DAROCA / Gaetano Nasillo y el violonchelo apasionado
Daroca. Iglesia de San Miguel. 9-VIII-2022. Gaetano Nasillo y Sara Bennicci, violonchelos. Ignasi Jordá, clave. Obras de Geminiani y Lanzetti.
Gaetano Nasillo ofreció en este espléndido festival una brillante muestra de qué punto de expresividad y de emotividad pudo alcanzar el violonchelo en el mundo italiano del siglo XVIII. Con Francesco Saverio Geminiani (nacido en 1687) y su Opus V nos encontramos aún con un violonchelo que quiere competir con el violín en brillantez y agilidad en el registro superior del instrumento, mientras que en Salvatore Lanzetti, nacido veintitrés años más tarde, tenemos a un compositor que explora todas las posibilidades del instrumento en todos sus registros, con una especial exploración en las sonoridades de la zona central y grave.
Así lo entendió Nasillo, que en las sonatas de Geminiani, tras algunas vacilaciones en materia de afinación en los primeros minutos, se instaló en un sonido brillante, potente y capaz de infinitas matizaciones merced a una articulación picada que huía de los riesgos de un excesivo legato y a un control absoluto de la presión del arco a la hora de extraer colores y sutilezas de las cuerdas. Hay que señalar la maestría en las regulaciones dinámicas, administradas con especial atención a la acentuación y la matización del peso específico de algunas notas con personalidad propia en cada frase. La ornamentación fue siempre un recurso esporádico, pero sutilmente ofrecido a base de ligeros trinos conclusivos. Lanzetti muestra en su escritura una más cercana sintonía con el estilo sentimental y hasta con el Sturm und Drang, como en el arranque tumultuoso del Allegro de las piezas del Conservatorio de París, momento en el que Nasillo se dejó llevar en unos ataques de fuerza apabullante, con un staccato que echaba chispas y unas incursiones llenas de profundidad en la zona grave del violonchelo. Antes, en el Grave de las mismas piezas, el acuciante ostinato del continuo de Bennici y Jordá arroparon al fraseo casi improvisatorio de Nasillo.
No olvidemos la labor en segundo plano de los continuistas. Bennici supo dar la réplica en bellas frases alternantes en el Andante de la Sonata op. V nº 3 de Geminiani, mientras que a Jordá se le pudo apreciar la fantasía y riqueza de su acompañamiento en los movimientos más lentos, sobre todo en el Affettuoso de la misma sonata.
Andrés Moreno Mengíbar
(Foto: Federico Mantecón)