CÓRDOBA / Arranca el XXVI Festival de Música Contemporánea de Córdoba
Córdoba. Conservatorio Superior de Música. XXVI Festival de Música Contemporánea. 8-III-2024. Trio Zukan. Obras de Luc. 9-III-2024. Trino Zurita, violonchelo. Obras de Cano, Busto, Luc, Soler, Martín Quintero y Vadillo.
Regresa de nuevo, por primavera, el Festival de Música Contemporánea de Córdoba, que ya va por su vigésima sexta –se dice pronto– edición. Organizado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba con la colaboración del Conservatorio Rafael Orozco, el festival supone una de las escasas muestras de cordura y responsabilidad del papel que deberían jugar nuestras fuerzas públicas de programar y hacer accesible la creación más radical, que en lo tocante a la música contemporánea es, a la vez, la más frágil. Enhorabuena a quienes, como sísifos redivivos, permanecen inasequibles al desaliento por defender este arte en estas latitudes tan poco propicias. Confiamos en que su resistencia sea algún día premiada con esa financiación tan necesaria para que este festival eclosione y se convierta en aquello que puede llegar a ser si se lo propusiera, la gran cita de la música contemporánea del sur de la península.
Por segundo año consecutivo, en Festival centra su programación en torno a una figura prominente de la composición actual española. Si el año pasado esta acertada idea se estrenó con José Manuel López López, uno de nuestros indiscutibles, este año la invitación ha recaído en la italo-argentina María Eugenia Luc (1958). Formada en la Universidad Nacional y en el LIPM -Laboratorio de Investigación y Producción Musical de Buenos Aires- de su Argentina natal, María Eugenia Luc continuó su periplo formativo por Europa, en prestigiosos centros musicales como Milán, París, Darmstadt o, finalmente, el País Vasco, donde reside. Será allí, en su universidad, donde obtuvo su doctorado en creación Interdisciplinar en el arte contemporáneo. En 1997 funda KURAIA (Grupo de Música Contemporánea) y en 2001 KLEM (Kuraia Laboratorio de Electroacústica y Multimedia) y desde 2004 ejerce la enseñanza sobre Música y Creación Interdisciplinaria en MUSIKENE – Centro Superior de Música del País Vasco.
Expansiva, sonriente, con un carácter de dulce firmeza, como comprobamos en su apasionante conferencia sobre creación interdisciplinar el sábado 9 de marzo en el Conservatorio antes del concierto, su argentinidad se trasluce, precisamente, en una innata capacidad comunicativa que aflora, por fuerza, en su música, sin que se lleguen a comprometer aquellos rasgos sesudos y exigentes esperables en la composición contemporánea más comprometida. Todas estas virtudes fueron puestas en evidencia en el concierto monográfico del excelente Trio Zukan, formado por María Zubimendi al acordeón, Gorka Catediano a la percusión y Jon Ansorena al txistu, dedicado a Luc el viernes. Las distintas obras que componían el programa permitieron seguir la evolución sonora de la compositora en los últimos quince años y su experimentación incesante de las posibilidades interpretativas de los instrumentos, de las combinaciones instrumentales insólitas, acústicas o acompañadas por electrónica, o de la superposición sugestiva de timbres. Del programa destacaría Egunsentia, obra para electrónica cuadrafónica que envolvió al público de iridiscencias oscilantes que retratan los colores del alba, o Un retazo de olvido, para flauta, acordeón y arpa, de rara magia sonora y rítmica y acertados momentos de raro empaste tímbrico de los tres instrumentos. Red y Figlia del’aria, 5 pezzi per flauto in do para flauta sola interpretadas por una entregada Phoebe Bognár, rindieron tributo a la sonoridad del mundo oriental al que Luc mira con atención.
Al día siguiente, el chelista antequerano Trino Zurita ofreció un programa que, por su densa exigencia, parecía más un encierro. Las obras de Alejandro Cano (1992), Los resquicios umbríos, y de Enrique Busto (1974), SATOR (Mosaic I), fueron implacables en su comprensión del instrumento como campo de batalla, dejando sin explotar cualquier posibilidad sonora del violonchelo a través de un discurso sonoro compuesto por retazos que no superan los tres, cinco segundos cada uno. Especialmente concentrada y negra sonó la obra de Cano, haciendo honor a su título. Con un fraseo más elongado y un sentido del flujo sonoro más continuo se presentaron a continuación las piezas de Luc, Lur (tierra), y de Josep Soler (1935-2022), Am Grabe Ferenc Liszt, siendo especialmente emotiva esta última por su condición elegíaca y esas frases consonantes que funcionaron como un bálsamo en medio de tanto “aire de otro planeta”. La Inmanencia de Francisco Martín Quintero (1969), obra de gran intensidad que no deja tregua al oyente, dio paso a Sabah, de Eneko Vadillo (1973), inspirada en el maqam árabe, posiblemente la obra del concierto que mejor acertó con el juego de tiempos, o lo que es lo mismo, de la sucesión de velocidades, en el que la escucha queda irremediablemente atrapada. Zurita salió airoso, dando muestras sobradas de virtuosismo y dominio del instrumento y del discurso sonoro, y el público, contento. Fuera, llovía.
C. Crespo García
(Foto: FdMC)