De la lírica inglesa
ARTHUR SOMERVELL:
Maud. A Shropshire Lad. Roderick Williams, Barítono. Susie Allan, piano. SOMM (1 CD)
Este disco nos ofrece dos de los mejores ciclos de canciones de toda la literatura británica para voz y piano: Maud, sobre textos de Alfred Tennyson y A Shropshire Lad, sobre poemas de Alfred Edward Housman, ambos puestos en música por Arthur Somervell. Los poemas fueron publicados, respectivamente, en 1855 y 1896 y las canciones sobre ellos en 1898 y 1904. Recordemos que de seis del mismo ciclo de Housman, que alcanza los sesenta y tres poemas, hizo también magníficas versiones George Butterworth en 1911 y que Vaugan Williams escribió una de sus piezas maestras con los versos de It’s My Team Ploughing, no incluido por Somervell. Las fechas, como vemos, remiten al pleno momento del renacimiento de la música inglesa a finales del XIX y principios del XX y la estética de Somervell pertenece plenamente a la época pero con rasgos que lo hacen especialmente atractivo.
Naturalmente, Schumann —sobre todo— y Brahms son las grandes influencias de Somervell en ambos ciclos pero adecuadamente filtrados por una maestría muy especial para traducir en música la situaciones planteadas por los poemas, que en ese aspecto se asemejan a los de los grandes ciclos schubertianos: recalcar cada instante, subrayar cada movimiento del corazón o colorear adecuadamente cada paisaje, sea este exterior o interior.
Maud es una suma de sentimientos a veces enfrentados, un relato del que no está ausente el conflicto, la descripción del jardín del paraíso, el amor, la ausencia, la espera y la muerte. A Shropsire Lad, de los que Somervell escoge diez fue, como decimos, muy popular en su aparición, no posee el sentido cíclico de Maud pero sí está atravesado por una temática suficientemente cohesionadora: los jóvenes, los juegos, las muchachas, la guerra, los lugares, la nostalgia, la muerte también.
Todo ello es felizmente evocado por el compositor, quien pide claramente un cantante muy expresivo, que sepa narrar y a la vez ponerse todo lo lírico que es debido para estos poemas y estas músicas que a veces emocionan por la vía rápida y otras complican su discurrir, también gracias al uso de un piano que es mucho más que mero apoyo. Como complemento se nos ofrecen otras dos canciones aisladas: Kingdom by the Sea y Shepherd’s Cradle Song.
Aunque por algunas de estas páginas hayan circulado algunos de los grandes cantantes británicos, es difícil pensar en mejores versiones que estas que Roderick Williams —una voz que se diría hecha para la canción de arte— y Susie Allan nos ofrecen en este precioso disco.
Luis Suñén