Carles Magraner: “¡Qué sería de nosotros si no tuviéramos la música en estos momentos!”

La crisis del coronavirus y la paralización social y económica de la sociedad española le ha pillado a Capella de Ministrers justo cuando se disponía a sacar al mercado el disco que hace el número 60 de su trayectoria (está dedicado a las Lamentaciones de Jeremías del compositor renacentista sevillano Cristóbal de Morales). Como tantos otros grupos, el que dirige Carles Magraner ha visto cómo se producía una retahíla de cancelaciones de conciertos que tenía programados para los próximos meses, lo cual ha venido a complicar extraordinariamente la ya de por sí difícil vida de un músico free lance.
¿Cuántos conciertos le han cancelado y qué previsiones hay de que pueda recuperar alguno de ellos?
Hay quince que han sido aplazados y que hasta finales de mayo no sabemos si definitivamente se podrán recuperar o no. Me acaban de suspender ahora mismo uno en Londres, en St. John’s Smith Square, y otro en Granada. Me queda uno pendiente para el 24 de mayo, en el que voy a dirigir la Orquesta ADDA Simfònica de Alicante, con un repertorio barroco. Pero, tal y como están las cosas, no sé si se hará o no.
Buenas palabras, me imagino que muchas, ¿pero garantías reales de que se puedan en otras fechas?
En principio, lo que hemos hablado con todos organizadores, porque hay voluntad por su parte, es ponerlo en otras fechas de este año. El problema para cualquier músico autónomo es que vamos a estar como mínimo durante tres meses con gastos, pero sin ningún ingreso. Y luego está la dificultad de casar las agendas para que se puedan hacer esos conciertos que no se han podido hacer en las fechas previstas. En, cuando toda esta tragedia pase, intentaremos trabajar aún más de lo que hemos trabajado en nuestras vidas, aunque las oportunidades que ahora se han perdido, que no son solo de tocar, sino también de compartir y de crear, son ya irrecuperables. Por describirlo de una manera gráfica, es como darle al botón de “pausa” de nuestro equipo reproductor de música… Estás escuchando un disco, le das a ese botón y luego vuelves, pero en ese lapso se ha creado un vacío existencial… Le daremos al botón de “play” dentro de un tiempo y seguiremos escuchando el disco, pero en medio está lo que se ha perdido y que ya no se recupera.
El problema no es solo volver a la actividad por parte de los músicos, sino que el público recupere los hábitos de consumo.
No sé, sinceramente, cómo va a reaccionar el público. Confío en que seguirá y que, además, lo hará más ávido de música y de espectáculos que nunca. Será un proceso lento, seguro. Sin embargo, no queda otra que esperar a ver cómo evoluciona todo. Hay músicos que pueden aguantar, pues son funcionarios por pertenecer a plantillas de orquestas sinfónicas o por dar clases en conservatorios; el gran problema, como antes decía, es para los que somos free lance, porque resistir tanto tiempo sin tener el más mínimo ingreso es extraordinariamente complicado. No sé si será posible que el sector de la música pueda continuar como estaba hasta que estalló esta crisis.
Quizá lo único positivo que ha tenido esta crisis para ustedes es que la gente, por fin, ha comprendido la vulnerabilidad de los free lance.
El nuestro es el sector más vulnerable y, paradójicamente, también es el que más aporta. La situación de cada músico es la que es, pero con todo esto que está pasando pienso que esos músicos que tienen unos ingresos fijos a los que me estaba refiriendo se estarán dando cuenta del problema que ahora padecemos los que somos autónomos. Lo digo porque a veces esos músicos con ingresos fijos no consideran, o no han considerado hasta ahora, a los free lance como profesionales de la música. Pero, en fin, cada músico hace su apuesta personal con su vida y no creo que la profesionalidad se deba medir en función de que a final de mes unos tengan unos ingresos fijos y otros no los tengan, sino en función de la intensidad con que se vive la música.
Usted también organiza festivales y ciclos. Por ejemplo, el Early Music Morella, que se celebra en verano. ¿Han tomado alguna decisión sobre mantenerlo o cancelarlo?
A ver, había un congreso de la SeDEM en mayo, que hemos tenido aplazar, aunque no sabemos para cuándo. De momento, mantengo dos de las cosas que hago: una es el Festival Renaiximent en Valencia, en el mes de julio, y otro es el Festival de Morella, con la ilusión de que se puedan hacer finalmente en las fechas previstas. Y digo que con la ilusión de que se puedan hacer, porque si llegamos a julio y continua esta situación, va a ser una catástrofe no solo para nosotros, sino para toda la sociedad.
¿Cómo lleva el confinamiento domiciliario?
Aunque se pierde la ilusión y hasta las ganas de trabajar, una cosa que creo que procuramos hacer todos es seguir tocando nuestro instrumento. No es fácil, porque, de repente, hemos pasado a tener un hábito de vida que no es el que tenemos normalmente. Me refiero a que somos gente acostumbrada a pasar poco tiempo en casa, porque casi siempre estamos de giras La nuestra es una vida como de corriente alterna. En mi caso, lo habitual es estar tres días de la semana en casa y cuatro fuera, y ahora eso de tener que estar todo el rato metido en casa me cuesta. Me cuesta hasta leer, me cuesta tocar, me cuesta acceder al conocimiento… Estoy en ese momento de pausa del que hablaba antes, en el que lo único que puedo hacer es preparar programas, investigar sobre nuevos repertorios (por ejemplo, en uno del siglo XIII en el que estoy ahora centrado), editar un par de discos que tenía pendientes o intentar coordinar algunos proyectos sociales de la Fundación Capella de Ministrers.
Hablábamos antes de que la vida del músico es difícil, sobre todo, la del free lance, pero hemos podido comprobar en estas semanas que la gente tiene hambre de consumir cultura, de acceder desde su ordenador a conciertos y recitales que se ofrecen desde todas las partes del mundo. Pero todo ello, gratis. ¿No puede resultar contraproducente a la larga?
Es curioso que se hayan abierto ahora las plataformas de todos los teatros de ópera del mundo de manera gratuita o que haya tantos músicos que ofrecen actuaciones en streaming a todas horas. Me ha sorprende, desde luego… ¿Por qué no se ha hecho antes? ¿Se trata solamente de entretenernos en casa? Para entretenernos en casa, ya teníamos los discos o los libros, porque un buen disco o un buen libro es mucho mejor que cualquier serie de televisión. No creo que resulte bueno ser tan impetuosos con esta oferta. A mí también me han ofrecido hacer conciertos en streaming, pero no hay nada como la experiencia social de un concierto en directo. El streaming es quedarse solo con una parte de la música, pues un concierto tiene muchas sinestesias, las cuales no se pueden experimentar si lo que estás oyendo o viendo es solo a través de un ordenador. Por eso me he negado a dar conciertos en streaming: quien quiera vivir realmente un concierto de música antigua y tener todas las sensaciones de esa experiencia, ha de asistir a una sala y compartirlo. Y aquí abro un paréntesis…
¿Cuál?
Pues que hay mucha gente que no puede salir de casa. Pero no solo que no puede salir ahora, sino que tampoco podía salir antes. Es algo que las administraciones no deben olvidar. Y esa es la línea en la que va el proyecto social de la Fundación Capella de Ministrers. Espero que en el futuro las administraciones sean más sensibles con esta realidad. Es cierto que en una sociedad el sector primario es el más importante, pero estamos viendo ahora cómo el sector terciario, al que nosotros pertenecemos, se ha convertido en un medio de supervivencia. ¡Qué sería de nosotros si no tuviéramos la música, la cultura, en estos momentos!
Eduardo Torrico