Celebración electroacústica del primer centenario de Xenakis
IANNIS XENAKIS:
Obras electroacústicas. KARLRECORDS KR092 (5 CD)
Como prácticamente todos los años a lo largo del primer cuarto del siglo XX, 1922 fue pródigo en el nacimiento de artistas y creadores que marcaron ya no sólo la cultura de las últimas décadas de la pasada centuria, sino quiénes somos en este tercer milenio. Entre otros, hace cien años vinieron al mundo grandes talentos cuya obra sigue hoy vigente, como Alain Resnais, Jack Kerouac, Lucian Freud, José Saramago, Jonas Mekas, Pier Paolo Pasolini, Richard Hamilton o Iannis Xenakis.
Con el compositor greco-francés Iannis Xenakis (1922-2001) nos quedamos hoy, pues este 29 de mayo se cumplen cien años de su nacimiento en la localidad rumana de Brăila: el de uno de los grandes genios en la historia de la música, celebración a la que se suma el sello berlinés Karlrecords con un estupendo y muy bien editado cofre de cinco discos compactos en el que se recoge la producción electroacústica de Xenakis a lo largo de cinco décadas, desde Diamorphoses (1957) a S.709 (1992-94).
Las trece composiciones recogidas en esta edición nos muestran, además de los sucesivos avances tecnológicos que la electroacústica experimentó en la segunda mitad del siglo XX, la concepción netamente espacial que Xenakis tenía de este género musical, íntimamente vinculado a su experiencia como ingeniero en el estudio de Le Corbusier, aplicando a la música procedimientos arquitectónicos como el cálculo de proporciones por medio del Modulor o los paraboloides hiperbólicos, que guardan una muy directa relación con el trabajo de Xenakis en el Pabellón Philips de la Exposición Universal de Bruselas del año 1958.
En paralelo a su reformulación del lenguaje orquestal desde las matemáticas, uno de cuyos primeros frutos, la orquestal Metastaseis (1953-54), sintetiza parámetros derivados de sus trabajos arquitectónicos con Le Corbusier, Xenakis entra a formar parte (gracias al apoyo de Hermann Scherchen) del Groupe de recherches musicales dirigido por Pierre Schaeffer, creando piezas de música concreta como la citada Diamorphoses o Concret PH (1958), obra que acompañaba las entradas y las salidas del público al Pabellón Philips (en cuyo interior la pieza musical que se escuchaba era el Poème électronique (1957-58) de Edgard Varèse, concebido ex profeso para dicho pabellón). Mezclada utilizando grabaciones de carbón crepitante (aunque hay autores que afirman que se creó únicamente con mínimos retazos de cintas magnéticas superpuestas) y concebida para ser proyectada a través de cientos de altavoces, Concret PH anticipa muchas de las señas de identidad del Xenakis tardío, como una tensa granularidad o la concepción del espacio musical como una arquitectura sonora, sentando las bases de sus grandes piezas electroacústicas de los años setenta.
Pese a que algunas de estas obras, como Orient-Occident (1960), fueron compuestas como bandas sonoras (repletas de referencias multiculturales, en un llamamiento al entendimiento entre los países), el grueso de la producción electroacústica xenakiana está formado por sus politopos: piezas para instalaciones multimedia en las que los diseños coreográficos de rayos láser (multiplicados a través de espejos), las proyecciones cinematográficas o los grandes eventos teatrales eran acompañados por músicas en las que se incluían ecos de los acervos folclóricos de África, Asia y Oceanía, pues algunos de estos politopos se ubicaron en exposiciones internacionales. Es así cómo nacen Hibiki Hana Ma (1969), Persépolis (1971), Polytope de Cluny (1972), La Légende d’Eer (1977) y Mycenae Alpha (1978), instalaciones en cuya composición se van sucediendo los interfaces gráficos de síntesis sonora (UPIC) y computadoras que progresivamente permitieron a Xenakis alcanzar su madurez en el medio a través de los algoritmos y de la estocástica, en obras como Gendy3 (1991) y S.709, en las que el ruido estructurado tiene un papel primordial.
