¿De dónde procede el ‘Yesterday’ de los Beatles?
RACHMANINOV:
Sonata para piano n.1. Moments musicaux / Steven Osborne, piano / Hyperion
Hay mucha gente que hoy en día sigue preguntándose por qué Rachmaninov es tan popular. Su música va de lo mórbido a lo miserable, sus melodías son intarareables y el mero virtuosismo de los dedos no explica la infalible e inagotable atracción que ejerce. Rachmaninov sigue siendo uno de los grandes best-sellers de la música clásica. ¿Qué tiene Rachmaninov que le falta, digamos, a un Scriabin?
Nosotros hacemos las preguntas (como dicen en las películas de guerra); pero no busquemos respuestas instantáneas. Sin embargo, un nuevo lanzamiento del introspectivo pianista escocés Steven Osborne me ha hecho reflexionar mucho sobre la magia irresistible y arcana de la primera sonata para piano, así como sobre el descarado populismo de los Moments Musicaux.
La sonata, fechada en 1907, es una obra que apenas se escucha en recitales, y sin embargo posee un movimiento lento central que anticipa claramente la archipopular canciónYesterday de los Beatles, no sólo en el motivo de tres notas, sino también en la clara insinuación de la frase all my troubles seemed so far away. ¿Acaso Paul McCartney la escuchó cuando vivía con Jane Asher, cuya madre era profesora de la Royal Academy of Music? Rachmaninov, por su parte, incrusta la melodía en lo más profundo del cerebro del oyente.
Los Moments musicaux, opus 16, fueron escritos con objeto de hacer un dinero rápido, después de que el compositor hubiera sido atracado en un un tren. A diferencia de Schubert y Chopin, los dos modelos más evidentes, las piezas no apelan abiertamente al sentimiento. Rach escribe miniaturas que un editor compraría al instante y que un aficionado de nivel medio puede tocar en su casa. La accesibilidad y profesionalidad de estas piezas queda encubierta por la delicadeza de la diestra y envolvente interpretación de Osborne. El tercer momento, en Si menor, es una pequeña joya que se puede saborear durante años. Ojalá tuviera una sexta estrella que conceder.
Norman Lebrecht