Cuarteto Quiroga: y todo en Do mayor
Doble CD (Cobra Records) del Cuarteto Quiroga, con obras de Haydn y Mozart; y refuerzo de la viola Veronika Hagen en el K 515 de Mozart.
Hay cosas peores que asistir a una presentación. De un libro, de un disco, de algo que clama por ser conocido y, si es posible, amado. Sufres esas obligaciones, y te vuelves a decir que hay más viles servidumbre, que te quejas de vicio. Y, de pronto, una presentación se convierte en una obra de arte en sí misma, efímera como los gozos, permanente como los recuerdos bellos.
Y todo en Do mayor…
Permítanme esta licencia tanguera, manes de Gardel, Donato y Lenzi (y que ellos, a su vez, disculpen la familiaridad).
Y todo en Do mayor,
Tonalidad de luz.
Qué brioso terciopelo,
qué osada Ilustración.
Es por divertirme un poco, quien sabe si a alguien que lea esto le resulte divertido, ameno, saber que esos versos compadritos tratan de resumir el sentido de estos registros, proponerse como lema o empresa. Y que la presentación de un doble CD insuperable lleva a canturreos y apuntes milongueros como los que esto podría inspirar.
Es el caso que… El otro día, sí, el Cuarteto Quiroga y Luis Gago presentaron esta maravilla, que ya otros se encargan de evocar con más detalle en esta revista. No voy al contenido, que es matizado, una obra de arte que consiste en pasar del susurro y la penumbra a la luz, la luz de la Ilustración (mas no al clamor). Que se haga la luz, Und es ward Licht, así, a la antigua usanza del alemán aquel que tradujo la Biblia contra los mentirosos de la donación de Constantino y a cambio puso en marcha el infierno múltiple de las sectas protestantes.
Mas este doble disco no trata de eso, solo se sirve del viejo idioma alemán del autor de las 1995 tesis y media que permitieron las guerras civiles europeas más allá de la Guerra de los Treinta Años. De eso, la Ilustración trató de sacar lecciones de estudio y comprensión, de tolerancia y paz. Mas, ay, llegó Napoleón y como reacción llegó el nacionalismo, nefasta quimera.
Más luz, más luz. Se atribuyen estas palabras a Goethe, ya moribundo. Claro, el buen viejo, de muy mal carácter incluso en el lecho de muerte, pedía que corrieran las cortinas, que entrara luz. No otra cosa. Para la otra cosa ya estaba su obra, no enreden, por favor.
El Cuarteto Quiroga lleva la divisa de “más luz” en el sentido que la leyenda pretende darle, y para ello sacan un registro tan cuidado, tan hermosamente tallado como si fuera una joya palpable; y es una joya, pero de lo sonoro. Mas, como dijo Cibrán en la presentación, esto queda, permanece, así que hay que cuidarlo mucho al ensayar, tocar, grabar. Como al tallar una joya, ¿no es así?
La presentación fue un gozo. Primero, el cuarteto toca un movimiento del Cuarteto “Las disonancias”, que está en el CD. Después, una animada charla de enorme interés entre Luis Gago y los miembros del cuarteto. Tan interesante (y hasta apasionante) que daban ganas de sacar lápiz y papel y ponerse a tomar apuntes, como si estuvieras en el pupitre.
Todas las obras grabadas están en Do mayor: el Cuarteto op. 33 nº 3 (“El pájaro”, cuyo trino suministró Helena, violonchelista); y el op. 74 nº 1; el Cuarteto K 465 de Mozart, “Las disonancias”, así como su Quinteto K 515, con el apoyo como primera viola de Veronika Hagen, ausente de esta presentación.
Y todo en el Museo Cerralbo, como ya es costumbre con el Quiroga. No siempre tienes la suerte de una presentación así.
Todo, además, en Do mayor. Bajo un cielo ameno madrileño, amenizado con algún que otro rumor de ciudad o lejanía aérea.
Una hermosa mañana de miércoles, día de San Miguel.
El Cuarteto Quiroga lo componen Aitor Hevia, Cibrán Sierra, Joseph Puchades y Helena Poggio. Gracias les sean dadas.
Santiago Martín Bermúdez
(Foto: Igor Studio)