Carl Philipp Emanuel Bach, el músico interior
Hubo una época -más o menos la segunda mitad del siglo XVIII- en la que el Bach por excelencia no fue Johann Sebastian, sino su segundogénito Carl Philipp Emanuel [en la foto]. Las sonatas de Haydn, las fantasías para piano de Mozart e incluso el primer Beethoven aún llevan las huellas de su influencia. Si el contrapunto de Bach (Johann Sebastian) sobreentiende la racionalidad intrínseca del universo, la fe en las leyes eternas y objetivas de la armonía, la música de Carl Philipp Emanuel expresa en cambio un punto de vista profundamente subjetivo, en donde la percepción individual del artista es el impulso creador de una realidad propia. Sinfonías, sonatas y fantasías para teclado dibujan un discurso no lineal, lleno de interrupciones, sorpresas, desviaciones, suspensiones, cambios imprevistos y modulaciones lejanas. Una carrera de obstáculos que estimula en el oyente una respuesta antes emocional que racional.
Este estilo, definido como Empfindsamkeit (sentimental) y asociado históricamente con la poética del Sturm und Drang por su fuerte componente subjetivo y dramático, se fundamentaba en un principio que el propio Carl Philipp formulaba así: “Un músico no puede emocionar a los demás si no se emociona él mismo. Es indispensable que sienta todas las emociones que espera hacer surgir en sus oyentes, porque de esta manera la revelación de su sensibilidad estimulará en los demás una sensibilidad semejante”. La música de Carl Philipp busca así su fundamento en la inmersión de uno mismo en su mundo afectivo. El compositor escribe algo que es el reflejo de su interioridad, lo comparte y esta música se erige a su vez en espejo de la interioridad de la audiencia. La gran singularidad de Carl Philipp Emanuel Bach consiste en sortear el Clasicismo para enlazar directamente el Barroco con el Romanticismo.
El que Carl Philipp Emanuel pusiera patas arriba el universo musical del padre podría prestarse a lecturas de carácter edípico, pero no es el caso. Este fue el problema de su hermano Wilhelm Friedemann. Por su parte, Carl Philipp expresó siempre su admiración por el magisterio musical del padre, preservó su legado y lo impulsó siempre que pudo. También prestó plena colaboración a Johann Nikolaus Forkel cuando éste se propuso escribir la primera biografía de Johann Sebastian.
En la música para teclado y en la orquestal es donde hay que buscar las manifestaciones más logradas de su originalidad, sin olvidar el apartado para voz y piano, un claro precursor de la canción romántica alemana. En la música sacra, la deuda con el padre es más evidente, también por el peso que allí tiene el contrapunto.
Con muy buen criterio, la Fundación Juan March dedica su primer ciclo de los sábados a Carl Philipp Emanuel Bach, lo cual es de agradecer por partida doble porque su música no suele tener demasiada presencia en las programaciones, aunque siempre nos queda la herramienta discográfica.
Este día 5 de octubre, la clavecinista Béatrice Martin explora su producción para teclado, con una selección de sus sonatas Prusianas y Wurttemburgesas, además de las asombrosas y retorcidas 12 variaciones sobre “Les folies d’Espagne”. Los conciertos de los días 12 y 19 estarán dedicados a la flauta, instrumento príncipe en la corte de Federico II, donde Carl Philipp Emanuel ejerció como compositor y clavecinista. Sus intérpretes serán Petra Müllejans, Daniela Lieb y Sabine Bauer (día 12) y el conjunto La Guirlande (día 19). La viola da gamba de Paolo Pandolfo será protagonista del programa del día 26, con sonatas dedicadas a este instrumento. Cerrará el ciclo el 2 de noviembre el conjunto La Tempestad con los muy originales cuartetos para clave, flauta, violas y violonchelo.