CÁCERES / Schumann para clausurar el Atrium Musicae’24
Cáceres. Gran Teatro. 11-II-2024. Cuarteto Kandinsky. Elisabeth Leonskaja, piano. Obras de Schumann.
Los tres conciertos celebrados en el Gran Teatro de Cáceres correspondientes a la segunda edición del ciclo Atrium Musicae han sido otras tantas propuestas monográficas bien interesantes: Beethoven, Schubert y Schumann, respectivamente. El concierto de clausura, una vez más con el recinto lleno y el público encandilado fue, en efecto, un viaje a Schumann, comenzando por una obra de su juventud –más bien diríamos que de su precoz madurez– como los Estudios sinfónicos para piano, obra importantísima del primer tramo del piano romántico europeo, compuesta entre 1834 y 1835, a los 24 años de edad.
La maestra Elisabeth Leonskaya, artista residente del festival y ya declarada amiga de Cáceres y de los cacereños, hizo una versión modélica, en su línea de pianismo hondo que indaga en los contenidos de la partitura y los expone con la mayor naturalidad y mesura, con sonido redondo, sin aristas, bellísimo. La considerable complejidad de los Estudios sinfónicos, así como la enorme exigencia técnica que presenta la obra para el intérprete no se percibieron, pues todo fluyó con la virtud antes mencionada: naturalidad.
En un salto cronológico de siete años, nos fuimos a 1842, uno de los años “mágicos” de Schumann, en el que el maestro produjo lo esencial de la música de cámara registrada en su catálogo: los tres Cuartetos de cuerda y el Quinteto para piano y cuarteto de cuerda, entre otras obras. Compareció en escena el Cuarteto Kandinsky, integrado por cuatro instrumentistas muy jóvenes que llevan un tiempo trabajando en Viena cerca de la maestra Leonskaya y forman con ella un quinteto que da óptimos resultados, como íbamos a constatar.
Primeramente, los cuatro jóvenes músicos interpretaron muy bien el Cuarteto en La menor, op. 41, nº 1, mostrando afinación segura y el empaste requerido para dar adecuadamente la música de cámara. Fueron aplaudidísimos, y con toda justicia. Y a continuación se unió a ellos Elisabeth Leonskaya para culminar el concierto y el festival con la interpretación de una de las obras capitales de la música de cámara romántica: el Quinteto en mi bemol mayor, op. 44. Esta juntura de veteranía y magisterio, por un lado, y de juventud más que prometedora por otro, fue vehículo formidable para que escucháramos una admirable versión de esta música. El papel del piano, tan importante, nos hace sentir por momentos que el Quinteto aspira a ser Concierto para piano y cuerdas, pero Leonskaya adopta el papel de auténtica camerista y se diría que reprime al piano para que su voz protagonista empaste con el cuarteto y se funda sonoramente con él, evitando sobrevolar. Esta señora tiene también la grandeza de la humildad, aunque seguro estoy de que no es la práctica de tal virtud la que le guía al tocar el Quinteto de Schumann así, sino que lo hace guiada por su rigurosa profesionalidad. Simplemente.
José Luis García del Busto
(foto: efeccfutbol/facebook)