Del guitarrico al… ¡euskelele!
Inventar algo así solo se les podría haber ocurrido a Les Luthiers o a alguien tan irreverentemente genial como ellos. Por ejemplo, a Enrike Solinís, ese mago capaz de tocar cualquier instrumento de cuerda pulsada, desde un laúd renacentista hasta una Fender Stratocaster. El invento se llama euskelele, y el nombre por sí solo ya lo explica todo: “euske”, porque es genuinamente euskera (lo delata su forma, que es idéntica a la de una pala de pelota vasca); “kelele”, porque tiene el mismo tamaño que un ukelele, instrumento que en los últimos tiempos se ha puesto extraordinariamente de moda entre los escolares españoles que quieren hacer sus pinitos en la música. El euskelele nace también con fines didácticos y aspira a desplazar al invasor yankee o, al menos, a coexistir con él. Su fabricación es puramente artesanal, nada que ver con esos burdos ukeleles que nos llegan masivamente desde China.
Pero lejos de ser un desvarío, detrás del euskelele hay una profunda labor de investigación musicológica de Solinís y de su esposa, la violinista Miren Zeberio. Los dos llevan años indagando en numerosos países de todo el mundo sobre un instrumento genuinamente español y de raíz profundamente popular, el guitarrico, y de la influencia de este sobre otros instrumentos de la misma familia, especialmente, el cavaquinho portugués, que, introducido en Hawái a finales del siglo XIX por emigrantes lusos que llegaban desde Indonesia, dio origen al ya mencionado ukelele.
Un detallado resumen de este estudio de Solinís y Zeberio se puede consultar en el formidable disco-libro “Juan Sebastián Elkano, el primer viaje alrededor del mundo” (se conmemoran justo ahora los 500 años de aquella gesta). La música ha sido grabada por el Euskal Barrokensemble, grupo del que es director Solinís, y ha sido Jordi Savall quien lo ha publicado en su sello discográfico, Alia Vox (son dos CD con más de cincuenta piezas musicales y el libro —en español, francés, inglés, euskera, catalán, alemán e italiano— tiene 532 páginas).
Les recomiendo que lo compren, que lo escuchen y que lo lean; sobre todo, lo referente a cómo el guitarrico (o el requinto, en todas sus variantes, desde la aragonesa, que es la fundacional, hasta la venezolana, también conocida como cuatro, pasando por la argentina, la peruana, la paraguaya, la mejicana, la colombiana, la dominicana o la jorocha o veracruzana, así denominada por ser exclusiva —como algunas arpas— de esta región de Méjico). No obstante, les hago aquí una síntesis del apasionante periplo existencial que realiza el guitarrico hasta convertirse en el ukelele.
El guitarrico tiene su origen, según todos los indicios, en Aragón, como acompañante de la voz humana. Pero pronto pasa a la fronteriza Navarra y, de ahí, a las provincias vascongadas y a La Montaña (o sea, lo que hoy es Cantabria). Hay testimonios de que el guitarrico llegó a Portugal (en concreto, a Braga) a manos de los vizcaínos, que era como en el país vecino se conocía a todos los que procedían del norte de España, sin distinción. En Braga, el guitarrico se convierte en el cavaquinho, y no pasa mucho tiempo hasta que da el salto a las posesiones portuguesas en América. Pero donde dominaba realmente Portugal era en Asia. Allí llega el cavaquinho desde la península ibérica o desde Brasil. Y en un punto muy concreto, Indonesia, se transforma el instrumento. Incluso hoy en día se siguen construyendo allí, de manera bastante rústica, cavaquinhos. Desde Indonesia, el viaje prosigue, hasta acabar, como antes explicábamos, en Hawái, que es lo mismo que decir Estados Unidos. Es un viaje de ida y vuelta: el instrumento nace en tierras ibéricas, a donde regresa transformado en ukelele, debido a esa influencia cultural que en el mundo contemporáneo ejercen los norteamericanos (¡quién no recuerda a Marilyn Monroe tocando el ukelele y cantando Runnin’ Wild en la maravillosa Some Like It Hot —aquí traducida como Con faldas y a lo loco— de Billy Wilder!).
Por supuesto que el euskelele de Solinís es una hipérbole. Pero sirve para comprobar que algo que consideramos tan exótico como el ukelele hawaiano nació en España, donde fue humildemente bautizado como guitarrico, acaso para desmerecerlo en una comparación con la universal guitarra.
“Es un instrumento muy útil”, comenta con su mordaz sentido del humor Solinís: “Se lo das a los niños para que lo toquen y, cuando se cansan de la música, lo pueden utilizar para jugar a pala en el frontón más cercano” [en la foto adjunta se puede observar una pala de pelota vasca]. Pero la cosa no va de broma, ni mucho menos: antes de que concluya 2019, Solinís hará la presentación oficial del euskelele en un solemne concierto.