COMILLAS / La voz íntima de Fellner en la Schubertíada de Cantabria
Comillas. Palacio de Sobrellano. 30-IV-2022. Till Fellner, piano. Obras de Schubert, Schoenberg, Mozart y Beethoven. • Casar de Periedo. Casa-Museo Jesús de Monasterio. Mireia Tarragó, soprano. Carmen Santamaría, piano. Obras de Viardot, R. Schumann, C. Schumann, A. Mahler, Poulenc, Salvador, Ullmann, Weber y Weill.
Llegaba por primera vez la Schubertíada a Cantabria a punto de celebrar su trigésimo aniversario en Vilabertrán y cuatro años después de haber desembarcado con espléndidos resultados en el municipio alavés de Valdegovía. No faltan en la ‘tierruca’ marcos incomparables para acoger sus conciertos (cinco en esta primera edición) pero pocos se pueden medir con el Palacio de Sobrellano de Comillas, una de esas maravillas neogóticas que asombran por fuera y por dentro, por lo que muestran y por lo que contienen, y en una de sus salas ofreció Till Fellner una velada que puso en relación el valor de lo universal que incumbe a todos con el encanto de lo que es íntimo.
Su manera de tocar Schubert (los cuatro Impromptus D 935) recordaba a la de su maestro Brendel por su austeridad casi religiosa, por esa claridad expositiva que define a los grandes contadores de historias y que igual servía a las partes expansivas que a las introspectivas, pero siempre con gestos contenidos, centrados solamente en lo esencial. Por un momento Fellner se asomó al siglo XX a través de las seis miniaturas del op. 19 de Schoenberg, pero el viaje fue fugaz: la Fantasía en Do menor de Mozart y la siempre asombrosa Waldstein de Beethoven recuperaron un estilo que se antojaba de toda la vida, tan hondo como certero, sin acusados contrastes.
Esa misma mañana, la Schubertíada había presentado en la que fue la casa del compositor Jesús de Monasterio (un precioso palacio barroco de mediados del XVIII en Casar de Periedo) uno de los recitales de lied que le dan su identidad, esta vez protagonizado por la joven soprano Mireia Tarragó y la pianista cántabra Carmen Santamaría. La mujer fue el eje temático y emocional de su programa, y hubo entre ambas un halo especial al abordar las canciones de Pauline Viardot, Clara Schumann, Alma Mahler e Ilse Weber, como si asumieran como propia la continuación de su legado; algunas de ellas (Wiegala) aún permanecían después en la memoria de una manera extraña, como en un sueño.
No fue tanto la voz (atractiva y luminosa) de Tarragó lo que cautivó como su versatilidad en lo estilístico y en lo expresivo, su capacidad de contar lo esencial de lo que cantaba en sus luces y en sus sombras, apelando a lo profundo. Pase el tiempo que pase, el lied seguirá siendo poesía moderna.
Asier Vallejo Ugarte
(Foto: Silvia Pujalte – Schubertíada)