DRESDE / Los ‘Happy Games’ de Turandot
Dresde. Semperoper. 7. 10. 2023. Puccini: Turandot. Elisabeth Teige, Yonghoon Lee, Elbenita Kajtazi, Aleksei Kulagin, Jürgen Müller, Lawson Anderson, Alessio Arduini, Simeon Esper, Aaron Pegram. Coro de la Ópera Estatal de Sajonia. Coro Sinfónico de Dresde. Staatskapelle de Dresde. Dirección musical: Ivan Repusic. Dirección escénica: Marie-Eve Signeyrole
La Ópera Estatal de Sajonia ha inaugurado su nueva temporada con un aclamado estreno de una nueva producción de Turandot. Sorprendentemente, el público también incluyó en la ovación al equipo escénico, para cuya reinterpretación del dramma lirico de Puccini sobran los comentarios críticos. La directora francesa Marie-Eve Signeyrole no sólo sobrecarga la obra escénicamente con un enorme aparato técnico, sino que inventa una nueva historia que se superpone a la trama, con textos proyectados que se refieren al fin de la humanidad en el año 2099 y a Turandot como la última virgen capaz de dar a luz, pero cuya negativa a casarse amenaza la pervivencia de la especie humana. Por este motivo, se celebran periódicamente certámenes -los Juegos de Turandot- en los que el ganador se determina en un concurso, con gran atención mediática y su propio logotipo. La regista se basa para esta idea en modelos fílmicos extraídos del género de ciencia ficción estadounidense. Fabien Teigné utiliza el sistema hidráulico del escenario casi permanentemente, elevando plataformas a medida que suben las tribunas o partes de los bastidores. Allí, en una caja de cristal con exuberante vegetación, Turandot ha creado su mundo y su refugio. Curiosamente, también es el refugio de Liù tras su muerte, donde recoge flores como si estuviera en el paraíso, mientras Turandot y Calaf perpetran su final feliz elevándose hacia el cielo. Todo ello está ilustrado en exceso por secuencias de vídeo en varias pantallas, complementadas con primeros planos de los protagonistas y de coristas individuales filmados en directo por dos cámaras.
El verdugo, ataviado con un delantal de charol negro, afila el hacha minuciosamente, pero el príncipe persa encuentra la muerte en una monstruosa punta de lanza que se abalanza desde lo alto y le perfora el pecho. Al parecer, la cabeza del perdedor es decapitada después, porque los tres ministros juegan al fútbol con ella. El descarrilamiento de buen gusto no es menor cuando las víctimas sin cabeza se tambalean después por el escenario. La recreación escénica de la violación de la antepasada de Turandot, que la princesa relata en su aria “In questa reggia”, también resultó bochornosa. El vestuario de Yashi, que estudió con Vivienne Westwood, es espectacular, lo que explica la extravagancia de sus creaciones de inspiración asiática.
Lo que nadie puede poner en duda es la extraordinaria calidad de la realización musical. La noruega Elisabeth Teige se reveló como una excepcional Turandot, afrontando sin miedo el temido papel y dominándolo de manera soberana. La potencia vocal de su voz parecía no tener límites, imponiéndose sobre todas las fuerzas orquestales y dominando sin esfuerzo el gran conjunto tras la escena de los enigmas. A pesar de la intensidad vocal que exige el papel, no hubo ni una sola nota chillona o incluso estridente. Todo en su canto parecía tocado por la eufonía, de modo que incluso en el dúo final compuesto por Franco Alfano (ofrecido aquí en su versión abreviada) mostró de forma creíble la transformación de la gélida princesa en una mujer enamorada. El tenor Yonghoon Lee, de acerado y penetrante timbre, fue asimismo un magnífico Calaf. A pesar de su potencia vocal, fue capaz de brindar deliciosos momentos de dolcezza y condujo su página estelar, “Nessun dorma”, con un impresionante crescendo hasta el aclamado clímax. En el papel de Liù, Elbenita Kajtazi cantó sus arias con emotiva intimidad, sabiendo extraer bellos acentos de su gran momento,”Tu che di gel sei cinta”. El papel de Timur fue encarnado por el bajo Aleksei Kulagin, de voluminosa voz, a veces algo inflada. El barítono Lawson Anderson, con un colorido traje y el pelo rubio pajizo, fue un exaltado mandarín de fantasía, mientras que el trío de máscaras estuvo servido, en bella armonía vocal, por Alessio Arduini, Simeon Esper y Aaron Pegram.
Sólo palabras de elogio pueden describir la actuación del Coro de la Ópera Estatal de Sajonia, el Coro Sinfónico de Dresde y el Coro Infantil de la Semper Opera. Situados en las gradas, tenían que moverse como marionetas, lo que no restó en absoluto precisión, belleza de sonido y fuerza a su actuación. Al frente de la sensacional Staatskapelle de Dresde, Ivan Repusic supo mantener en todo momento el equilibrio entre los gigantescos bloques sonoros, desplegando al mismo tiempo un deslumbrante lirismo y un exótico colorido, y garantizando una interpretación cómoda para los cantantes.
Bernd Hoppe