MADRID / El Ballet de la Ópera de París en el Real: una oportunidad desperdiciada, por Helena Núñez
Madrid. Teatro Real. 23-I-2016. Ballet de la Ópera de París.Debussy: Afternoon of a faun, coreografía de Jerome Robbins. Ravel: Sonatine, coreografía de George Balanchine. Bach: A suite of dances, coreografía de Jerome Robbins. Satie: 3 Gnossienes, coreografía de Hans van Manen. Stravinski: Rubis, coreografía de George Balanchine.
Por Helena Núñez Guasch
o es habitual que el público madrileño tenga la oportunidad de ver ballets clásicos de tres actos de gran calidad, una oportunidad que el Teatro Real debería haber aprovechado al traer al Ballet de la Ópera de París, aunque finalmente este no haya sido el caso. El programa que la formación gala ha presentado en la capital, y que se podrá ver hasta el sábado 26, es una sucesión de importantes pasos a dos y solos: Afternoon of a faun y Suite of dances de Jerome Robbins, 3 Gnossiennes de Hans van Manen y Sonatine de George Balanchine. Cerraba el programa el emblemático Rubíes,también de Balanchine, del que casualmente se celebró este martes el 115º aniversario de su nacimiento, y en la que participaron 15 bailarines.
Eso sí, esta sí que ha sido una gran oportunidad para el público de poder disfrutar de las nuevas, y no tan nuevas, étoiles de la maison que encandilan a los parisinos. Un elenco joven encabezado por las ya veteranas Dorothée Gilbert [en la foto], Myriam Ould-Braham, Amandine Albisson y Ludmila Pagliero acompañadas de los recientemente nombrados estrellas Germain Louvet (2016), Léonore Baulac y Hugo Marchand (2017) y Valentine Colasante (2018).
Ver a estos cuatro bailarines es uno de los grandes alicientes de esta velada, en la que no hubo un gran despliegue escenográfico. Lo compensaron el carisma y la presencia de estos jóvenes que no llegan ni a la treintena. Y es que seguramente lo mejor de la noche fue Sonatine que Baulac y Louvet resolvieron con destreza y precisión, imprescindibles si se quiere ver un buen Balanchine, y con ese charme tan propio de la escuela francesa, además de 3 Gnossiennes con Marchand y Pagliero.
A sus escasos 25 años, Marchand demostró ser un partenaire sólido y de empaque que con tan solo un giro de cabeza conquistó a la audiencia. Un bailarín al que habrá que seguir la pista ya que promete ofrecer grandes noches en el teatro parisino en los próximos años. Él y Pagliero ofrecieron un paso a dos que destiló pasión a borbotones en el que demostraron ser una pareja con futuro en este tipo de papeles, sutiles pero que requieren un despliegue de personalidad.
Cerró el programa Rubíes. La pareja formada por Valentine Colasante y François Alu tiró de bravura y compenetración, ideales en esta coreografía en la que Ida Viikinkoski, segunda solista en la pieza, se mostró muy insegura y falta de vehemencia.
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