Decepcionante Shostakovich de Klaus Mäkelä
SHOSTAKOVICH
Sinfonías nos. 4, 5 y 6. Orquesta Filarmónica de Oslo. Klaus Mäkelä. DECCA (3 CD)
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Cuando el primer ministro británico, Sir Keir Starmer, dijo hace unas semanas que recurría a Shostakóvich cuando atravesaba por un mal momento, me pregunté si había escuchado el mismo álbum que yo. Hay muchas cosas en la vida que me hacen recurrir a Shostakovich y rara vez me defraudan las interpretaciones; nunca tanto, ciertamente, como éstas.
Primero, lo bueno. La Filarmónica de Oslo es una orquesta de primera categoría, con brillantes solistas de viento y una gran ética de trabajo. Los ingenieros de sonido noruegos también son bastante buenos, y los editores digitales han limpiado cualquier atisbo de intrusión del público en estas tomas en directo de 2023.
El problema es el hombre de la batuta, que no tiene nada que añadir a la suma de experiencias humanas que encierran estas convulsas obras, escritas en pleno Gran Terror estaliniano. El director es Klaus Mäkelä, hoy por hoy el maestro más codiciado del planeta. Finlandés de 28 años, es actualmente titular en Oslo y París, y está a punto de heredar el reinado en Ámsterdam y Chicago. ¿Posee talento? Sin duda. ¿Se antoja adecuado para estas sinfonías? Ni por asomo.
Pocas veces he escuchado una interpretación de la Quinta sinfonía, una obra escrita en 1937 y plagada de flujos y reflujos, tan vacía de penetración. Es evidente que el director ha leído la partitura, pero lo es menos que haya leído mucho acerca de sus circunstancias, y mucho menos que haya digerido la información. Hay importantes matices de significación en casi cada coyuntura de esta sinfonía, complicados por la propensión del compositor a la contradicción irónica y las bromas internas. Ninguno de estos elementos es audible en esta versión, y menos aún en las otras dos sinfonías.
El difunto Bernard Haitink, quien dejó algunas grabaciones estremecedoras de Shostakovich, solía decir que un director no necesitaba saber demasiado sobre la vida y los traumas del compositor: todo estaba o debía de estar en la partitura. Se trata de un punto de vista legítimo, pero si un director no aporta una visión propia, todo el empeño carece de sentido. La perspicacia viene de la reflexión profunda y de la experiencia vital. A sus 28 años, Klaus Mäkelä ofrece muy poco en Shostakovich, más allá de una enérgica superficialidad. Durante la segunda escucha, tuve que resistir en varias ocasiones la tentación de detener la reproducción del compacto.
Espero que al primer ministro británico le haya ido mejor. Estoy aconsejando a los asesores de Sir Keir para que recurra a alguna de las grabaciones de Vassily Petrenko con la orquesta de Liverpool la próxima vez que necesite una adecuada terapia shostakovichiana. Eso sí que merece la pena, y tardará en olvidarlo.
Norman Lebrecht