Asimismo, la mayor parte de estas piezas posibilitaron a Xenakis integrarse en grandes proyectos arquitectónicos, para los cuales estas obras electroacústicas fueron específicamente concebidas, así como dialogar con otros artistas en pos de la creación de enormes espectáculos tecnológicos. Tomando el primer ejemplo de estas colaboraciones interdisciplinarias a gran escala, Hibiki Hana Ma fue compuesta para la Exposición Universal de Osaka del año 1970, y, como la mayor parte de estos politopos, formaba parte de un gran espectáculo multimedia, diseñado por el artista nipón Keiji Usami y en el que la música de Xenakis (aún no denominada explícitamente “politopo”) utilizaba sonidos de instrumentos tradicionales japoneses. A pesar de que la mayor parte de los elementos performativos y artísticos de estas instalaciones se ha perdido (al desmontarse o reformularse los respectivos pabellones en los que estos politopos tomaron forma), la voluntad de Xenakis de conservar sus cintas magnéticas y de ofrecerlas en formato de concierto, a posteriori (con nuevas mezclas, entre las que se encuentran las estereofónicas), preservó su trabajo, que a día de hoy se ha convertido en el más fiel testigo (junto con las fotografías) de aquellos momentos en los que la fe en la unión de las artes con la tecnología aún creía en un futuro más utópico y halagüeño.
Además de las piezas ya citadas, completan esta edición Bohor (1962), en la que se vuelven a utilizar sonidos de otras culturas y cuya audición en París, en 1968, constituyó un escándalo; Taurhiphanie (1987-88) y Voyage absolu des Unari vers Andromède (1989), todas aquí mezcladas por el ingeniero Martin Wurmnest y remasterizadas por Rashad Becker en el Clunk Studio de Berlín. El resultado supera con creces a otras ediciones previas de estas obras en disco compacto, como las publicadas por Edition RZ, Asphodel o Montaigne, cuya audición parecía la de un concierto en vivo, con mayor distancia y una definición menos acusada del timbre electroacústico. En las mezclas que ahora recibimos en estos cinco compactos del sello Karlrecords la escucha es más disfrutable, al emplazar al oyente en el centro de estas arquitecturas polifónicas; aunque para experimentar una vivencia más fidedigna de dicha concepción espacial, las ediciones mezcladas por el compositor Gérard Pape y editadas por mode records en DVD (5.1 Surround Dolby Digital y DTS) son, incluso, más recomendables, además de que alcanzan una cantidad de detalles y un refinamiento en sus diferentes capas que no se escucha en otras ediciones, siendo La Légende d’Eer el ejemplo más definitorio, con una nitidez en sus registros agudos que únicamente en el DVD de mode records alcanza todo su esplendor.
En todo caso, como edición en disco compacto estereofónico de la soberbia electroacústica de Iannis Xenakis, este lanzamiento de Karlrecords se recomienda por sí solo y se convierte en referencia, permitiéndonos un recorrido cronológico que se agradece enormemente para ir conociendo en detalle cada avance tecnológico y estético en la obra del compositor greco-francés. Para tener, además de lo puramente musical, una cierta idea de lo que los politopos representaron, recomendaría el libro Música de la arquitectura, de Sharon Kanach, publicado por Akal en 2009 y que constituye una de las mejores aportaciones bibliográficas al conocimiento de Xenakis en lengua castellana.
Por supuesto, también ayudarán a conocer mejor estas trece obras electroacústicas las veintidós páginas que contiene el libreto de esta edición, con unas muy informativas notas a cargo de Reinhold Friedl, repletas de fotografías, gráficos y ejemplos de partituras, que se suman a los textos (más escuetos) que presentan, en el cartón de cada disco, las composiciones recogidas en los respectivos compactos. Feliz centenario Xenakis, por tanto, y ya que en España escasean las ocasiones para celebrarlo musicalmente en vivo, al menos siempre nos quedará el soporte fonográfico para paliar las carencias de nuestra vida concertística.
Paco Yáñez