Carles Magraner: “España puede ser un gran productor de música antigua”

En 1987, el musicólogo y violagambista Carles Magraner (Almusafes, 1962) fundó Capella de Ministrers, grupo dedicado a la interpretación de la música antigua, desde la medieval hasta la barroca, incluso con alguna esporádica irrupción en el primer Clasicismo. El resultado de estos treinta y cinco años de impecable trayectoria se puede constatar mejor que en ningún otro sitio en su amplia discografía: 65 grabaciones, a prácticamente dos por año. La última de ellas, El collar de la paloma, con música tradicional andalusí, ha visto la luz recientemente. Pese a la intensa actividad de Capella de Ministrers, canalizada en buena medida a través de una fundación propia, Magraner no duda en afirmar que su proyecto sigue siendo “tan frágil como al principio”, debido a la endémica falta de ayudas institucionales que sufre la música antigua en España.
Parece que fue ayer, pero han pasado treinta y cinco años desde el nacimiento de Capella de Ministrers.
Ya casi somos música histórica nosotros mismos. Miro hacia atrás y recuerdo cómo empezó todo. El panorama de la música antigua ha cambiado muchísimo, sobre todo en España. En aquel momento era muy complicado trabajar, porque solo había dos o tres grupos dedicados a estos repertorios. Yo empecé en el Grupo SEMA, con Pepe Rey. Y fui de los pioneros que marcharon a estudiar al extranjero. A Ámsterdam, en concreto. Después nació Capella de Ministrers, y lo hizo como una necesidad. El grupo surgió con mucha ilusión y pronto recibimos un premio nacional del Ministerio de Cultura a la mejor producción discográfica hecha en España por un grupo español. Fue un CD dedicado a compositores valencianos del Barroco. ¡Fíjese, creo que en ese momento no había ni trescientos reproductores de compact discs en toda España! Me volví loco para comprar uno en el que poder escuchar mi disco. Las primeras grabaciones las hicimos con Radio Nacional, en la Casa de la Radio, a la antigua usanza, es decir, con cinta magnetofónica y cambiando de posición la silla hasta encontrar el punto exacto donde sonaba mejor el instrumento. Creo que, en ese sentido, también somos un poco la historia de la grabación de la música antigua en este país. Ahora, resulta gratificante comprobar que el panorama es más amplio y diverso. No todo lo diverso que uno desearía, pero la situación no tiene nada que ver con la de entonces, porque, al menos, la música antigua ha encontrado su espacio, que antes no lo tenía. Escuchar a un grupo español a principios de los 80 en un concierto de música antigua era casi un acto de fe. Pero considero que falta todavía que nos autoconvenzamos de que España puede ser un gran productor de música antigua.
La trayectoria de Capella de Ministrers no se entendería sin la existencia de un sello discográfico propio, en el que ha publicado casi todas sus grabaciones.
Los discos han sido muy necesarios en todos estos años, aunque algunas de aquellas producciones se pongan en tela de juicio hoy en día. Por lo que a Capella de Ministrers respecta, los discos nos han servido para tener un currículo visible y audible, y para demostrar que se han hecho muchas cosas. Algunas mejores y otras peores, pero gracias a ellas se ha recuperado casi ochenta horas de música que no existiría si no nos hubiéramos enfrascado en este esfuerzo. Son 65 discos, y cada uno va acompañado de un estudio específico de música en el libreto, que es algo que también sirve para comprender, aunque sea en una pequeña parte, la historia de la música antigua española.
La música antigua española vive un momento dorado, con la aparición de intérpretes y grupos jóvenes que asombran por su talento. ¿Se ha convertido o se puede convertir de aquí a no mucho España en el gran semillero de la música antigua?
Habría mucho que decir al respecto. Si los músicos españoles tuviéramos las ayudas que han tenido y tienen los músicos en Francia, podríamos decir que sí. Pero me temo que ya han pasado muchos cometas, es decir, grupos maravillosos que desaparecen a los dos años por falta de soporte financiero institucional. Lo importante no es la primera ronda, ya que al principio, si el grupo es bueno, empieza a circular por festivales; lo importante es la segunda ronda e, incluso, llegar a la tercera. Y eso es casi imposible en las circunstancias que vivimos en España, con una escasez alarmante de ayudas públicas. Ni siquiera los más grandes han conseguido formar orquestas estables. Tampoco se ha apostado por la ópera barroca como se ha apostado por ella en otros países, de los que seguimos estando a años luz. No creo que el que haya una ilusión signifique que exista un proyecto. No se ha consolidado un centro nacional de la música antigua, no se ha creado una orquesta barroca nacional, ni una agrupación dedicada a la música del Renacimiento, ni siquiera se ha grabado la integral de la música de Tomás Luis de Victoria —que es uno de los grandes genios españoles de todos los tiempos—, ni hay un festival de las grandes catedrales que sirva para recuperar la música que se halla en sus archivos… Aquí, casi todo lo que se ha hecho, ha sido siempre por iniciativas privadas. (…)
Eduardo Torrico
[Foto: Javier Ferrer]
(Comienzo de la entrevista publicada en el nº 384 de Scherzo, de mayo de 2022)