CÓRDOBA / FdMC: ética y convulsión (I)

Córdoba. Conservatorio Superior de Música. 23-III-2022. XXIV Festival de Música Contemporánea. Ricardo Descalzo, piano. Obras de Díaz de la Fuente, Liang, Sierra, Dossena, Torres, Moreno y Sherlaw Johnson. • 24-III-2022. S3 Córdoba Ensemble. Obras de Sênk, Uzunzelvi, Iglesias, Perales, Vadillo y García-Aguilera. • 24-III-2022. Sigma Project Quartet. Obras de Haas, Arias, Cendo, Lazkano y Lim.
Arrancó la vigésimo cuarta edición del Festival de Música Contemporánea de Córdoba con una primera tanda de tres conciertos consecutivos que evidencian para los escépticos, una vez más, la excelencia que atesoran los festivales clásicos cordobeses gracias al buen hacer de sus cabezas rectoras, capaces de programar con raro acierto a pesar a la estrechez presupuestaria y la escasa atención prestada por los medios locales. Por cierto, que ambos festivales son fruto de la colaboración entre el Conservatorio de Córdoba y la Delegación municipal de Cultura.
La música contemporánea supone tanto desafío para el oyente, habituado al repertorio convencional, como para el crítico, que se enfrenta a ella sin conocimiento previo ni referencias interpretativas. Si algo descubre quien se aproxima por primera vez al ecosistema contemporáneo es la impresión de equilibrio logrado entre didáctica, entrega y virtuosismo. Saca lo mejor de sí de los intérpretes —es una música exigente—, los obliga a ser creativos, divulgativos, abiertos al público. Un abordaje que se convierte en un hacer ético que no admite la rutina ni el trámite. ¡Cuántos bruckner quisiéramos así…!
El concierto de Ricardo Descalzo fue el concierto soñado por todo festival por su combinación entre interés artístico e interés didáctico. Descalzo propuso una revisión de algunas de las infinitas ramificaciones estéticas de la creación pianística actual, buscando el contraste entre piezas, y, con ello, evidenciando la variedad y diversidad de lenguajes sonoros que atesoramos en la actualidad. Un homenaje, en definitiva, a la creatividad. Descalzo, que fue anunciando el programa obra a obra, mostró su concentración física y mental para pasar de piezas puramente consonantes, como el Álbum de la juventud de Roberto Sierra (1953), a la nube de timbres y efectos del piano preparado y amplificación en Against piano de Lei Liang (1972), donde contó con la ayuda de su hija Mara. Puntales del concierto fueron la inmersiva Then silence, and stillness, and night de Pietro Dossena (1979), obra desasosegante basada en El pozo y el péndulo de Edgar Allan Poe, la percutiva y rítmica Sonata de Alejandro Moreno (1962) o la propina, la elegíaca A.F. de Robert Sherlaw Johnson (1932-2000) de doliente y severa belleza que generó una honda conmoción.
Con gran alegría saludamos la constitución del S3 Córdoba Ensemble [en la foto], un conjunto instrumental compuesto por músicos jóvenes liderados por Jesús Núñez, virtuoso del saxo, cuya puesta de largo ha sido, precisamente, en este festival. Felicísima noticia el nacimiento de cualquier ensemble contemporáneo. El S3 planteó un inteligente viaje por música actual de la cuenca del mediterráneo en diferentes combinaciones instrumentales. En Sürük Tung, Mehmet Ali Uzunselvi explora las presiones y posibilidades del arco del chelo solo. Elegante fue la Soleá, de Carlos D. Perales, una reinterpretación sonora del palo flamenco en su vertiente musical y gestual que se tradujo en una conversación entre saxo (Núñez), violonchelo (Aguilera), piano (Prados) y percusión (Escalante) sobre una base electrónica de timbres finos y tililantes. Sonora, de Eneko Vadillo (1973), un grito animalesco, ofuscado y rabioso, inauguró en el Festival la música cuya conciencia transita más allá de los límites de lo humano. Con Cigarras, estreno de Juan de Dios García Aguilera (1959), volvió a inundarse el auditorio de sonidos de naturaleza, cantos de cigarra manipulados electrónicamente en una interesante pieza que organiza, a modo de puzle, materiales de diversa procedencia.
El objetivo del conjunto vasco Sigma Project Quartet es, según sus propias palabras, “crear una literatura para cuarteto de saxo en el siglo XXI como el cuarteto de cuerda lo hizo en el siglo XVIII”, de ahí que su trabajo con los compositores sean ‘viajes de ida y de vuelta’: del intérprete, como investigador de posibilidades, al compositor, como explorador de soluciones. Los cuatros músicos, Gomis, Soria, Chaves y Silguero, desplegaron una panoplia de recursos interpretativos y sonidos de gran fuerza. Tras arrancar con un propulsivo Cuarteto de Haas (1953) y una atmosférica Milk spilt on a stone de Helga Arias (1984), el Cuarteto n °1 de Raphael Cendo (1971), compuesto en los primeros momentos duros de la pandemia, nos hizo revivir toda la rabia, la desorientación, la turbulencia vivida a través de una experiencia sonora extenuante. También lo fue Ash, music for the Eremozoic de Liza Lim (1966), una reflexión pesimista del destino de nuestro mundo desde la conciencia ecológica. La sección central de sonidos percutidos, o slabs, rememorando la deforestación, o la espectral secuencia final, con la luz de la sala atenuada, dejó al público fuertemente impactado. Después de una experiencia tan intensa, la conversación que vino después provocada por los propios músicos con los espectadores tuvo resabios terapéuticos.
C. Crespo García