 2003) que aún se usan y se han convertido en un clásico de Covent Garden) dos muy prestigiosas: las de Frederick Ashton en 1952 y la de Rudolf Nureyev en 1968. Wright no ignora esos aportes en la suya.
La compañía Royal Ballet es la más medularmente cosmopolita de las grandes agrupaciones europeas de la especialidad. Esto ha sido así desde siempre, y lo demuestra su plantilla. En la nueva generación de descollantes figuras solistas están el galés William Bracewell (Swansea, 1991) y la japonesa Fumi Kaneko (Osaka, 1992) en los roles de El Príncipe y el Hada de Azúcar, respectivamente. Otro incentivo es la presencia acompañante de la muy eficiente orquesta de la Royal Opera House Covent Garden, bajo la batuta de Barry Wordsworth (Worcester, 1948) y con un trabajo filológico previo sobre la partitura del musicólogo Roland John Wiley (California, 1942); Wiley, al que la prensa elogia sin fisuras y que ha sido apodado por el Boston Globe como ‘el superdetective del ballet’, ha desentrañado las manipulaciones posteriores y cambios estructurales en la partitura de este ballet, de modo que lo que veremos el día 8 viene con un solvente y fiable sello de calidad.
Roger Salas