CÁCERES / El festival Atrium Musicae empieza con muy buen pie
Cáceres. Auditorio Palacio de Congresos. 8-II-2024. Mar Morán, soprano, Sandra Fernández, contralto, Airam Hernández, tenor, David Menéndez, bajo. Coro de Cámara de Extremadura. Orquesta de Extremadura. Director: Andrés Salado. Obras de Purcell y Mozart.
Tras el incuestionable éxito del pasado año, llega la segunda edición del festival Atrium Musicae de Cáceres que se inició con artistas íntegramente españoles, y en gran parte locales, que demostraron una calidad incuestionable. Prueba de ello es la Orquesta de Extremadura, una formación orquestal de tipo medio que ha trabajado muy bien estos años y ha demostrado que se puede mantener una buena orquesta en lugares que nunca la tuvieron si hay interés político y social y se trabaja con seriedad.
Este concierto de apertura estaba dedicado a las músicas en torno al tránsito de esta vida hacia el más allá, un tema que ha provocado una inmensa cantidad de obras de calidad superior. Entre todas ellas, una de las más notorias y reputadas es el poderoso Requiem que compusiera Mozart prácticamente para sí mismo, pues el hecho de que muriera antes de acabarlo ha suscitado muchas leyendas. Aunque sin terminar, o más bien acabado por el fiel Süssmayr, es una obra maestra cuya conmovedora belleza la hace una de las piezas cumbre de su autor.
Señalemos que el cuarteto vocal era completamente español y que resultó atractivo y pertinente. Mar Morán, soprano, Sandra Fernández, contralto, Airam Hernández, tenor y David Menéndez, bajo, demostraron ser excelentes profesionales que pueden hacer un buen Mozart sin necesidad de voces foráneas. Todos estuvieron adecuados y especialmente la soprano extremeña Mar Morán merece un seguimiento, pues me parece que puede llegar lejos. Junto a ellos, el Coro de Cámara de Extremadura, preparado por Amaya Añúa, fue un instrumento disciplinado, afinado y expresivo que destacó por una actuación muy musical y contribuyó eficazmente al éxito de una versión en la que la Orquesta de Extremadura exhibió su buen estado de forma, su ductilidad y su alto nivel técnico y artístico. Al frente de todo estaba su actual titular, Andrés Salado, una batuta ya conocida y apreciada. Salado es un músico sensible que posee una buena técnica, y además es un director de una notable finura expresiva capaz de llevar un rigor extremo de concertación con delicadeza y flexibilidad. Su versión fue tan bien meditada como personal y mereció sin duda el éxito obtenido.
Previamente se había interpretado otra obra sobre estos tránsitos funerarios, quizá menos conocida que la de Mozart pero igualmente maestra, la Música para el funeral de la reina María de Henry Purcell, una partitura realmente solemne, desgarradora y emocionantemente bella. Los intérpretes realizaron un hermoso ritual en esta pieza con una entrada procesional del coro, luego colocado en círculo, y unos metales y percusión que respondían de lejos antifonalmente. Algo coherente con la época y la música que funcionó realmente bien. No cabe duda de que el segundo festival Atrium Musicae ha comenzado con muy buen pie.
Tomás Marco