El Beethoven de Tatiana Nikolayeva
Beethoven:
Integral de las sonatas para piano. Tatiana Nikolayeva, piano. Melodiya. Live. 9 CD.
No es fácil resumir la experiencia tras la audición de estos nueve discos. Tatiana Nikolayeva es más que una pianista, es un mito. Fue la favorita de Shostakovich, quien le encargó (y sigue siendo un canon) el estreno de sus 24 Preludios y Fugas Op.87 de los que era la dedicataria. Sus versiones de Beethoven tienen el sello de una pianista irreductiblemente personal. No son lecturas artesanales sino creativas. Y grabó las 32 sonatas en conciertos tomados en vivo, de enero a abril de 1984, cuando contaba 60 años de edad.
El monumento no puede ser recomendado como una integral canónica, a la manera de los históricos (Schnabel, Backhaus, Kempf) o los modernos (Gulda, Arrau, Brendel) porque es irregular en un doble sentido. Por una parte, Nikolayeva comete errores y aunque las equivocaciones son lo que cabe esperar de un concierto en vivo, lo malo es que, por otra parte, algunas sonatas se le resisten, en particular la Hammerklavier. La mayoría de las sonatas son perfectas y preciosas, de una factura impecable y esa dinámica tan percutante de la escuela rusa. Algunas, además, son sublimes, como la nº27 Op.90 y la nº30 Op.109. Mi favorita, sin embargo, es una incomparable Patética.
A propósito de la escuela rusa, Nikolayeva tuvo un gran enemigo en Richter, que es lo más opuesto que pueda imaginarse. “Esa señora no entiende nada de lo que toca”, soltó entre otras coces (“El piano soviético”, Luca Ciammarughi, Musicalia Scherzo, p.196). Es la lógica reacción de un pianista que llevó el romanticismo hasta el límite de la metafísica, frente a la favorita de Shostakovich.
En resumidas cuentas, sin ser esta la integral que todo el mundo debe tener en su discoteca, sí es un documento excepcional de una pianista que marcó a toda una generación de discípulos como, por ejemplo, Nikolai Luganski, de quien viene un emocionante recuerdo en el libreto.
Félix de Azúa