Diamantes venecianos desde Liverpool
EXTRA TIME:
Obras de Albinoni, Vivaldi, Brescianello y Matteis “el Joven” . La Serenissima / Director y violín solista: Adrian Chandler / SIGNUM 641 (1 CD)
Cuatro camisetas del Everton en la carátula (con los nombres de Vivaldi, Albinoni, Matteis y Brescianello serigrafiados en el dorso) y un título futbolístico a más no poder (Extra Time, es decir, Prórroga) sirven para comprender la pasión del director de La Serenessima, Adrian Chandler (Liverpool, Merseyside, 1974), por este deporte y por este equipo, al que el sarcasmo de Bill Shankly (el que fuera entrenador del Liverpool —el archirrival del Everton— y probablemente el más genial técnico de la historia del balompié, junto a Helenio Herrera, por supuesto) convirtió para los restos en “el tercer equipo” de la mencionada ciudad inglesa, empleando para ello dos frases tan simples como lapidarias: “Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y el equipo reserva del Liverpool” y “Cuando no tengo nada que hacer, miro debajo de la clasificación para ver cómo va el Everton”.
Como Shankly (que era escocés con retranca), Chandler tiene también sus ramalazos geniales, en su doble faceta de director y violinista. Y este disco —el enésimo que le dedica a la música veneciana del XVIII— es un buen ejemplo. Contiene dos obras vivaldianas bien conocidas (el Concerto per la Solennità di S. Lorenzo RV 286 y el Concerto per Sua Maestà Cesarea e Cattolica RV 171) y otra no tanto (el Concierto para violín y cuerdas RV 365, en su versión más tardía), las tres ejecutadas de manera magistral por La Serenissima y por el propio Chandler como solista. Y las mezcla con un concierto para violín de Brescianello, con la sinfonía de la ópera La Statira de Albinoni y con dos balletti que Matteis hijo elaboró para sendas óperas de Caldara, Scipione nella Spagna y Cajo Marzio Coriolano.
No hay una sola nota en los 72 minutos de este disco que sea mala, lo que confirma el nivelazo del Albinoni (jamás entenderé por qué no se graban más óperas suyas), de aquel Brescianello que fue tan admirado por Johann Sebastian Bach y de ese Matteis que se dedicó toda su vida a componer música de baile para las óperas que escribían otros. La Serenissima suena mejor que nunca y la labor de los cuatro trompetistas en la sinfonía de Albinoni y en los balletti de Matteis es formidable.
Eduardo Torrico