CÓRDOBA / Orquesta de Córdoba: una fiesta húngara
Córdoba. Gran Teatro. 22-VI-2023. Coro Brouwer. Orquesta de Córdoba. Directora: Beatriz Fernández. Obras de Bartók y Kodály.
Precioso programa de la mejor música húngara —esto es, Kodály y Bartók, claro — en clave festiva el ofrecido por la Orquesta de Córdoba para despedir una atípica temporada que ha deparado de todo, como en botica. De los momentos más excelsos hasta los más convulsos en menos de un año. A la salida de la velada, reinaba una ligera sensación de incertidumbre ante lo que deparará el futuro inmediato. A día de hoy aún no se ha presentado la temporada siguiente y el público carece de información de por dónde discurrirán los derroteros, toda vez que la institución parece no tener prisa en renovar la actualmente descabezada dirección artística. Esperamos alguna noticia al respecto antes de que caiga definitivamente la canícula y la ciudad entre en su letargo.
Rescata, con acierto, Manuel Pedregosa en sus notas al programa la siguiente cita de Bartók sobre la música campesina: «Es simple, en ocasiones primitiva, pero nunca es estúpida. Es el punto de partida ideal para un renacimiento musical». Justo lo que hicieron estos nacionalistas húngaros, Kodály y Bartók, que supieron sacudirse la cáscara wagneriana cruzando las estructuras melódicas y rítmicas campesinas con los tonos y los acentos avanzados de la vanguardia en una suerte de laboratorio de creación musical e investigación etnográfica. Esa dimensión festiva y bailable de lo popular húngaro, tan sanguínea, tan potente y arrebatadora, era la que se invocaba aquí como broche para la temporada.
Las Siete piezas para coro femenino y orquesta Sz. 103 son una pequeña selección del álbum de Piezas para coro femenino y para coro de niños compuestas por Bartók en 1935, a las que el compositor añadió acompañamiento orquestal con posterioridad. Son obras breves, de gran belleza, no muy exigentes para el coro, donde prima sobre todo la intención del texto cantado y su carácter de divertimento infantil, alegre y desenfadado. La orquestación, obra de un Bartók maduro, es precisa, maestra, completa el dibujo y lo enriquece. Una joyita que merece ser oída más a menudo. La directora invitada, la valenciana Beatriz Fernández Aucejo, flamante ganadora del tercer premio del Concurso Internacional de Directoras de Orquesta ‘La Maestra’, dirigió sin batuta, marcando con énfasis el compás, atenta al Coro Brouwer, del que obtuvo un óptimo rendimiento pese a la evidente lejanía fonética del magyar. Su estilo fue prudente, flexible sin caer en el exceso, y obtuvo una respuesta de la orquesta suficiente. Destacaríamos una deliciosa Horneando pan, que tanto nos recordó a la canción del Aya del Boris Godunov, y una descarada Burlas.
Encontramos a la orquesta más entonada en la Suite de Danzas Sz. 77 (1923) donde pudo sentirse protagonista exclusiva y explayar todo su potencial sonoro. Fernández Aucejo se empleó a fondo en dotar de expresividad una música cuajada de inflexiones y onomatopeyas. Los usuales timbres mates de la orquesta fueron, incluso, convenientes para una música que parece oscilar cromáticamente entre los marrones y los negros. Así el Moderato sonó particularmente canalla, el Allegro molto, bárbaro. Rutilante fue el Allegro vivace, seguido de un atmosférico Molto tranquilo donde emergieron esas texturas tímbricas bartokianas tan misteriosas como particulares.
Las Danzas populares de Kalló (1950) para coro y orquesta de Zoltán Kodály, obra de indisimulable sabor tradicional —¿realismo socialista?—, abrieron una segunda parte de curiosa brevedad. Se trata de una obra que llevada a un pulso incorrecto puede rozar la monotonía, sobre todo en la propulsiva segunda danza, como aquí aconteció. Ni el coro completó a dar la rudeza demandada —de nuevo se evidenció la sempiterna debilidad en las voces graves de nuestros coros—, ni la cuerda anduvo especialmente fina con un empaste mejorable. Afortunadamente, orquesta y directora supieron recomponerse en unas sensuales Danzas de Galanta (1933), bien paladeadas en el fraseo aunque con leves irregularidades en el discurso, con las que cerraron un concierto satisfactorio.
C. Crespo García
(foto: Rafa Alcaide)